Cómo el lloriqueo crónico envenena nuestras vidas

Es mucho más agradable sufrir por la compañía; obviamente, por eso nos encontramos periódicamente con llorones crónicos. Es mejor alejarse de esas personas lo antes posible, de lo contrario, eso es todo: el día se ha ido. Los familiares, amigos y colegas eternamente insatisfechos no solo envenenan la atmósfera: los investigadores han descubierto que ese entorno es gravemente dañino para la salud.

¿Alguna vez te has preguntado por qué la gente se queja? ¿Por qué algunos expresan su insatisfacción solo ocasionalmente, mientras que a otros siempre les va mal? ¿Qué significa realmente “quejarse”?

El psicólogo Robert Biswas-Diener cree que quejarse es una forma de expresar insatisfacción. Pero cómo y con qué frecuencia la gente lo hace es otra cuestión. La mayoría de nosotros tenemos un cierto límite para las quejas, pero algunos lo tenemos demasiado alto.

La tendencia a lloriquear depende principalmente de la capacidad de mantener el control sobre las circunstancias. Cuanto más indefensa es una persona, más a menudo se queja de la vida. También influyen otros factores: la resistencia psicológica, la edad, el deseo de evitar el escándalo o “salvar las apariencias”.

Hay otra razón que no tiene que ver con situaciones específicas: el pensamiento negativo tiñe de negro todo lo que sucede. El medio ambiente juega un papel importante aquí. Los estudios muestran que los hijos de padres de mentalidad negativa crecen con la misma visión del mundo y también comienzan a lloriquear y quejarse constantemente del destino.

Tres tipos de quejas

En general, todos se quejan, pero todos tienen una forma diferente de hacerlo.

1. Quejidos crónicos

Todo el mundo tiene al menos un amigo así. Los quejosos de este tipo solo ven problemas y nunca soluciones. Todo es siempre malo para ellos, independientemente de la situación en sí y sus consecuencias.

Los expertos creen que sus cerebros están preprogramados para las percepciones negativas, ya que la tendencia a ver el mundo exclusivamente bajo una luz sombría se ha convertido en una tendencia constante. Esto afecta su estado mental y físico e inevitablemente afecta a los demás. Sin embargo, los quejosos crónicos no están desesperados. Las personas con tal mentalidad pueden cambiar; lo principal es que ellos mismos lo desean y están listos para trabajar en sí mismos.

2. "Reinicio de vapor"

El motivo principal de estos quejosos radica en la insatisfacción emocional. Están obsesionados con ellos mismos y con sus propias experiencias, en su mayoría negativas. Mostrando enojo, molestia o resentimiento, confían en la atención de sus interlocutores. Basta con que se les escuche y se les simpatice, entonces sienten su propia importancia. Como regla general, estas personas descartan los consejos y las soluciones propuestas. No quieren decidir nada, quieren reconocimiento.

La liberación de vapor y el lloriqueo crónico comparten un efecto secundario común: ambos son deprimentes. Los psicólogos realizaron una serie de experimentos, evaluando el estado de ánimo de los participantes antes y después de las quejas. Como era de esperar, aquellos que tuvieron que escuchar quejas y quejas se sintieron repugnantes. Sorprendentemente, los denunciantes no se sintieron mejor.

3. Quejas constructivas

A diferencia de los dos tipos anteriores, una queja constructiva tiene como objetivo la solución de un problema. Por ejemplo, cuando culpas a tu pareja por gastar demasiado en una tarjeta de crédito, esta es una queja constructiva. Especialmente si indica claramente las posibles consecuencias, insista en la necesidad de ahorrar dinero y ofrezca pensar juntos cómo proceder. Desafortunadamente, tales quejas representan solo el 25% del total.

Cómo los llorones afectan a los demás

1. La empatía promueve el pensamiento negativo

Resulta que la capacidad de compasión y la capacidad de imaginarse a sí mismo en un lugar extraño pueden hacer un flaco favor. Al escuchar a un llorón, involuntariamente experimentamos sus sentimientos: ira, desesperación, descontento. Cuanto más a menudo nos encontremos entre esas personas, más fuertes se vuelven las conexiones neuronales con las emociones negativas. En pocas palabras, el cerebro aprende una forma negativa de pensar.

2. Comienzan los problemas de salud

Estar entre aquellos que maldicen constantemente las circunstancias, las personas y el mundo entero es un estrés considerable para el cuerpo. Como se mencionó anteriormente, el cerebro trata de adaptarse al estado emocional de una persona que se queja, por lo que también nos enfadamos, molestamos, molestamos, entristecemos. Como resultado, aumentan los niveles de cortisol, conocida como la hormona del estrés.

Al mismo tiempo que el cortisol, se produce adrenalina: de esta forma, el hipotálamo reacciona ante una posible amenaza. A medida que el cuerpo se prepara para “defenderse”, la frecuencia cardíaca aumenta y la presión arterial aumenta. La sangre corre a los músculos y el cerebro se sintoniza para la acción decisiva. El nivel de azúcar también sube, porque necesitamos energía.

Si esto se repite con regularidad, el cuerpo aprende un “patrón de estrés”, y el riesgo de desarrollar hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad aumenta muchas veces.

3. Disminución del volumen cerebral

El estrés regular empeora no solo el estado general de salud: el cerebro literalmente comienza a secarse.

Un informe publicado por Stanford News Service describe los efectos de las hormonas del estrés en ratas y babuinos. Se ha descubierto que los animales responden al estrés prolongado mediante la liberación activa de glucocorticoides, lo que conduce a la contracción de las células cerebrales.

Se llegó a una conclusión similar sobre la base de la resonancia magnética. Los científicos compararon imágenes de los cerebros de personas que coincidían en edad, género, peso y nivel de educación, pero diferían en que algunos habían sufrido depresión durante mucho tiempo, mientras que otros no. El hipocampo de los participantes deprimidos era un 15% más pequeño. El mismo estudio comparó los resultados de los veteranos de la Guerra de Vietnam con y sin diagnóstico de PTSD. Resultó que el hipocampo de los participantes del primer grupo es un 25% más pequeño.

El hipocampo es una parte importante del cerebro que es responsable de la memoria, la atención, el aprendizaje, la navegación espacial, el comportamiento objetivo y otras funciones. Y si se encoge, todos los procesos fallan.

En los casos descritos, los investigadores no pudieron probar ni refutar que fueran los glucocorticoides los que causaran el “encogimiento” del cerebro. Pero dado que el fenómeno se ha observado en pacientes con síndrome de Cushing, hay muchas razones para creer que sucede lo mismo con la depresión y el PTSD. El síndrome de Cushing es un trastorno neuroendocrino grave causado por un tumor. Se acompaña de una producción intensiva de glucocorticoides. Al final resultó que, es esta razón la que conduce a la reducción del hipocampo.

Cómo mantenerse positivo entre los quejosos

Elige bien a tus amigos

Los familiares y colegas no se eligen, pero bien podemos decidir con quién ser amigos. Rodéate de gente positiva.

Sea agradecido

Los pensamientos positivos generan sentimientos positivos. Todos los días, o al menos un par de veces a la semana, escribe aquello por lo que estás agradecido. Recuerda: para que un mal pensamiento pierda su poder, debes pensar dos veces en uno bueno.

No desperdicies tu energía en llorones crónicos

Puedes simpatizar tanto como quieras con las personas que se quejan de su dura vida, pero es inútil ayudarlas. Están acostumbrados a ver solo lo malo, por lo que nuestras buenas intenciones pueden volverse en nuestra contra.

Usa el “método del sándwich”

Comience con una afirmación positiva. Luego exprese su preocupación o queja. Al final, diga que espera un resultado exitoso.

Involucrar la empatía

Ya que tiene que trabajar codo a codo con el quejoso, no olvide que esas personas cuentan con atención y reconocimiento. En interés de la causa, muestre empatía y luego recuérdeles que es hora de continuar con el trabajo.

Mantente atento

Cuida tu comportamiento y pensamiento. Asegúrate de no copiar a las personas negativas y de no difundir la negatividad tú mismo. A menudo ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos quejando. Presta atención a tus palabras y acciones.

Evite los chismes

Muchos de nosotros estamos acostumbrados a reunirnos y desaprobar unánimemente el comportamiento o la situación de alguien, pero esto genera aún más insatisfacción y más quejas.

Aliviar el estrés

Reprimir el estrés es extremadamente dañino y, tarde o temprano, tendrá consecuencias nefastas. Camina, haz deporte, admira la naturaleza, medita. Haga cosas que le permitan alejarse de la situación quejumbrosa o estresante y mantener la paz mental.

Piensa antes de quejarte

Si tiene ganas de quejarse, asegúrese de que el problema sea real y pueda solucionarse, y que la persona con la que vaya a hablar pueda sugerirle una salida.

Estar entre llorones crónicos no solo es incómodo, sino también peligroso para la salud. El hábito de quejarse reduce la capacidad mental, aumenta la presión arterial y los niveles de azúcar. Trate de comunicarse con los llorones crónicos lo menos posible. Créame, no perderá nada, sino que, por el contrario, se volverá más saludable, más atento y más feliz.


Sobre el experto: Robert Biswas-Diener es psicólogo positivo y autor de The Big Book of Happiness y The Courage Ratio.

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