«Nada que ponerse»: 7 razones principales de esta condición y cómo superarlas

Esto le sucede a todas las mujeres de vez en cuando: por la mañana nos paramos frente a un armario abierto y no entendemos qué ponernos. Durante el cambio de estaciones del año, el estado de “nada que ponerse” se agrava especialmente. La especialista en estilo y compras conscientes Natalya Kazakova identifica siete razones para esta situación recurrente y dice cómo lidiar con ellas.

1. «La ropa tartamudea»

Habiendo estudiado cuidadosamente su propio guardarropa, a menudo puede comprender que la mayoría de las cosas que contiene son similares entre sí, solo cambian pequeños detalles. Por lo general, cuando me invitan a analizar el guardarropa, en el armario del cliente encuentro 5-6 pantalones negros, 3-6 jeans que parecen dos gotas de agua similares entre sí, o una cadena interminable de vestidos del mismo estilo.

Imaginemos que cada cosa es una palabra específica que te describe. Por ejemplo, los jeans son "relajados", los pantalones negros son "sobrios", una falda es "femenina", un suéter es "acogedor". Al mismo tiempo, cada tipo de producto, su color y estilo tendrán su propia palabra. Cuando no tienes nada que ponerte por la mañana, tu guardarropa parece carecer de las palabras adecuadas para expresar tu estado emocional. O, en el lenguaje de la ropa, los colores, estilos y detalles correctos.

Y la razón clave es el tartamudeo de la ropa. Hay muchas cosas, pero no hay variedad en color o estilo. Y resulta que cada imagen es un disco rayado. “Nada que ponerse” significa que tu ropa no es capaz de expresar el estado emocional que estás experimentando actualmente. La vida se vuelve monótona: vemos solo un lado de nosotros mismos, rechazando otras manifestaciones. Y la razón técnica es la falta de conocimiento estilístico y tiempo para experimentar en la tienda.

2. Estilo de vida y desequilibrio en el guardarropa

Un ejemplo vívido de tal desequilibrio se puede encontrar en el guardarropa de una mujer que trabajaba en una oficina y luego se fue de baja por maternidad y aún no es consciente del cambio en los roles de su vida. El 60% de su guardarropa todavía consiste en artículos de oficina, 5-10% de artículos para el hogar, 30% de artículos cómodos, comprados por casualidad, apresuradamente. Y esto a pesar de que esta mujer pasa el 60% de su tiempo en casa, el 30% en paseos con un niño, y solo el 10% del tiempo lo elige para eventos y reuniones sin un niño.

Las situaciones pueden ser diferentes, pero la esencia es la misma: la forma de vida es radicalmente diferente de las capacidades del vestuario. Lo más probable es que, en este caso, una persona no pueda aceptar su vida real y viva en otro mundo "deseado". La discrepancia entre “querer” y “comer” vuelve a provocar una crisis en el armario.

3. Falta de goles

La falta de metas en la vida conduce a una abundancia de compras impulsivas. Se trata de la falta de enfoque en un objetivo específico. En lugar de obtener la imagen perfecta, cuando una cosa en el guardarropa complementa a la otra y juntas forman imágenes holísticas, hay un caos total.

4. Creencias limitantes de la pobreza

Muchos de nosotros crecimos en tiempos de escasez total, y en la mayoría de las familias era costumbre ahorrar en todo. Nuestras abuelas y bisabuelas pensaban más en cómo alimentar a sus hijos que en cómo vestirlos. Llevaban ropa hasta los agujeros, alterada y desgastada. Y también transmitieron instrucciones de que las cosas deben protegerse y en ningún caso desecharse.

Como resultado, para muchas mujeres, tirar una cosa es, en un nivel inconsciente, equivalente a traicionar tradiciones, reglas o normas transmitidas de generación en generación.

5. «Anclajes» emocionales

“Compré esta falda cuando fui a Praga como estudiante, ¡no puedo tirarla!” exclamó uno de mis clientes durante el análisis del guardarropa. A pesar de que la falda ha perdido su apariencia durante mucho tiempo. Cada cosa en el proceso de su uso acumula emociones y recuerdos. Luego, esta montaña de recuerdos yace como un peso muerto en los gabinetes, bloqueando el acceso a nuevas posibilidades y combinaciones.

6. Beneficio secundario

La situación crónica de «nada que ponerse» siempre conlleva un beneficio secundario. Una de mis alumnas, en el proceso de analizar las creencias relacionadas con la vestimenta, se dio cuenta de que es beneficioso para ella quejarse de la falta de cosas y, en consecuencia, vestirse de manera inapropiada, porque entonces se siente con derecho a preguntar a sus padres y esposo. para ayudarla con los niños o las tareas del hogar.

Si se viste bien y, como resultado, está de buen humor, no podrá despertar lástima y se le negará el apoyo. En su imagen del mundo, si una mujer es hermosa, bien arreglada y no se queja de nada, no necesita apoyo y debe hacer frente a todo por sí misma. Y esta creencia se manifiesta en el vestuario.

7. Confusión y vacilación

Algunos de nosotros tendemos a aferrarnos a diferentes cosas y no llevar nada hasta el final. Lo más probable es que en nuestro armario en este caso sea posible encontrar cosas que no combinen con nada. Lo mismo puede decirse de las personas emocionales y las que están bajo estrés. En las compras buscan la oportunidad de obtener una dosis de placer. Es cierto que esto termina con aún más estrés, porque el dinero se gasta nuevamente, pero no hay resultado.

Seis pasos hacia ti

¿Cómo decir adiós a esta situación de una vez por todas? Vale la pena seguir los siguientes pasos.

  1. Tome la decisión de cerrar la pregunta de "nada que ponerse", mientras la aborda conscientemente. Date cuenta de que en realidad estás poniendo en orden no solo el vestuario, sino también las emociones y los pensamientos. Permítete dejar ir el pasado y dejar entrar nuevas posibilidades.
  2. Piensa y anota cuánto tiempo durante el mes dedicas al trabajo (especialmente en reuniones importantes con clientes), descanso, reuniones con amigos, paseos con niños, citas. Determina la proporción aproximada. En base a ello, vale la pena formar un armario.
  3. Escribe metas para seis meses a un año. Cuando llegue la claridad, podrá comprender qué cosas lo ayudarán a lograr sus objetivos y qué lo alejará de ellos. Se trata de cómo nos sentimos en esta o aquella ropa o imagen. Cuanto más precisos sean los objetivos, más fácil será determinar qué cosas se necesitan para lograr el efecto correcto.
  4. Organiza tu guardarropa. Tómese el tiempo para probarse cosas. Recuperar el ancla emocional que les quedó, soltar cada cosa, dejando la emoción para uno mismo. Esto ayudará a descargar tu guardarropa de ropa que en realidad estuvo desactualizada durante mucho tiempo, pero te retuvo psicológicamente. Si tiene muchas cosas, puede completar la tarea en varias visitas, clasificando una categoría a la vez, por ejemplo, faldas. Al analizar, debe tener en cuenta las características estilísticas y emocionales de la cosa.
  5. Toma fotos de todas las cosas que quieras dejar. Haz conjuntos de ellos, preguntándote cada vez si este conjunto te pondrá en un estado que te ayudará a alcanzar tu meta. Responda no con su mente, sino con su cuerpo. Si la ropa que llevas puesta te hace relajarte y sonreír, entonces has dado en el blanco.
  6. Haz una lista de las compras necesarias para que puedas ir de compras con ella de manera eficiente, tranquila y consciente.

El vestuario refleja nuestra condición más que cualquier otra cosa. Un enfoque consciente y estructurado de su guardarropa, junto con una actitud interna para resolver la situación de una vez por todas en el futuro, le brindarán tranquilidad, placer y ahorro de tiempo. También te dará confianza y te dará la oportunidad de mostrar diferentes facetas de tu personalidad y avanzar hacia tus objetivos.

Deje un comentario