Cómo destetar a un niño para que llore

El quejido lastimero de un niño puede tener muchos motivos diferentes: cansancio, sed, malestar, necesidad de atención de un adulto… La tarea de los padres es entender el motivo y, lo que es más importante, enseñarle a gestionar sus emociones. Según el psicólogo Guy Winch, un niño de cuatro años puede eliminar notas quejumbrosas de su discurso. ¿Cómo ayudarlo a hacerlo?

Los niños pequeños aprenden a lloriquear alrededor de la edad en que pueden hablar en oraciones completas, o incluso antes. Algunos se deshacen de este hábito en primer o segundo grado, mientras que otros lo mantienen por más tiempo. En cualquier caso, pocas personas alrededor son capaces de soportar este lloriqueo agotador durante mucho tiempo.

¿Cómo suelen reaccionar los padres ante esto? La mayoría pide o exige del hijo (hija) que deje de actuar de inmediato. O muestran irritación de todas las formas posibles, pero es poco probable que esto evite que el niño llore si está de mal humor, si está molesto, cansado, hambriento o no se siente bien.

Es difícil para un niño en edad preescolar controlar su comportamiento, pero aproximadamente a la edad de tres o cuatro años, ya puede decir las mismas palabras con una voz menos quejumbrosa. La única pregunta es cómo lograr que cambie su tono de voz.

Afortunadamente, hay un truco simple que los padres pueden usar para alejar a su hijo de este comportamiento desagradable. Muchos adultos conocen esta técnica, pero muchas veces fallan cuando intentan usarla, porque no cumplen con la condición más importante: en el negocio de poner límites y cambiar hábitos, debemos ser 100% lógicos y consistentes.

Cinco pasos para dejar de lloriquear

1. Cada vez que su bebé comience a gemir, dígale con una sonrisa (para demostrar que no está enojado): “Lo siento, pero tu voz es tan quejumbrosa en este momento que mis oídos no pueden oír bien. Así que por favor dilo de nuevo con voz de niño/niña grande”.

2. Si el niño continúa lloriqueando, ponga su mano en su oído y repita con una sonrisa: “Sé que estás diciendo algo, pero mis oídos se niegan a funcionar. ¿Puedes decir lo mismo con una voz de niña/niño grande?”

3. Si el niño cambia el tono a uno menos quejumbroso, diga: “Ahora puedo oírte. Gracias por hablarme como un niño/niña grande”. Y asegúrese de responder a su solicitud. O incluso decir algo como: "Mis oídos se alegran cuando usas tu voz de niña/niño grande".

4. Si su hijo sigue lloriqueando después de dos pedidos, encójase de hombros y dese la vuelta, ignorando sus pedidos hasta que exprese su deseo sin lloriquear.

5. Si el gemido se convierte en un grito fuerte, diga: “Quiero escucharte, de verdad quiero escucharte. Pero mis oídos necesitan ayuda. Necesitan que hables con voz de niño/niña grande”. Si nota que el niño está tratando de cambiar la entonación y hablar con más calma, regrese al tercer paso.

Su objetivo es desarrollar gradualmente un comportamiento inteligente, por lo que es importante celebrar y recompensar cualquier esfuerzo temprano por parte de su hijo.

Condiciones importantes

1. Para que esta técnica funcione, tanto tú como tu pareja (si la tienes) deben responder siempre de la misma manera hasta que el hábito del niño cambie. Cuanto más persistente y estable seas, más rápido sucederá.

2. Para evitar luchas de poder con su hijo, trate de mantener un tono lo más tranquilo posible y anímelo cada vez que haga una solicitud.

3. Asegúrese de respaldar sus esfuerzos con palabras de aprobación dichas una vez (como en los ejemplos del punto 3).

4. No canceles tus exigencias y no bajes tus expectativas cuando veas que el niño comienza a esforzarse por ser menos caprichoso. Siga recordándole sus solicitudes de decir «qué grande» hasta que su tono de voz se vuelva más tenue.

5. Cuanto más tranquilo reaccione, más fácil será para el niño concentrarse en la tarea que tiene entre manos. De lo contrario, al notar la respuesta emocional a sus lloriqueos, el niño en edad preescolar puede reforzar el mal hábito.


Sobre el autor: Guy Winch es psicólogo clínico, miembro de la Asociación Americana de Psicología y autor de varios libros, uno de los cuales es Psychological First Aid (Medley, 2014).

Deje un comentario