Reconocer los signos del inicio del trabajo de parto.

Reconocer los signos del inicio del trabajo de parto.

Pistas pero no señales convincentes

Al final del embarazo, es común que la futura madre experimente nuevas sensaciones:

  • una sensación de pesadez en la pelvis y dolor (a veces comparable a pequeñas picaduras) en el pubis y la vagina, una señal de que el bebé está comenzando a descender hacia la pelvis;
  • sensación de opresión en la parte inferior del abdomen debido a la relajación de las articulaciones de la pelvis que, bajo el efecto de las hormonas, comienzan a apartarse para el paso del bebé;
  • fatiga severa y náuseas también debido al clima hormonal al final del embarazo, y más específicamente a las prostaglandinas con un efecto ligeramente laxante;
  • la pérdida del tapón mucoso, esa masa de moco cervical que sella herméticamente el cuello uterino. Bajo el efecto de las contracciones al final del embarazo que hacen madurar el cuello uterino, el tapón mucoso puede evacuar en forma de secreción pegajosa, translúcida o pardusca, a veces acompañada de pequeñas vetas de sangre;
  • un frenesí de limpieza y ordenamiento que sería, según algunos especialistas, un comportamiento común a todos los mamíferos. También hablamos de “instinto de anidación” (1).

Todos estos signos indican que el cuerpo se está preparando activamente para el parto, pero no son verdaderos signos del inicio del trabajo de parto que requiera un viaje a la sala de maternidad.

El inicio de contracciones dolorosas regulares.

El útero es un músculo formado por diferentes tipos de fibras que se contraen para permitir que el cuello uterino cambie y el bebé descienda a la pelvis. Al final del embarazo, es normal sentir contracciones "previas al parto" que promoverán la maduración del cuello uterino para el día D. Se trata entonces de contracciones no dolorosas o levemente dolorosas, que desaparecen después de 3 o 4 recurrencias. espaciados entre 5 y 10 minutos.

A diferencia de estas contracciones preparatorias, las contracciones laborales no se detienen, ganan en intensidad y son cada vez más largas y más cercanas. Es precisamente la frecuencia y regularidad de estas contracciones las que indican el inicio del trabajo de parto. Según la mujer y la paridad, las contracciones del trabajo de parto se configuran según patrones muy variados, pero te recomendamos que vayas a la sala de maternidad:

  • después de 2 horas de contracciones cada 5 a 10 minutos si es el primer bebé;
  • después de 1h30 de contracciones cada 10 minutos para multíparas.

La futura madre también debe tener en cuenta su tolerancia a las contracciones y escuchar sus sentimientos. Si las contracciones no son regulares pero tan fuertes que impiden hablar, si se vuelve imposible afrontarlas solo o si la angustia es real, es recomendable acudir al menos a la maternidad. estar tranquilo. La futura madre siempre será bien recibida allí por el equipo de parteras acostumbradas a este tipo de situaciones.

Algunas mujeres no experimentan realmente contracciones, sino más bien deseos frecuentes de defecar o de orinar. Otros sentirán las contracciones en la parte superior del estómago, debajo de las costillas, mientras que algunas mamás las sentirán en la zona lumbar. En caso de duda es recomendable acudir a la sala de maternidad.

Por último, tenga en cuenta que para detectar un falso parto, es decir contracciones que no tienen efecto sobre el cuello uterino, se aconseja a las futuras madres que se tomen un baño y un antiespasmódico. Si las contracciones persisten, lo más probable es que sean contracciones "reales".

La perdida de agua

A lo largo del embarazo, el bebé evoluciona en la cavidad amniótica, un bolsillo formado por dos membranas (el amnios y el corion) y lleno de líquido amniótico. Cuando se borra el cuello uterino y se evacua el tapón mucoso, el bebé solo queda protegido por estas membranas o "bolsa de agua" (polo inferior del saco amniótico). Normalmente, las membranas se rompen espontáneamente durante el trabajo de parto completamente dilatado, pero a veces esta ruptura ocurre durante el trabajo de parto o incluso antes. Es la famosa “pérdida de agua” o, en lenguaje obstétrico, “ruptura prematura a término antes del parto” la que afecta al 8% de los embarazos (2). El líquido amniótico, un líquido transparente, inodoro y tibio, fluirá a través de la vagina en pequeños chorros si es una grieta en la bolsa o, más francamente, en caso de una ruptura. Ante la más mínima duda, sobre todo ante una ligera secreción que puede confundirse con secreciones vaginales, es recomendable acudir a la sala de maternidad donde se realizará una prueba para comprobar si efectivamente se trata de líquido amniótico.

La pérdida de agua puede ocurrir antes del inicio del trabajo de parto y las contracciones, pero requiere ir a la sala de maternidad porque una vez que se rompe la bolsa, el bebé ya no está protegido contra las infecciones. También existe el riesgo de prolapso del cordón: se tira hacia abajo y corre el riesgo de comprimirse durante el parto. Después de una rotura prematura a término antes del trabajo de parto, la mitad de las futuras madres dan a luz dentro de las 5 horas y el 95% dentro de las 28 horas (3). Si el trabajo de parto no comienza después de 6 o 12 horas, se inducirá debido al riesgo de infección (4).

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