5 situaciones en las que no deberías salvar tu matrimonio

Cuando conocemos a una pareja potencial y comenzamos una relación con él, puede parecernos que hemos conocido a “la misma persona”, nuestro destino. Aquel con quien estamos dispuestos a pasar el resto de nuestras vidas. Pero con el tiempo, puede resultar que la pareja no sea adecuada para nosotros. Vivíamos cautivos de ilusiones y planes de un futuro fabuloso, pero en realidad somos personas completamente diferentes. ¿Cómo entender que este es exactamente el caso?

Si todos los intentos por mejorar las relaciones familiares fallan, hágase la pregunta: ¿vale la pena salvar el matrimonio? Sí, estamos acostumbrados a pensar que vale la pena hacerlo a toda costa, pero ¿a qué puede conducir realmente? Tal vez, al hecho de que el sufrimiento y la insatisfacción con la vida familiar solo crecerán. Aquí hay algunas ocasiones en las que probablemente debería considerar seriamente el divorcio.

1. La vida en el campo de batalla por “preservar la familia por el bien del niño”

Una situación en la que el matrimonio se basa únicamente en la crianza de un hijo común, y la relación de los padres deja mucho que desear. La tensión creciente, los reclamos mutuos, la falta de intereses comunes inflaman diariamente el ambiente hogareño y conducen a frecuentes peleas y escándalos. Ambos cónyuges sufren de insatisfacción en las relaciones familiares y no se sienten necesitados y amados.

El propio niño crece en un ambiente insalubre de constantes conflictos entre sus seres queridos. Por eso, en la adolescencia, puede experimentar problemas psicológicos y formar un modelo incorrecto para construir relaciones en el futuro.

En tales situaciones, es extremadamente importante preguntarse si realmente vale la pena salvar el matrimonio y, lo más importante, por qué. Si la motivación es exclusivamente de un niño, lo más probable es que no valga la pena: al final, solo sufre. Si ambos padres quieren construir relaciones, es importante pasar del modelo de familia padre-madre al modelo de marido-esposa. Cuando la tensión se haya ido, bien puede haber lugar para la felicidad y nuevos sentimientos mutuos.

2. Soledad en pareja

Una situación en la que un socio no puede confiar en el segundo, porque el uno, el otro, está con él solo "en la alegría y la riqueza", pero no en la "enfermedad y la pobreza". Con todos los problemas serios tienes que enfrentarte por tu cuenta. Con el tiempo, la pareja que evita los problemas comienza a complicar aún más la vida del segundo cónyuge, como si probara su fuerza. El sentimiento emergente de debilidad da lugar a la agresión y al deseo de demostrar la propia superioridad, y para ello es necesario que el ser amado fracase.

¿Vale la pena seguir en esta relación? En una familia, es importante aunar recursos para lograr objetivos comunes y no aprovecharse unos de otros, haciéndose a un lado cuando algo sale mal.

3. Sentir que irse solo empeorará las cosas.

Sucede que una pareja, generalmente una mujer, es impulsada por el temor de que irse solo agrave la situación, provoque agresiones y persecuciones. Y este miedo es tan grande que la víctima permanece en una relación con el violador, tratando de cumplir con todos los requisitos para no enojar al cónyuge irascible.

Salir de una situación de violencia doméstica es necesario, pero es sumamente importante cuidar con anticipación tu propia seguridad.

4. Chorro de gas

Una situación en la que una pareja hace que la otra dude de su propia salud mental. Gradualmente, la presión se acumula y la víctima comienza a sentir que la verdad “no es en sí misma”, y el agresor hace pasar sus acciones inadecuadas como la norma. Por ejemplo, un cónyuge puede descubrir que su esposo tiene una familia diferente, con hijos, planes y sueños comunes. No solo la situación en sí es desagradable, sino que el compañero puede asegurarle a su esposa que lo que está sucediendo es absolutamente normal.

5. La culpa y la sensación de que constantemente le debes algo a tu pareja

La vida arroja una variedad de pruebas sobre las familias. Algunos socios superan con firmeza cualquier problema y dificultad, crecen y se vuelven más fuertes. Pero también sucede que una situación trágica se convierte en un método de manipulación: “Si no fuera por ti, yo… me iría (a) a trabajar a Australia, conseguiría un ascenso en el trabajo, daría (a) a los niños una educación normal. ” A una persona se le hace pensar que el socio por su bien renunció a algo importante y ahora está muy endeudado.

La culpa duradera socava la autoestima y la vida se vuelve gradualmente completamente insoportable. Como en casos anteriores, el divorcio en tal situación se convierte en la única salida, pero es mejor preparar su camino de retiro con anticipación, sin esperar el momento en que la copa de la paciencia se desborde y tenga que ir "a ninguna parte".

ana nueve

Psicóloga

Psicóloga familiar, psicoterapeuta.

annadevyatka.ru/

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