Psicología

Todos pelean y se enojan a veces. Pero puede resultar difícil soportar las rabietas y arrebatos de ira de otra persona, porque muchas veces no entendemos cómo responder a este enfado. El psicólogo clínico Aaron Carmine explica por qué intentar calmar a una persona enfadada solo echa leña al fuego.

Actuamos con las mejores intenciones cuando tratamos de comunicarnos con una persona enojada. Pero la mayoría de las veces, ni las discusiones, ni los intentos de burlarse, y mucho menos las amenazas, ayudan a sobrellevar la situación y solo exacerban el conflicto. No hemos aprendido a lidiar con tales problemas emocionales, por lo que cometemos errores. ¿Qué estamos haciendo mal?

1. Demostramos nuestra inocencia

“Honestamente, ¡yo no lo hice!” Tales frases dan la impresión de que estamos llamando mentiroso al oponente y estamos de humor para la confrontación. Es poco probable que esto ayude a calmar al interlocutor. El problema no es quién es culpable o quién es inocente. No somos criminales, y no necesitamos justificarnos. El problema es que el interlocutor está enfadado, y ese enfado le duele. Nuestra tarea es aliviarlo, no agravarlo fomentando el conflicto.

2. Intentar ordenar

“Cariño, cálmate. ¡Consíguelo! ¡Deténgase inmediatamente!” No quiere obedecer órdenes, quiere controlar a los demás él mismo. Es mejor centrarse en el autocontrol. Es doloroso y malo no solo para él. Sólo nosotros mismos podemos evitar que nos inquiete.

3. Intentar predecir el futuro

Nuestra vida ahora está siendo controlada por otra persona, y estamos tratando de resolver este desagradable problema escapando hacia el futuro. Proponemos soluciones imaginarias: “Si no te detienes de inmediato, tendrás problemas”, “Te dejaré”, “Llamaré a la policía”. Una persona percibirá correctamente tales declaraciones como amenazas, un engaño o un intento de compensar nuestro sentido de nuestra propia impotencia. No se impresionará, le dolerá más. Mejor quédate en el presente.

4. Intentamos confiar en la lógica

A menudo cometemos el error de tratar de encontrar una solución lógica a los problemas emocionales: «Cariño, sé razonable, piensa bien». Estamos equivocados, esperando que cualquiera pueda ser persuadido si se dan argumentos fuertes. Como resultado, solo perdemos el tiempo en explicaciones que no traerán ningún beneficio. No podemos influir en sus sentimientos con nuestra lógica.

5. Adquirir comprensión

No tiene sentido tratar de convencer a una persona enojada para que comprenda la situación y se dé cuenta de sus errores. Ahora lo percibe como un intento de manipularlo y someterlo a nuestra voluntad, o hacerlo quedar mal, aunque “sabe” que tiene “razón”, o simplemente hacerlo quedar como un tonto.

6. Negarle el derecho a enfadarse

«No tienes derecho a enfadarte conmigo después de todo lo que he hecho por ti.» La ira no es un “derecho”, es una emoción. Por lo tanto, este argumento es absurdo. Además, al privar a una persona del derecho a la ira, la devalúas. Se lo toma en serio, lo lastimaste.

No olvides que una razón menor para un arrebato, como "¡Tiraste mi vaso!", probablemente sea solo una razón superficial. Y debajo de él hay todo un mar de rabia acumulada, a la que durante mucho tiempo no se le dio salida. Por lo tanto, no debe intentar demostrar que su interlocutor está supuestamente enojado por tonterías.

7. Tratando de ser gracioso

«Tu cara se puso roja, que gracioso». No hace nada para reducir la intensidad de la ira. Te burlas de la persona, demostrando así que no te tomas en serio su ira. Estas emociones le causan un dolor considerable y es importante que se le tome en serio. No apagar incendios con gasolina. A veces el humor ayuda a aligerar el estado de ánimo, pero no en esta situación.

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