¿Por qué nos molestan las faltas de ortografía?

Incluso el mensaje más cálido y tierno puede ser muy decepcionante si está mal escrito. Parece que aprendemos algo sobre el autor de la carta entre líneas. ¿Qué exactamente? ¿Y por qué nos molestan tanto los errores tipográficos de otras personas?

Los pedantes gramaticales y los “chovinistas” ortográficos llevan décadas pronosticando el declive del lenguaje literario. Mensajeros, redes sociales, el notorio T9 en los teléfonos inteligentes... La barra de alfabetización está bajando, y eso es un hecho. Pero, ¿es bueno para la percepción del habla?

El lenguaje juega un papel muy importante en muchas áreas de nuestras vidas. Algunos desarrollan una reacción casi alérgica a los errores, e inmediatamente comienzan a pegar etiquetas: escritura analfabeta significa una persona medio educada, una persona inculta, sin inteligencia.

Un estudio reciente muestra que tal comportamiento crítico dice mucho sobre quién evalúa la alfabetización de otras personas. Los lingüistas Julie Boland y Robin Queen de la Universidad de Michigan se propusieron averiguar cómo reaccionan las personas de manera diferente a los errores escritos.

En el estudio, 83 encuestados calificaron anuncios de inquilinos ficticios que buscaban compañeros de cuarto. El contenido era siempre el mismo, pero la ortografía era diferente: se añadían errores tipográficos y gramaticales a los textos.

Los errores tipográficos fueron menores, cometidos “sin prestar atención” (por ejemplo, “abuot” en lugar de “about”). No cambiaron el significado de lo que estaba escrito: nuestro cerebro leyó el significado original. Mientras que los errores gramaticales ("eres" en lugar de "tu") a veces cambiaban por completo el significado del texto.

Las personas introvertidas y silenciosas tienden a molestarse más por los errores que las extrovertidas.

Luego, en función de los textos que leyeron, los sujetos tenían que calificar si encontraban al candidato respectivo agradable, inteligente o digno de confianza. Las valoraciones, según los expertos, no estaban relacionadas con el nivel educativo o la edad de los evaluados, sino con la personalidad de los evaluadores.

Primero, se les pidió que completaran un cuestionario. Luego sus caracteres fueron correlacionados con el modelo psicológico clásico de los “Cinco Grandes”: neuroticismo, extraversión, apertura a la experiencia, cooperación (acomodación), escrupulosidad (conciencia).

Durante su estudio, Boland y Quinn descubrieron que las personas introvertidas y silenciosas tienden a molestarse más por los errores que las extrovertidas.

A las personas neuróticas no les molestan los errores de lenguaje, y a las personas concienzudas pero menos abiertas les desagradan especialmente los errores tipográficos. Por regla general, pueden tolerar errores gramaticales. Las personas pendencieras e intolerantes, a su vez, mostraban una “alergia” a los errores gramaticales.

El manejo correcto del idioma no sólo es necesario para entenderse mejor, sino que también se considera un criterio de profesionalidad.

Por supuesto, los resultados del estudio no podrán afectar seriamente la vida real. Y, sin embargo, el correcto manejo del idioma no sólo es necesario para entenderse mejor, sino que también se considera un criterio de profesionalidad.

Por ejemplo, algunos empleadores confían o desconfían de los empleados en función de su nivel de alfabetización. E incluso al solicitar un trabajo, los candidatos se filtran a través de una prueba de ortografía.

En la correspondencia personal, los errores gramaticales pueden acabar con una relación. Las palabras correctas y bien elegidas sin errores pueden afectar la elección de un socio potencial. En el contexto de la popularidad de los mensajes "perezosos", cuyos autores no están dispuestos a tomarse el tiempo para corregir errores, los alfabetizados se ven más sexys.

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