Pilares de erosión en la República de Komi

La Rusia sin límites es rica en vistas asombrosas, incluidas anomalías naturales. Los Urales del Norte son famosos por su hermoso y misterioso lugar llamado Meseta Manpupuner. Aquí hay un monumento geológico: pilares de erosión. Estas inusuales esculturas de piedra se han convertido en un símbolo de los Urales.

Seis estatuas de piedra están en la misma línea, a poca distancia entre sí, y la séptima está cerca. Su altura es de 30 a 42 metros. Es difícil imaginar que hace 200 millones de años había montañas aquí, y gradualmente fueron destruidas por la naturaleza: el sol abrasador, los fuertes vientos y las lluvias socavaron los Montes Urales. De ahí viene el nombre de “pilares de la erosión”. Están compuestos por cuarcitas de sericita dura, lo que les permitió sobrevivir hasta nuestros días.

Numerosas leyendas están asociadas a este lugar. En la antigüedad pagana, los pilares eran objeto de culto del pueblo Mansi. Escalar Manpupuner se consideraba un pecado mortal, y solo los chamanes podían llegar aquí. El nombre Manpupuner se traduce del idioma mansi como "una pequeña montaña de ídolos".

Una de las muchas leyendas dice que una vez que las estatuas de piedra eran personas de una tribu de gigantes. Uno de ellos quería casarse con la hija del líder Mansi, pero fue rechazado. El gigante se ofendió y, en un ataque de ira, decidió atacar el pueblo donde vivía la niña. Pero, al acercarse a la aldea, el hermano de la niña convirtió a los atacantes en rocas gigantes.

Otra leyenda habla de gigantes caníbales. Eran temibles e invencibles. Los gigantes se trasladaron a la Cordillera de los Urales para atacar a la tribu Mansi, pero los chamanes locales llamaron a los espíritus y convirtieron a los enemigos en piedras. El último gigante intentó escapar, pero no escapó de un terrible destino. Por eso, la séptima piedra está más alejada que las demás.

Ver un lugar misterioso con tus propios ojos no es tan fácil. Tu camino se extenderá a través de los ríos hirvientes, a través de la taiga sorda, con fuertes vientos y lluvia helada. Esta caminata es difícil incluso para excursionistas experimentados. Varias veces al año se puede llegar a la meseta en helicóptero. Esta región pertenece a la Reserva Pechoro-Ilychsky, y se requiere un permiso especial para visitarla. Pero el resultado definitivamente vale la pena el esfuerzo.

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