Psicología

La huella emocional de lo que inconscientemente aprendimos de nuestros padres siempre es más fuerte que lo que aprendemos conscientemente. Esto se reproduce automáticamente cada vez que estamos en emociones, y siempre estamos en emociones, porque siempre tenemos estrés. Conversación de Alexander Gordon con la psicoterapeuta Olga Troitskaya. www.psychologos.ru

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La psicoterapia transmite naturalmente, como mensaje, la noción «Soy pequeño, el mundo es grande».

Cada uno tiene su propia deformación profesional. Si durante años un policía solo tiene ladrones, estafadores y prostitutas ante sus ojos, sus puntos de vista sobre las personas, a veces imperceptiblemente para él, se vuelven menos optimistas. Si un psicoterapeuta llega a aquellos que no pueden hacer frente a las dificultades de la vida por sí mismos, que son incapaces de encontrar comprensión mutua con los demás, que encuentran difícil controlarse a sí mismos y a sus estados, que no están acostumbrados a tomar decisiones responsables, esto forma gradualmente el visión profesional de un psicoterapeuta.

El psicoterapeuta generalmente se esfuerza por aumentar la confianza del paciente en sus propias habilidades, sin embargo, parte de la presuposición no declarada (premisa) de que en realidad no se puede esperar mucho del paciente. Las personas no acuden a una cita en el estado más ingenioso, en los sentimientos, por lo general ni siquiera pueden formular claramente su solicitud: vienen en la posición de la Víctima... Establecer tareas serias para que un paciente así transforme el mundo o cambie a los demás es imposible. y profesionalmente inadecuado en una visión psicoterapéutica. Lo único que se puede orientar al paciente es poner las cosas en orden en uno mismo, lograr la armonía interior y adaptarse al mundo. Para usar una metáfora, para un psicoterapeuta, el mundo suele ser grande y fuerte, y una persona (al menos quien vino a verlo) es más pequeña y más débil en relación con el mundo. Ver →

Tales puntos de vista pueden ser característicos tanto de un psicoterapeuta como de un “hombre de la calle” que ha sido imbuido de tales puntos de vista y creencias.

Si el cliente ya cree que es pequeño frente al gran inconsciente, puede ser difícil convencerlo, siempre existe la tentación de trabajar con él de manera psicoterapéutica. Del mismo modo, en el otro sentido: un cliente que cree en su propia fuerza, en la fuerza de su conciencia y de su razón, gruñirá con escepticismo al hablar del inconsciente. De manera similar, si un psicólogo cree en el poder de la mente, será convincente en la psicología del desarrollo. Si no cree en la mente y cree en el inconsciente, solo será un psicoterapeuta.

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