La xenofobia es el reverso del deseo de autoconservación

Según la investigación, los prejuicios sociales evolucionaron como parte del comportamiento defensivo. La xenofobia se basa en los mismos mecanismos que protegen al cuerpo de infecciones peligrosas. ¿Es la genética la culpable o podemos cambiar conscientemente nuestras creencias?

El psicólogo Dan Gottlieb está familiarizado con la crueldad de las personas por su propia experiencia. “La gente se está alejando”, dice. “Evitan mirarme a los ojos, rápidamente se llevan a sus hijos”. Gottlieb sobrevivió milagrosamente después de un terrible accidente automovilístico, que lo convirtió en un inválido: toda la mitad inferior de su cuerpo quedó paralizada. La gente reacciona negativamente a su presencia. Resulta que una persona en silla de ruedas hace que los demás se sientan tan incómodos que ni siquiera pueden hablar con él. “Una vez estaba en un restaurante con mi hija, y el mesero le preguntó a ella, y no a mí, ¿dónde me sentiría cómodo para sentarme? Le dije a mi hija: “Dile que quiero sentarme en esa mesa”.

Ahora, la reacción de Gottlieb ante tales incidentes ha cambiado notablemente. Solía ​​enfadarse y sentirse insultado, humillado e indigno de respeto. Con el tiempo llegó a la conclusión de que el motivo del disgusto de las personas hay que buscarlo en sus propias angustias y malestares. “En el peor de los casos, simplemente simpatizo con ellos”, dice.

La mayoría de nosotros no queremos juzgar a los demás por su apariencia. Pero, para ser honesto, todos al menos a veces experimentamos incomodidad o disgusto al ver a una mujer con sobrepeso sentada en el asiento de al lado en el metro.

Inconscientemente percibimos cualquier manifestación anormal como “peligrosa”

Según estudios recientes, tales prejuicios sociales han evolucionado como uno de los tipos de comportamiento protector que ayuda a una persona a protegerse de posibles enfermedades. Mark Scheller, profesor de psicología en la Universidad de Columbia Británica, llama a este mecanismo "sesgo defensivo". Cuando notamos un signo probable de enfermedad en otra persona, una nariz que moquea o una lesión cutánea inusual, tendemos a evitar a esa persona”.

Lo mismo sucede cuando vemos personas que difieren de nosotros en apariencia: comportamiento, vestimenta, estructura corporal y función inusuales. Se activa una especie de sistema inmunológico de nuestro comportamiento, una estrategia inconsciente, cuyo propósito no es atentar contra el otro, sino proteger nuestra propia salud.

“Sesgo defensivo” en acción

Según Scheller, el sistema inmunitario conductual es muy sensible. Compensa la falta de mecanismos del cuerpo para reconocer microbios y virus. Al encontrar cualquier manifestación anormal, inconscientemente las percibimos como "peligrosas". Es por eso que estamos disgustados y evitamos a casi cualquier persona que se vea inusual.

El mismo mecanismo subyace a nuestras reacciones no sólo ante lo “anómalo”, sino también ante lo “nuevo”. Entonces, Scheller también considera que el “prejuicio protector” es la causa de la desconfianza instintiva hacia los extraños. Desde el punto de vista de la autopreservación, debemos estar en guardia con aquellos que se comportan o parecen extraños, extraños, cuyo comportamiento todavía es impredecible para nosotros.

El prejuicio aumenta durante los períodos en que una persona es más vulnerable a las infecciones.

Curiosamente, se han observado mecanismos similares entre representantes del mundo animal. Por lo tanto, los biólogos saben desde hace mucho tiempo que los chimpancés tienden a evitar a los miembros enfermos de sus grupos. El documental de Jane Goodall ilustra este fenómeno. Cuando el chimpancé, el líder de la manada, tuvo poliomielitis y quedó parcialmente paralizado, el resto de los individuos comenzaron a esquivarlo.

Resulta que la intolerancia y la discriminación son el reverso del deseo de autoconservación. No importa cuánto tratemos de ocultar la sorpresa, el asco, la vergüenza al conocer a personas que son diferentes a nosotros, estos sentimientos existen inconscientemente dentro de nosotros. Pueden acumularse y llevar a comunidades enteras a la xenofobia y la violencia contra los foráneos.

¿Es la tolerancia un signo de buena inmunidad?

Según los resultados del estudio, la preocupación por la posibilidad de enfermarse se correlaciona con la xenofobia. Los participantes en el experimento se dividieron en dos grupos. En el primero se mostraron fotografías de heridas abiertas y personas con enfermedades graves. Al segundo grupo no se les mostró. Además, los participantes que acababan de ver imágenes desagradables tenían una disposición más negativa hacia los representantes de una nacionalidad diferente.

Los científicos han descubierto que los prejuicios aumentan durante los períodos en que una persona es más vulnerable a las infecciones. Por ejemplo, un estudio dirigido por Carlos Navarrete en la Universidad Estatal de Michigan encontró que las mujeres tienden a ser hostiles en el primer trimestre del embarazo. Durante este tiempo, el sistema inmunológico se suprime ya que puede atacar al feto. Al mismo tiempo, se encontró que las personas se vuelven más tolerantes si se sienten protegidas de las enfermedades.

Mark Scheller realizó otro estudio sobre este tema. A los participantes se les mostraron dos tipos de fotografías. Algunos representaban los síntomas de enfermedades infecciosas, otros representaban armas y vehículos blindados. Antes y después de la presentación de las fotografías, los participantes donaron sangre para análisis. Los investigadores notaron un aumento en la actividad del sistema inmunitario en los participantes a los que se les mostraron imágenes de los síntomas de la enfermedad. El mismo indicador no cambió para aquellos que consideraron las armas.

¿Cómo reducir el nivel de xenofobia en uno mismo y en la sociedad?

Algunos de nuestros sesgos son, de hecho, el resultado del sistema inmunitario conductual innato. Sin embargo, la adhesión ciega a una determinada ideología y la intolerancia no son innatas. Qué color de piel es malo y qué es bueno, lo aprendemos en el proceso de educación. Está en nuestro poder controlar la conducta y someter a la reflexión crítica los conocimientos existentes.

Muchos estudios muestran que el prejuicio es un eslabón flexible en nuestro razonamiento. De hecho, estamos dotados de una tendencia instintiva a discriminar. Pero la toma de conciencia y la aceptación de este hecho es un paso importante hacia la tolerancia y el respeto mutuo.

La prevención de enfermedades infecciosas, la vacunación, la mejora de los sistemas de purificación de agua pueden convertirse en parte de las medidas gubernamentales para combatir la violencia y la agresión. Sin embargo, es importante recordar que cambiar nuestras actitudes no es solo una tarea nacional, sino también una responsabilidad personal de todos.

Al ser conscientes de nuestras tendencias innatas, podemos controlarlas más fácilmente. “Tenemos una tendencia a discriminar y juzgar, pero somos capaces de encontrar otras formas de interactuar con una realidad tan diferente que nos rodea”, recuerda Dan Gottlieb. Cuando siente que los demás se sienten incómodos con su discapacidad, toma la iniciativa y les dice: “También pueden contactarme”. Esta frase alivia la tensión y las personas a su alrededor comienzan a interactuar con Gottlieb de forma natural, sintiendo que es uno de ellos.

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