Radiculalgia: causas, síntoma y tratamiento.

Radiculalgia: causas, síntoma y tratamiento.

La radiculalgia, también llamada dolor radicular, es causada con mayor frecuencia por la compresión de la raíz de un nervio espinal (unido a la médula espinal) cerca de la columna. Las causas de esta compresión pueden ser la osteoartritis de la columna, una hernia de disco o un tumor óseo o nervioso. Además, se han descrito causas inmunológicas. Una persona con radiculalgia sufre con frecuencia de dolor agudo. El tratamiento es, por un lado, medicación y, por otro, se basa principalmente en la rehabilitación por parte de un fisioterapeuta. Existen técnicas alternativas y la relajación o la meditación pueden ayudar a aliviar la ansiedad por el dolor en particular.

¿Qué es la radiculalgia?

La radiculalgia es un dolor de origen nervioso. Este dolor se llama radicular ya que afecta la raíz de los nervios. Esta condición es comúnmente causada por la compresión de un nervio espinal (unido a la columna vertebral) en su raíz. Tal compresión puede ser el resultado de una osteoartritis de la columna, una hernia de disco o incluso un tumor óseo o nervioso. Etimológicamente, el término radiculalagie se forma a partir del latín “radicula”, diminutivo de radix que significa raíz, y del sufijo de origen griego “algie” que significa dolor. Este dolor suele ser muy intenso. Se manifiesta a lo largo del camino del nervio. A partir de la columna, se extiende a las extremidades superiores o inferiores y, a menudo, se acompaña de alteraciones de la sensibilidad.

Dolor multifactorial

La radiculalgia es, de hecho, multifactorial: combina factores mecánicos y químicos. Los factores mecánicos más comunes son la tensión, como levantar una carga pesada, movimientos en falso como la torsión del cuerpo. En cuanto a los factores químicos más frecuentes, implican el simple contacto del nervio con el tejido situado entre los discos, que es capaz de provocar una reacción inflamatoria. Esto inducirá una reducción en la velocidad de conducción nerviosa.

Diagnóstico de dolor radical

El diagnóstico de radiculalgia se basa en la neuroimagen (tomografía computarizada o resonancia magnética) del área afectada. A veces también es necesario realizar exámenes electrofisiológicos. Si las imágenes no detectaron ninguna anomalía anatómica, el análisis del líquido cefalorraquídeo permitirá buscar causas infecciosas o inflamatorias. Además, también se estudiará el azúcar en sangre en ayunas para detectar una posible diabetes.

¿Cuáles son las causas de la radiculalgia?

Los trastornos del conducto radicular son causados ​​por hipertensión crónica o aguda que afecta una raíz nerviosa en o cerca de la columna. Por lo tanto, el dolor proviene, con mayor frecuencia, de la compresión de esta raíz nerviosa a nivel de una vértebra, y puede ser causado por:

  • un disco intervertebral herniado. Esta es la aparición de una hernia de disco a nivel del disco ubicado entre dos vértebras;
  • deformidades óseas causadas por artritis reumatoide o osteoartritis, que pueden comprimir las raíces nerviosas individuales. Así, el desgaste del disco intervertebral causado por la osteoartritis, por ejemplo, puede resultar en radiculalgia;
  • un estrechamiento del canal espinal ubicado en el medio de las vértebras de la espalda baja, que causa pellizcos de las raíces nerviosas;
  • el desarrollo de un tumor óseo o nervioso;
  • Además, la aparición de radiculalgia postoperatoria también puede ocurrir después de la cirugía de disco.

Primera causa de radiculalgia: hernia de disco

Una hernia de disco es la causa número uno de dolor de raíz. La explicación clásica es la de la compresión mecánica o deformación de las raíces nerviosas, que es la principal causa de dolor. Sin embargo, también debe saber que, además, la radiculalgia podría ser causada por un componente inflamatorio o inmunológico que puede ocurrir con una hernia de disco. Los resultados de un estudio científico mostraron que los cambios en los subconjuntos de células T de sangre periférica ocurren como resultado del prolapso de los discos de invertebrados lumbares. Los autores del estudio concluyeron que es probable que los mecanismos inmunológicos estén involucrados en el dolor asociado con una hernia de disco. Además, un aumento de ciertas citocinas también podría contribuir al dolor radicular.

¿Cuáles son los síntomas de la radiculalgia?

Los síntomas más comunes de la radiculalgia son:

  • muy frecuentemente dolor agudo;
  • hormigueo, entumecimiento, hormigueo;
  • debilidad de las extremidades o incluso parálisis;
  • anestesia de la piel;
  • Además, toser, estornudar o empujar pueden empeorar el dolor.

¿Cómo tratar la radiculalgia?

El tratamiento del dolor crónico es complejo, ya que el paracetamol y los fármacos antiinflamatorios esteroides a menudo solo son parcialmente eficaces y el uso prolongado de AINE representa un riesgo significativo.

El tratamiento de la radiculalgia tiene como objetivo aliviar el dolor y limitar la discapacidad que induce. El tratamiento se basa sobre todo en el tratamiento farmacológico, así como en la rehabilitación por parte de un fisioterapeuta que aliviará la tensión espinal.

Tratamientos farmacológicos

  • Analgésicos (analgésicos): a menudo, el paracetamol, un analgésico en etapa I, es insuficiente. Por tanto, se puede combinar con cafeína, codeína o incluso tramadol. En cuanto a las morfinas (analgésicos de nivel III), deben usarse con moderación y reservarse para la radiculalgia hiperalgésica;
  • Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE): ketoprofeno, diclofenaco, naproxeno a menudo se prescriben en combinación con analgésicos del paso II. Su efecto analgésico no es superior al de los analgésicos solos. No deben usarse durante más de diez días a dos semanas. Si el dolor vuelve a aparecer después de dejar de tomarlo durante unos días, se pueden recetar por un período de tiempo más prolongado;
  • Antiepilépticos: la pregabalina, la gabapentina y la pregabapentina son moléculas utilizadas porque actúan sobre la propia fibra nerviosa;
  • Terapia con corticosteroides: la prednisona y la prednisolona son corticosteroides de segunda línea si no se ha demostrado que los fármacos antiinflamatorios no esteroides sean eficaces contra el dolor. Se emiten en un breve período de siete a diez días. También se pueden administrar por infiltración, lo que permite administrar una alta concentración de producto activo al nivel del dolor. Están indicados esencialmente solo en ausencia de mejoría después de tres semanas de tratamiento farmacológico.

Tratamientos no farmacológicos

  • Lombostat: es un caparazón rígido hecho a medida por un técnico ortopédico. En plástico, cuero y acero, incluso yeso o resina, la estatuilla lumbar permite una relativa inmovilización de las vértebras lumbares, mediante un soporte que se extiende desde el lateral de la pelvis hasta las últimas costillas. Su acción es conseguir un bloqueo lumbar asegurando el tronco a la pelvis. Concretamente, permite así evitar movimientos en falso así como asegurar un descanso de la espalda. Además, disminuye las tensiones ejercidas sobre las vértebras;
  • Rehabilitación: Las sesiones de rehabilitación a cargo del fisioterapeuta ayudan a aliviar la tensión en las vértebras y permiten volver a entrenar el esfuerzo para poner la espalda sobre sus pies. Incluso con dolor, es muy importante mantenerse móvil y activo. El objetivo de este entrenamiento es fortalecer sus músculos, mejorar sus capacidades físicas, y los ejercicios que se practican van desde la bicicleta hasta la carrera, pasando por los ejercicios de enfundado, abdominales, etc;
  • Yoga y natación: la práctica de estos dos deportes relajará la columna, pero también aliviará las contracturas musculares;
  • Osteopatía: ayuda a reducir la compresión. Por tanto, este método de medicina no convencional tiene como objetivo aliviar un trastorno funcional. Se basa en manipulaciones manuales del sistema musculoesquelético así como en técnicas de liberación miofascial;
  • Cirugía: se puede utilizar como último recurso.

Prevenir la radiculalgia / terapias alternativas

Prevención de la radiculalgia

Para prevenir la radiculalgia, conviene recordar algunos consejos como:

  • evite los movimientos de torsión del tronco cuando quiera agarrar algo que esté detrás de usted;
  • prefiera las mochilas en lugar de los bolsos y use ambos hombros para llevar la mochila;
  • o adoptar una buena posición mientras duerme, en particular teniendo un colchón cómodo así como una almohada que no cree un ángulo excesivamente grande a la altura del cuello.

Terapias alternativas

  • Neuroestimulación eléctrica transcutánea;
  • Termoterapia;
  • Acupuntura;
  • Relajación y meditación: estos dos métodos permiten minimizar los miedos que llevan al miedo al movimiento, pero también aliviar la ansiedad y el estrés relacionado con el dolor.

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