Sanando el alma, tratamos el cuerpo?

Los filósofos antiguos comenzaron a oponer alma y cuerpo. Hemos heredado su visión del mundo. Pero las enfermedades físicas y mentales están interconectadas. Es hora de aprender a curarte a ti mismo con esta realidad en mente.

“El médico dijo que no me duele nada la espalda por la artrosis y es muy posible que pase pronto. ¡Realmente no lo creía, porque durante casi un año me desperté con dolor! Pero a la mañana siguiente, mi espalda estaba completamente bien y todavía no me duele, aunque han pasado varios años ”, dice Anna, de 52 años.

Según ella, este médico no poseía ningún encanto especial. Sí, y de profesión no era reumatólogo en absoluto, sino ginecólogo. ¿Por qué sus palabras tuvieron un efecto tan mágico?

Maravillas del inconsciente

La cura es el enigma del inconsciente. Lama tibetano Phakya Rinpoche1 contó cómo a principios de la década de 2000, la meditación lo ayudó a sobrellevar la gangrena de su pierna, cuando los médicos insistieron en amputarla. Pero el Dalai Lama, a quien recurrió en busca de consejo, escribió: “¿Por qué buscas sanación fuera de ti mismo? Tienes sabiduría curativa en ti mismo, y cuando estés curado, le enseñarás al mundo cómo curar”.

Cinco años más tarde, caminaba incluso sin muletas: la meditación diaria y una alimentación saludable funcionaron. ¡Un resultado que solo un verdadero virtuoso de la meditación puede lograr! Pero este caso demuestra que el poder terapéutico de nuestro espíritu no es una ilusión.

El hombre es uno. Nuestra actividad mental afecta la biología y la fisiología.

La medicina china también cree que nuestro “yo”, la psique y el cuerpo forman una trinidad. El mismo punto de vista es compartido por el psicoanálisis.

“Hablo con mi cuerpo incluso cuando no lo conozco”, dijo Jacques Lacan. Recientes descubrimientos científicos en el campo de la neurología han confirmado estas suposiciones. Desde la década de 1990, se han realizado numerosos estudios que han identificado vínculos entre el sistema inmunitario, las hormonas y el sistema mental.

La medicina farmacológica clásica, de acuerdo con el concepto del cuerpo como máquina, tiene en cuenta solo nuestra envoltura material: el cuerpo, pero la persona es un todo único. Nuestra actividad mental influye en la biología y la fisiología.

Entonces, con la diabetes, que, a primera vista, tiene poco que ver con los trastornos psicológicos, la condición mejora cuando el paciente desarrolla una relación de confianza con el médico tratante.2.

El poder de la imaginación

El término “psicosomática” fue introducido en 1818 por el psiquiatra austriaco Johann Christian August Heinroth. Afirmó que los impulsos sexuales afectan la epilepsia, la tuberculosis y el cáncer.

Pero el primer médico psicosomático en el sentido moderno fue el contemporáneo de Freud, Georg Groddeck. Él creía que cualquier síntoma corporal tenía un significado oculto que necesitaba ser analizado cuidadosamente: por ejemplo, un dolor de garganta podía significar que una persona estaba harta…

Por supuesto, tal concepto debe abordarse con precaución. Solo comprender las causas del trastorno no es suficiente para la recuperación. Por desgracia, el alma nos enferma más rápido de lo que los cura.

La medicina moderna ya no considera la enfermedad de forma aislada, sino que busca tener en cuenta diversos factores.

Otros enfoques (en particular, la hipnosis Ericksoniana, PNL) apelan al poder creativo de la imaginación y sus propiedades curativas. Se basan en el buen método de autohipnosis desarrollado en la década de 1920 por Émile Coué, quien afirmó: “Si, cuando estamos enfermos, imaginamos que la recuperación llegará pronto, entonces realmente llegará si es posible. Incluso si no se produce la recuperación, el sufrimiento se reduce en la medida de lo posible.3.

Propuso una fórmula sencilla: “Cada día estoy mejorando en todos los sentidos”, que el paciente debía repetir por la mañana y por la noche.

El oncólogo Carl Simonton, quien desarrolló la técnica de imágenes terapéuticas en la década de 1970, sostuvo puntos de vista similares. Todavía se usa en el tratamiento de pacientes con cáncer. Por ejemplo, podéis imaginaros que la enfermedad es un castillo que hay que destruir, y el sistema inmunológico es un tanque, un huracán o un tsunami implicados en su destrucción…

La idea es movilizar los recursos internos del cuerpo, dando rienda suelta a la imaginación e imaginando que nosotros mismos expulsamos las células afectadas del cuerpo.

en todos los frentes

La medicina moderna ya no considera la enfermedad de forma aislada, sino que busca tener en cuenta diversos factores.

“En los años 70 del siglo II, se llevó a cabo un grandioso foro médico en la India, al que asistieron representantes de la salud de más del 2/3 de los países del mundo. El foro propuso un modelo biopsicosocial para el desarrollo de la enfermedad, dice el psicoterapeuta, especialista en psicoterapia orientada al cuerpo Artur Chubarkin. – Es decir, como causas de la enfermedad, además de las biológicas (genética, virus, hipotermia…), se empezaron a considerar igualmente factores psicológicos (comportamiento, tipo de personalidad, grado de infantilismo) y sociales (si una persona vive su vida , el estado de la medicina en su país). El foro propuso influir simultáneamente en los tres grupos de causas en aras de la curación de los pacientes.

Hoy, ya no esperamos que el trueno golpee y tengamos que correr a los médicos. Cada vez son más las personas que utilizan a diario prácticas que tienen un efecto beneficioso tanto para el alma como para el cuerpo: meditación, yoga, relajación…

También es más probable que prioricemos las respuestas conductuales que crean vínculos con otras personas: empatía, altruismo y gratitud. Quizás una buena relación con todos los que nos rodean sea el mejor camino hacia una buena salud.


1 En meditación me salvó (en coautoría con Sophia Striel-Revere).

2 “Historia de la psicosomática”, conferencia del 18 de junio de 2012, disponible en societedepsychosomatiqueintegrative.com.

3 Emile Coué “Escuela de autocontrol a través de la autohipnosis consciente (intencional)” (LCI, 2007).

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