Psicología

Hoy en día, el matrimonio se ha convertido en objeto de gran atención por parte de los psicólogos. En el mundo moderno, las conexiones y las relaciones son demasiado frágiles y muchos sueñan con una familia ideal como protección contra la adversidad externa, el último oasis de estabilidad y tranquilidad. Estos sueños nos hacen dudar de nosotros mismos y crean problemas de relación. Expertos franceses en Psicología desacreditan los mitos sobre las uniones felices.

Digamos de inmediato: ya nadie cree en una familia ideal. Sin embargo, no es por eso que hemos abandonado el concepto de la “familia ideal” que está presente en nuestros sueños y que, por regla general, es fundamentalmente diferente del “núcleo” familiar en el que crecimos o en el que vivimos. construido alrededor de nosotros mismos. Todos modelan esta idea de acuerdo con su experiencia de vida. Nos lleva al deseo de tener una familia sin defectos, que sirva de refugio del mundo exterior.

“El ideal es necesario, es el motor que nos ayuda a avanzar y desarrollarnos”, explica Robert Neuburger, autor de La pareja: mito y terapia. “Pero cuidado: si el listón está demasiado alto, pueden surgir dificultades”. Brindamos una guía de los cuatro principales mitos que impiden que los niños crezcan y los adultos cumplan con su deber sin culpa y sin dudas.

Mito 1. La comprensión mutua siempre reina en una buena familia.

Nadie se escandaliza, todos están dispuestos a escucharse, todos los malentendidos se aclaran de inmediato. Nadie da portazos, no hay crisis ni estrés.

Esta imagen es cautivadora. Porque hoy, en la era de las relaciones y vínculos más tambaleantes de la historia de la humanidad, el conflicto se percibe como una amenaza, asociada a malentendidos y omisiones, y por tanto a una posible explosión en el seno de una misma pareja o familia.

Por lo tanto, la gente trata de evitar todo lo que pueda servir como fuente de desacuerdo. Negociamos, negociamos, nos damos por vencidos, pero no queremos enfrentar el conflicto de frente. Esto es malo, porque las peleas curan las relaciones y permiten que cada uno sea juzgado según su papel e importancia.

Todo conflicto reprimido da lugar a una violencia subyacente, que eventualmente conduce a una explosión u otras consecuencias desagradables.

Para la mayoría de los padres, comunicarse con un niño significa hablar mucho. Demasiadas palabras, explicaciones, un millón de repeticiones conducen sin embargo al resultado contrario: los niños por lo general dejan de entender nada. La comunicación «suave» también se lleva a cabo mediante el lenguaje no verbal, es decir, los gestos, el silencio y la justa presencia.

En una familia, como en una pareja, no es para nada necesario contarse absolutamente todo. Los padres experimentan la intimidad emocional y verbal con sus hijos como evidencia de una verdadera participación. Los niños, por su parte, se sienten atrapados en este tipo de relaciones, al punto que recurren a medidas extremas (como las drogas) que expresan su profunda necesidad de separación. Los conflictos y las peleas les ayudarían a conseguir más aire y libertad.

Mito 2. Todos se aman

Siempre hay armonía y respeto; todo esto convierte tu hogar en un oasis de paz.

Sabemos que los sentimientos tienen un carácter ambivalente, por ejemplo, la rivalidad también forma parte del amor, así como la irritación, la ira o el odio… Si niegas esta versatilidad, entonces vives en desarmonía con tus propias emociones.

Y entonces, dos necesidades opuestas ocurren a menudo en una familia: el deseo de estar juntos y ser independientes. Encontrar el equilibrio adecuado, sin juzgarse a uno mismo ni a los demás, es dar un paso fundamental hacia la independencia y el respeto mutuo.

En el inconsciente colectivo, está viva la idea de que la correcta educación es la mínima manifestación de autoridad.

La vida conjunta está a menudo dotada de cualidades en las que reside un gran peligro. Por ejemplo, dicen: “Tengo hijos tan talentosos y dulces”, como si la familia fuera una especie de club basado en la relación de sus miembros. Sin embargo, no estás obligado a amar a los niños por sus virtudes o disfrutar de su compañía, solo tienes un deber como padre, transmitirles las reglas de vida y el mejor escenario para ello (de todos los posibles).

Al final, un niño "lindo" y "lindo" puede convertirse en uno completamente antipático. ¿Vamos a dejar de amarlo por esto? Tal «sentimentalización» de la familia puede ser fatal para todos.

Mito 3. A los niños nunca se les regaña.

No necesita reforzar su autoridad, no hay necesidad de castigo, el niño aprende fácilmente todas las reglas. Acepta las prohibiciones de sus padres, porque intuitivamente entiende que lo ayudan a crecer.

Este mito es demasiado fuerte para morir. En el inconsciente colectivo, está viva la idea de que la correcta educación es la mínima manifestación de autoridad. En el origen de este mito se encuentra la idea de que un niño contiene inicialmente todos los componentes necesarios para la vida adulta: basta con “fertilizarlos adecuadamente”, como si estuviéramos hablando de una planta que no requiere cuidados especiales.

Este enfoque es destructivo porque pasa por alto el «deber de transmisión» o «difusión» de los padres. La tarea de los padres es explicar al niño las reglas y los límites antes de que se los inviertan, para “humanizarlos” y “socializarlos”, en palabras de Françoise Dolto, la pionera de la psiquiatría infantil. Además, los niños reconocen muy temprano la culpa de los padres y los manipulan hábilmente.

El miedo de perturbar la armonía familiar por peleas con un niño termina siendo un obstáculo para los padres, y los niños usan hábilmente este miedo. El resultado es el chantaje, la negociación y la pérdida de la patria potestad.

Mito 4. Todo el mundo tiene oportunidades para expresarse.

El desarrollo personal es una prioridad. La familia no debe ser sólo “un lugar donde se aprende”, sino que también debe garantizar la plenitud de la existencia para todos.

Esta ecuación es difícil de resolver porque, según Robert Neuburger, el hombre moderno ha reducido significativamente su tolerancia a la decepción. Es decir, la ausencia de expectativas infladas es una de las condiciones para una vida familiar feliz. La familia se ha convertido en una institución que debe garantizar la felicidad de todos.

Paradójicamente, este concepto libera de responsabilidad a los miembros de la familia. Quiero que todo vaya por sí solo, como si un eslabón de la cadena pudiera funcionar de forma independiente.

No olvides que para los niños la familia es un lugar donde necesitan aprender a separarse para poder volar con sus propias alas.

Si todos son felices, esta es una buena familia, si la máquina de la felicidad funciona mal, es mala. Tal punto de vista es una fuente de duda perpetua. ¿Cuál es el antídoto para este venenoso concepto de «felices para siempre»?

No olvides que para los niños la familia es un lugar donde necesitan aprender a separarse para poder volar con sus propias alas. ¿Y cómo se puede querer salir volando del nido si se cumplen todos los deseos, pero no existe una motivación como tal?

Expansión familiar: un posible desafío

Si has hecho un segundo intento de formar una familia, necesitas liberarte de la presión de los «ideales». Sin embargo, los expertos creen que en la mayoría de los casos sucede lo contrario, y la tensión solo crece y la presión se vuelve insoportable tanto para los niños como para los padres. Los primeros no quieren sentirse responsables de los fracasos, los segundos niegan las dificultades. Ofrecemos varias formas de mantener la presión bajo control.

1. Dese tiempo. Conócete a ti mismo, encuentra tu lugar y toma tu territorio, maniobrando entre hijos, nietos, padres, abuelos, a tu ritmo y sin informar a nadie. Las prisas a menudo pueden conducir a desacuerdos y malentendidos.

2. Habla. No es necesario (ni recomendable) decirlo todo, pero es muy importante ser abierto sobre lo que crees que “no funciona” en el mecanismo familiar. Restaurar una familia significa decidir expresar tus dudas, miedos, reclamos, resentimientos a un nuevo cónyuge… Si dejas omisiones, esto puede dañar las relaciones y crear malentendidos.

3. El respeto es la cabeza de todo. En una familia, sobre todo si es de nueva formación (nuevo marido/mujer), nadie está obligado a querer a todos sus miembros, pero sí es necesario respetarse unos a otros. Esto es lo que sanará cualquier relación.

4. Evite las comparaciones. Comparar la nueva vida familiar con la anterior es inútil y peligroso, especialmente para los niños. Ser padres significa encontrar nuevos cauces para la creatividad y la originalidad, dos características esenciales en una nueva familia.

5. Pide ayuda. Si se siente incomprendido u ofendido, debe comunicarse con un terapeuta, un especialista en relaciones familiares o un defensor condicional. Protégete de comportamientos erróneos que se afiancen y de eventos que tomen un giro peor.

¿De qué sirve un mito?

El concepto de familia ideal es necesario, aunque duela. Tenemos un mito sobre la familia ideal en nuestras cabezas. Construimos relaciones para realizarlo, y en ese momento nos encontramos con que el ideal de uno no coincide con el ideal del otro. ¡Resulta que pensar en una familia ideal no es para nada una estrategia ideal!

Sin embargo, si no tuviéramos este mito, nuestras relaciones con el sexo opuesto no tendrían mucho sentido y durarían como máximo una noche. ¿Por qué? Porque faltaría la sensación de un “proyecto” que se puede crear juntos.

“Estamos tratando de hacer realidad nuestro noble sueño de una familia, lo que puede conducir a mentiras e incluso conflictos”, dice el psicólogo Boris Tsiryulnik. “Y ante el fracaso, nos enfadamos y le echamos la culpa a nuestra pareja. Necesitamos mucho tiempo para entender que el ideal muchas veces engaña y en este caso no se puede alcanzar la perfección.

Por ejemplo, los niños no pueden crecer sin una familia, pero pueden crecer en una familia, aunque sea difícil. Esta paradoja también se aplica a una pareja casada: la sensación de seguridad que ofrece nos hace más saludables y alivia el estrés. Por otro lado, la vida en común puede ser un obstáculo para muchos en el camino hacia la autorrealización. ¿Significa esto que nuestro sueño de una familia ideal es más necesario que doloroso?

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