neumonía peligrosa

La neumonía es un oponente formidable. Por lo general, es causada por infecciones previas del tracto respiratorio y las complicaciones que siguen. El tratamiento no es fácil y, a menudo, termina con una hospitalización, especialmente cuando una persona mayor está enferma.

La neumonía se define como cualquier inflamación que ocurre en los pulmones, en los alvéolos y en el tejido intersticial. Esta enfermedad ocurre con bastante frecuencia, independientemente de la temporada. Es importante destacar que puede ocurrir de manera complicada, sin síntomas inicialmente perceptibles.

Ataque de virus

Una infección descuidada y no tratada (bacteriana o viral) del tracto respiratorio superior (secreción nasal, laringitis) puede propagarse fácilmente al tracto respiratorio inferior y provocar bronquitis o neumonía. Esto es especialmente cierto cuando el virus es virulento y se reduce la inmunidad del cuerpo.

Los virus son responsables de la llamada neumonía viral, el curso más grave es la neumonía por influenza. Este tipo ataca con mayor frecuencia durante los períodos epidémicos. La enfermedad generalmente procede en dos fases. Al principio, solo tratamos los síntomas de un resfriado: los pacientes se quejan de malestar, fiebre, escalofríos, dolor en los músculos, articulaciones, cabeza, están débiles. A veces no son conscientes de la enfermedad que desarrollan. Solo después de unos pocos o incluso varios días, cuando el tejido pulmonar se ve afectado, aparecen síntomas del sistema respiratorio: dolor en el pecho, dificultad para respirar y tos seca y agotadora.

Bacterias furtivas

A veces, la neumonía gripal (viral) se complica con una sobreinfección bacteriana y se convierte en la llamada neumonía bacteriana. Generalmente ataca a personas inmunodeprimidas, especialmente niños y ancianos. Este tipo de inflamación se ve favorecida por: enfermedades respiratorias crónicas, por ejemplo, bronquitis crónica, enfisema, bronquiectasias, enfermedades cardiovasculares crónicas, por ejemplo, defectos cardíacos, inmunidad corporal reducida debido a otras enfermedades, infección viral, especialmente influenza, infección nosocomial. Los síntomas de la inflamación se manifiestan en forma de fiebre alta repentina, a menudo por encima de los 40 ° C. También hay escalofríos, sudoración profusa y debilidad severa. Hay tos con mucha secreción, dolores en el pecho y disnea de gravedad variable. La causa más común de neumonía es Streptococcus pneumoniae: representa alrededor del 60-70% de todas las inflamaciones. Este tipo de enfermedad suele ir precedida de infecciones del tracto respiratorio superior. El segundo factor inflamatorio más común es la bacteria Haemophilus influenzae. La neumonía estafilocócica puede ser una complicación de la gripe u otra infección viral.

¿Qué se necesita para el diagnóstico?

Ya durante la auscultación y percusión del tórax, el médico nota cambios en los pulmones, presentes tanto en la neumonía viral como bacteriana: escucha crepitantes, estertores, sibilancias. A veces ordena una radiografía para confirmar un diagnóstico. En la neumonía viral, la imagen es borrosa, el sombreado del lóbulo bacteriano es manchado y confluente, y puede haber líquido en la cavidad pleural. A veces son necesarias pruebas adicionales: sangre, secreciones bacterianas, broncoscopia, tomografía computarizada de los pulmones.

Tratamiento bajo la supervisión de un médico.

El tratamiento de la neumonía debe estar bajo estricta supervisión médica y sus métodos dependen de la causa de la inflamación. Los antibióticos generalmente son innecesarios en la inflamación viral, aunque a veces un médico puede recetarlos para prevenir una sobreinfección bacteriana. Con mayor frecuencia se recetan analgésicos, expectorantes y medicamentos para bajar la fiebre. A veces se necesita oxigenoterapia y medicamentos para el corazón. El antibiótico es un fármaco eficaz contra las bacterias. Adecuadamente seleccionados deben administrarse desde el inicio de la enfermedad. Sucede que el médico, después de unos días de tratamiento ineficaz, cambia el medicamento por otro diferente. La terapia con antibióticos no debe interrumpirse, solo el médico toma esta decisión.

Es muy importante mantener abiertas las vías respiratorias. Debe toser con la mayor frecuencia posible, darse palmaditas en el pecho, realizar ejercicios de respiración (acostado con las piernas dobladas por las rodillas, respirar profundamente por la nariz mientras empuja el estómago hacia afuera y exhalar lentamente por la boca con tirones de estómago - 3 veces al día durante 15 minutos). También hay que darle muchos líquidos, unos 2 litros al día. Gracias a ellos, la viscosidad del esputo disminuirá, lo que facilitará su expectoración. Una dieta sana pero fácilmente digerible también es importante.

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¿Cuándo al hospital?

La neumonía se puede tratar en casa, pero siempre bajo la supervisión de un médico. Sin embargo, en algunos casos es necesaria la hospitalización. Esto sucede cuando el curso de la enfermedad es grave y el paciente se encuentra en malas condiciones. Esto se aplica principalmente a los ancianos y los niños.

Vale la pena enfatizar que la neumonía puede conducir a complicaciones graves. Las personas gravemente enfermas, especialmente las que padecen otras enfermedades respiratorias, pueden sufrir insuficiencia respiratoria grave. Las personas con enfermedades cardiovasculares crónicas, diabetes y cáncer también tienen un mayor riesgo. Si ocurre pleuresía, la acumulación de líquido comprime los pulmones y dificulta la respiración. El absceso pulmonar, es decir, la necrosis del tejido pulmonar provocada por microorganismos que provocan lesiones purulentas, puede ser una complicación grave. A veces, las complicaciones de la neumonía bacteriana pueden provocar una sepsis potencialmente mortal.

Texto: Anna Romaszkan

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