Síndrome de fatiga crónica: por dónde fluye la energía y cómo recuperarla

Es posible que haya notado que a veces está lleno de energía y fuerza, aunque ha estado trabajando en un proyecto interesante toda la noche, y a veces se acuesta no más tarde de lo habitual, pero se despierta por la mañana completamente vacío. Hablamos de las causas inconscientes de la fatiga y de cómo encontrar una fuente de alegría en uno mismo.

La vida en una metrópoli, las redes sociales, los flujos de información, la comunicación con los demás, las preocupaciones y responsabilidades cotidianas son fuentes no solo de nuestras oportunidades y alegrías, sino también de estrés y fatiga. En el ajetreo y el bullicio diario, a menudo nos olvidamos de nosotros mismos y nos atrapamos solo cuando el cuerpo da señales claras. Uno de ellos es el síndrome de fatiga crónica.

A las consultas a menudo asisten clientes que, a primera vista, tienen todo en orden en la vida: una educación decente, un trabajo de prestigio, una vida personal arreglada, amigos y oportunidades de viajar. Pero no hay energía para todo esto. La sensación de que por la mañana ya se despiertan cansados, y por la noche las fuerzas quedan solo para ver la serie en la cena y acostarse.

¿Cuál es la razón de tal estado del cuerpo? Por supuesto, uno no debe subestimar el estilo de vida que lleva una persona. Además, muchos asocian esta condición con una larga ausencia del sol. Pero hay varias razones psicológicas que causan la fatiga.

1. Supresión de tus emociones y deseos

Imagina que después de un día de trabajo, un colega o un jefe te pide que te quedes y lo ayudes con un próximo evento, y tienes planes para la noche. Por alguna razón, no pudiste negarte, te enojaste contigo mismo y con aquellos que terminaron en esta situación. Como no está acostumbrado a hablar de lo que no le conviene, simplemente reprimió su ira y actuó como un "buen ayudante" y un "empleado digno". Sin embargo, por la tarde o por la mañana te sientes abrumado.

Muchos de nosotros estamos acostumbrados a reprimir nuestras emociones. Se enojaron con la pareja por la solicitud incumplida, guardaron silencio, y la emoción reprimida entró en el tesoro de la psique. Ofendidos por un amigo por llegar tarde, decidieron no expresar su descontento, también en la alcancía.

De hecho, las emociones son un excelente sensor de lo que está sucediendo, si puedes reconocerlas correctamente y ver la razón de lo que las provocó.

Emociones a las que no dimos rienda suelta, no experimentamos, reprimidas en nosotros mismos, se meten en el cuerpo y con todo su peso caen sobre nosotros. Simplemente sentimos esta pesadez en el cuerpo como síndrome de fatiga crónica.

Con los deseos que no nos permitimos, pasa lo mismo. En la psique, como en una vasija, se acumulan la tensión y la insatisfacción. El estrés mental no es menos severo que el físico. Por lo tanto, la psique nos dice que está cansada y que es hora de que se descargue.

2. El deseo de cumplir con las expectativas de los demás.

Cada uno de nosotros vive en sociedad y, por lo tanto, está constantemente influenciado por las opiniones y valoraciones de los demás. Por supuesto, es muy agradable cuando nos admiran y nos aprueban. Sin embargo, cuando nos embarcamos en el camino de cumplir con las expectativas de otra persona (padres, pareja, cónyuge o amigos), nos ponemos tensos.

Oculto en esta tensión está el miedo al fracaso, la supresión de las propias necesidades por el bien de los deseos de los demás y la ansiedad. La alegría y el vigor que nos da la alabanza en caso de éxito resultan menos largos que un período de tensión, y son reemplazados por una nueva expectativa. El estrés excesivo siempre está buscando una salida, y la fatiga crónica es una de las opciones seguras.

3. Ambiente tóxico

También sucede que seguimos nuestros deseos y metas, nos damos cuenta de nosotros mismos. Sin embargo, en nuestro entorno hay personas que desvalorizan nuestros logros. En lugar de apoyo, recibimos críticas destructivas, y reaccionan a cada una de nuestras ideas con “realismo condicional”, dudando de que podamos lograr nuestros planes. Esas personas son tóxicas para nosotros y, desafortunadamente, entre ellos pueden estar nuestros seres queridos: padres, amigos o pareja.

Tratar con una persona tóxica requiere una gran cantidad de recursos.

Al explicar y defender nuestras ideas, no solo nos cansamos, sino que también perdemos la fe en nosotros mismos. Parecería, ¿quién, si no está cerca, puede "objetivamente" aconsejar algo?

Por supuesto, vale la pena hablar con una persona, averiguar el motivo de sus reacciones y palabras agudas y pedirle que exprese su opinión de manera más constructiva, que lo apoye. Es muy posible que lo haga inconscientemente, porque él mismo se lo comunicó antes y desarrolló un modelo de conducta adecuado. Durante mucho tiempo, se ha acostumbrado tanto a ella que ya no nota sus reacciones.

Sin embargo, si el interlocutor no está dispuesto a comprometerse y no ve ningún problema, nos enfrentamos a una elección: minimizar la comunicación o seguir gastando energías defendiendo nuestros intereses.

¿Cómo ayudarte a ti mismo?

  1. Vive emociones, prepárate para experimentar cualquiera de ellas. Aprenda a comunicar sus sentimientos a los demás de una manera respetuosa con el medio ambiente y rechace las solicitudes si es necesario. Aprenda a hablar sobre sus deseos y sobre lo que es inaceptable para usted.

  2. Cualquier camino que te aleje de ti mismo trae tensión, y el cuerpo lo señala de inmediato. De lo contrario, ¿cómo entenderás que lo que estás haciendo es destructivo para ti?

  3. Las expectativas de la otra persona son su responsabilidad. Que se las arregle solo. No dejes la llave de tu tranquilidad en manos de aquellos cuyas expectativas buscas cumplir. Haz lo que puedas y date permiso para cometer errores.

  4. No es difícil descubrir la fuente de alegría en uno mismo. Para ello, es necesario encontrar y minimizar las causas de la pérdida de energía.

  5. Comienza a estar más atento a ti mismo y analiza, después de lo cual tienes un estado de vacío. ¿Quizás no has dormido en una semana? ¿O no te escuchas tanto que el cuerpo no ha encontrado otra manera de llamar tu atención sobre sí mismo?

Los estados mental y físico dependen el uno del otro, como elementos de un todo: nuestro cuerpo. Tan pronto como comenzamos a notar y cambiar lo que no nos conviene, el cuerpo reacciona de inmediato: nuestro estado de ánimo mejora y hay más energía para nuevos logros.

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