Una epidemia de desobediencia: qué hacer si las recompensas y los castigos no funcionan

Los niños de hoy son diferentes a las generaciones anteriores: no son capaces de controlarse a sí mismos y no saben cómo reprimir las emociones. ¿Cómo enseñarles a manejar su comportamiento? Consejos de la periodista y psicóloga Katherine Reynolds Lewis.

Los trucos habituales, como «siéntate y piensa en tu comportamiento» y el buen método antiguo de recompensar, no funcionan con los niños de hoy. Imagínese que su hijo no pudiera andar en bicicleta hasta la señal de alto y regresar. ¿Lo enviaría a "sentarse y pensar" solo por esto? Por supuesto que no. En primer lugar, esto no tiene sentido: el niño necesita desarrollar el equilibrio y la coordinación, y el castigo no lo ayudará en esto. En segundo lugar, de esta forma le privarás de una maravillosa oportunidad de aprender… aprender.

Los niños no deben dejarse influir por premios y castigos. En cambio, los padres deben enseñar a sus hijos el autocontrol, incluso con el ejemplo. ¿Qué ayudará con esto?

Soporte

Sea consciente de los factores que pueden influir en el comportamiento de su hijo: horarios demasiado ocupados, falta de sueño o aire fresco, uso excesivo de aparatos, mala nutrición, problemas de aprendizaje, atención o estado de ánimo. Nuestra tarea como padres no es obligar a los niños a hacer todo bien. Necesitamos darles más independencia y responsabilidad, enseñarles lo que se necesita para tener éxito y brindarles apoyo emocional cuando fracasen. No pienses: “¿Qué le puedo prometer o amenazar para que se porte bien?” Piensa: “¿Qué necesitas enseñarle para esto?”

Contacto

La empatía de quienes nos rodean, especialmente la madre y el padre, y el contacto físico nos ayudan a todos a controlarnos mejor. Las interacciones uno a uno con el niño, el estímulo, las actividades de ocio semanales para toda la familia, las tareas del hogar juntos y el reconocimiento de la ayuda o los intereses del niño (en lugar de «elogios en general») son útiles para mantener el apego. Si el bebé está molesto, primero restablezca el contacto y solo luego actúe.

Diálogo

Si un niño tiene un problema, no lo resuelva usted mismo. Y no pretenda saber lo que está mal: primero escuche al niño. Háblale con tanto respeto como lo harías con un amigo. No dicte, no imponga su punto de vista, pero comparta información.

Intenta decir «no» lo menos posible. En su lugar, utilice "cuando... entonces" y afirmaciones positivas. No etiquetes a tu hijo. Cuando describa su comportamiento, asegúrese de mencionar los rasgos positivos que haya notado. La retroalimentación sobre un comportamiento o logro en particular alentará al niño a tomar más medidas, mientras que los “elogios en general” pueden resultar contraproducentes.

Límites

Las consecuencias de ciertas acciones deben acordarse de antemano, de mutuo acuerdo y con respeto mutuo. Las consecuencias deben ser adecuadas a la ofensa, conocidas de antemano y lógicamente relacionadas con el comportamiento del niño. Que aprenda de su propia experiencia.

Duties

Haga que el niño sea responsable de parte de las tareas del hogar: lavar los platos, regar las flores, limpiar la guardería. La tarea en general recae enteramente en el área de su responsabilidad. Si la escuela pide demasiado, hable con el maestro o ayude al niño a mantener esa conversación (por supuesto, debe comprender de antemano si esa conversación tiene sentido).

Habilidades

Concéntrese menos en los logros académicos, los deportes y las artes y más en el manejo emocional, la acción decidida y las habilidades para la vida. Ayude a su hijo a descubrir qué funciona mejor para calmarlo: un rincón tranquilo, hacer ejercicio, una rueda giratoria o una pelota antiestrés, conversación, abrazos u otra cosa.

El mal comportamiento es una “hierba” que crece si la “fertilizas” con tu atención. No cometas este error. Es mejor tener en cuenta los casos en que el niño se comporta de la manera que le gustaría.


Fuente: C. Lewis «Good News About Bad Behavior» (Career Press, 2019).

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