Familias mixtas: el equilibrio adecuado

Vivir con el hijo del Otro

Atrás quedaron los días en que prevalecía la familia tradicional. Las familias recompuestas se acercan hoy al modelo de la familia clásica. Pero manejar las relaciones con el hijo del Otro puede ser una situación difícil de abordar.   

 ¿Quién puede saber lo que depara el futuro? Según el INSEE*, el 40% de los matrimonios acaban en separación en Francia. Uno de cada dos en París. Resultado: 1,6 millones de niños, o uno de cada diez, viven en una familia reconstituida. Problema: al joven muchas veces le cuesta aceptar esta situación. Como muestra Imat, en el foro Infobebes.com: “Tengo cuatro hijos de un primer matrimonio, mi pareja tiene tres. Pero sus hijos excluyen obedecerme, no quieren ver a su padre si estoy presente y apartan sus platos cuando estoy preparando la comida. “

 El niño, en efecto, percibe a la nueva pareja de su padre o de su madre, como un intruso. Voluntaria o inconscientemente, puede tratar de frustrar esta nueva relación, con la esperanza de “reparar” a sus padres.

 ¡Cubrirlo con regalos o satisfacer todos sus caprichos para despertar su simpatía está lejos de ser la solución correcta! “El niño ya tiene su historia, sus hábitos, sus creencias. Hay que conocerlo, sin cuestionarlo”, explica la psiquiatra infantil, Edwige Antier (autora de el hijo del otro, ediciones de Robert Laffont).

 

 Algunas reglas para evitar conflictos

 - Respete la negativa del niño a confiar. Se necesita tiempo para domar, para crear un vínculo. Para ello, pasen tiempo juntos, organicen actividades que a ella le gusten (deporte, compras, etc.).

 - No busque reemplazar al padre ausente. En cuestiones de afecto y autoridad, no se puede tener el papel de padre o de madre. Para aclarar las cosas, juntos definan las reglas de la vida común para la familia ensamblada (quehaceres domésticos, ordenar las habitaciones, etc.)

 - ¡Cada uno tiene su propio espacio! Lo mejor es organizar una reunión familiar para arreglar una nueva organización de la casa. Los niños también tienen su palabra. Si no puede evitar compartir su habitación con su medio hermano, debe tener derecho a su propio escritorio, sus propios cajones y estantes para guardar sus pertenencias personales.

 

* encuesta de historia familiar, realizada en 1999

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