“Démonos la mano, amigos”: por qué alivia el dolor

¿Sufre de dolor regular o va a tener un procedimiento médico de una sola vez que promete molestias? Pídale a un compañero que esté allí y tome su mano: es probable que cuando un ser querido nos toque, nuestras ondas cerebrales se sincronicen y, como resultado, nos sintamos mejor.

Piensa en tu infancia. ¿Qué hiciste cuando te caíste y te lastimaste la rodilla? Lo más probable es que corrieron hacia mamá o papá para abrazarte. Los científicos creen que el toque de un ser querido realmente puede sanar, no solo emocionalmente, sino también físicamente.

La neurociencia ahora ha llegado al punto que las mamás de todo el mundo siempre han sentido intuitivamente: el tacto y la empatía ayudan a aliviar el dolor. Lo que las mamás no sabían es que el tacto sincroniza las ondas cerebrales y que esto es lo que probablemente conduce al alivio del dolor.

“Cuando otra persona comparte su dolor con nosotros, en nuestro cerebro se desencadenan los mismos procesos que si tuviéramos dolor”, explica Simone Shamai-Tsuri, psicóloga y profesora de la Universidad de Haifa.

Simone y su equipo confirmaron este fenómeno realizando una serie de experimentos. Primero, probaron cómo el contacto físico con un extraño o pareja romántica afecta la percepción del dolor. El factor dolor fue causado por la exposición al calor, que se sintió como una pequeña quemadura en el brazo. Si los sujetos en ese momento se tomaban de la mano con un compañero, las sensaciones desagradables se toleraban más fácilmente. Y cuanto más simpatizaba la pareja con ellos, más débil evaluaba el dolor. Pero el toque de un extraño no produjo tal efecto.

Para comprender cómo y por qué funciona este fenómeno, los científicos utilizaron una nueva tecnología de electroencefalograma que les permitió medir señales simultáneamente en los cerebros de los sujetos y sus parejas. Descubrieron que cuando la pareja se toma de la mano y uno de ellos siente dolor, sus señales cerebrales se sincronizan: se encienden las mismas células en las mismas áreas.

“Sabemos desde hace mucho tiempo que tomar la mano de otra persona es un elemento importante de apoyo social, pero ahora finalmente entendemos cuál es la naturaleza de este efecto”, dice Shamai-Tsuri.

Para explicarnos, recordemos las neuronas espejo, células cerebrales que se excitan tanto cuando nosotros mismos hacemos algo como cuando solo observamos cómo otro realiza esta acción (en este caso, nosotros mismos nos quemamos un poco o vemos cómo se lo hace nuestro compañero). La sincronización más fuerte se observó precisamente en el área del cerebro consistente con el comportamiento de las neuronas espejo, así como en aquellas a donde llegan las señales sobre el contacto físico.

Las interacciones sociales pueden sincronizar la respiración y el ritmo cardíaco

“Quizás en esos momentos los límites entre nosotros y el otro se difuminan”, sugiere Shamai-Tsuri. “Una persona literalmente comparte su dolor con nosotros y nosotros le quitamos parte de él”.

Otra serie de experimentos se llevó a cabo utilizando fMRI (imágenes por resonancia magnética funcional). Primero se le hizo una tomografía a la pareja que tenía dolor, y el ser querido le tomó la mano y se solidarizó. Luego escanearon el cerebro de un simpatizante. En ambos casos, se encontró actividad en el lóbulo parietal inferior: el área donde se encuentran las neuronas espejo.

Los compañeros que experimentaron dolor y que fueron tomados de la mano también tuvieron una actividad reducida en la ínsula, la parte de la corteza cerebral responsable, entre otras cosas, de experimentar dolor. Sus parejas no experimentaron ningún cambio en esta área, ya que físicamente no experimentaron dolor.

Al mismo tiempo, es importante comprender que las señales de dolor en sí mismas (los científicos llaman a esto excitación dolorosa de las fibras nerviosas) no cambiaron, solo cambiaron las sensaciones de los sujetos. “Tanto la fuerza del impacto como la fuerza del dolor siguen siendo las mismas, pero cuando el “mensaje” entra en el cerebro, algo sucede que hace que percibamos las sensaciones como menos dolorosas”.

No todos los científicos están de acuerdo con las conclusiones a las que ha llegado el equipo de investigación Shamai-Tsuri. Así, la investigadora sueca Julia Suvilehto cree que podemos hablar más de correlación que de causalidad. Según ella, el efecto observado puede tener otras explicaciones. Uno de ellos es la respuesta del cuerpo al estrés. Cuando estamos estresados, el dolor parece ser más fuerte que cuando nos relajamos, lo que significa que cuando un compañero toma nuestra mano, nos calmamos y ahora no nos duele tanto.

La investigación también muestra que las interacciones sociales pueden sincronizar nuestra respiración y nuestro ritmo cardíaco, pero quizás nuevamente porque estar cerca de un ser querido nos calma. O tal vez porque el tacto y la empatía en sí mismos son agradables y activan áreas del cerebro que dan un efecto de "aliviar el dolor".

Sea cual sea la explicación, la próxima vez que vayas al médico, pídele a tu pareja que te haga compañía. O mamá, como en los buenos viejos tiempos.

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