Psicología

Hacer trampa es malo, lo aprendemos desde la infancia. Aunque a veces violamos este principio, generalmente nos consideramos honestos. Pero, ¿tenemos alguna base para esto?

El periodista noruego Bor Stenvik demuestra que las mentiras, la manipulación y la simulación son inseparables de nuestra naturaleza. Nuestros cerebros evolucionaron gracias a la capacidad de astucia; de lo contrario, no habríamos sobrevivido a la batalla evolutiva con los enemigos. Los psicólogos aportan cada vez más datos sobre la conexión entre el arte del engaño y la creatividad, la inteligencia social y emocional. Incluso la confianza en la sociedad se basa en el autoengaño, por absurdo que parezca. Según una versión, así surgieron las religiones monoteístas con su idea de un Dios que todo lo ve: nos comportamos con mayor honestidad si sentimos que alguien nos observa.

Editorial Alpina, 503 p.

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