Psicología

Cada uno entiende esta palabra a su manera. Algunos creen que este es el estado natural de amar a las personas, otros que es una cualidad enfermiza y destructiva. La psicoterapeuta Sharon Martin deconstruye mitos comunes fuertemente asociados con este concepto.

Mito uno: la codependencia implica asistencia mutua, sensibilidad y atención a la pareja

En el caso de la codependencia, todas estas loables cualidades esconden, en primer lugar, la oportunidad de elevar la autoestima a costa de la pareja. Estas personas dudan constantemente de la importancia de su papel y, bajo la plausible máscara del cuidado, buscan pruebas de que son amadas y necesitadas.

La ayuda y el apoyo que brindan es un intento de controlar la situación e influir en la pareja. Por lo tanto, luchan contra la incomodidad interna y la ansiedad. Y a menudo actúan en detrimento no solo de ellos mismos; después de todo, están listos para asfixiarse literalmente con cuidado en aquellas situaciones en las que no es necesario.

Un ser querido puede necesitar algo más, por ejemplo, estar solo. Pero la manifestación de la independencia y la capacidad de una pareja para hacer frente por su cuenta es especialmente aterrador.

Mito dos: esto sucede en familias donde uno de los miembros de la pareja sufre de adicción al alcohol

El concepto mismo de codependencia realmente surgió entre los psicólogos en el proceso de estudio de familias en las que un hombre sufre de alcoholismo y una mujer asume el papel de salvadora y víctima. Sin embargo, este fenómeno va más allá de un modelo de relación.

Las personas propensas a la codependencia a menudo se criaron en familias donde no recibieron suficiente calidez y atención o fueron sujetas a violencia física. Hay quienes, por su propia admisión, crecieron con padres amorosos que exigían mucho de sus hijos. Fueron criados en el espíritu del perfeccionismo y se les enseñó a ayudar a los demás a expensas de los deseos e intereses.

Todo esto forma una codependencia, primero de mamá y papá, quienes solo con raros elogios y aprobación le dejaron en claro al niño que lo amaban. Más tarde, una persona adquiere el hábito de buscar constantemente la confirmación del amor en la edad adulta.

Mito #XNUMX: O lo tienes o no lo tienes.

No todo está tan claro. El grado puede variar en diferentes períodos de nuestras vidas. Algunas personas son plenamente conscientes de que esta condición les resulta dolorosa. Otros no lo perciben dolorosamente, habiendo aprendido a reprimir sentimientos incómodos. La codependencia no es un diagnóstico médico, es imposible aplicarle criterios claros y es imposible determinar con precisión el grado de su gravedad.

Mito #XNUMX: La codependencia es solo para personas débiles de voluntad.

A menudo se trata de personas con cualidades estoicas, dispuestas a ayudar a los más débiles. Se adaptan perfectamente a las nuevas circunstancias de la vida y no se quejan, porque tienen una fuerte motivación: no rendirse por el bien de un ser querido. Conectando con una pareja que sufre de otra adicción, ya sea alcoholismo o juego, una persona piensa así: “Tengo que ayudar a mi ser querido. Si yo fuera más fuerte, más inteligente o más amable, él ya habría cambiado”. Esta actitud hace que nos tratemos a nosotros mismos con aún mayor severidad, aunque tal estrategia casi siempre falla.

Mito #XNUMX: No puedes deshacerte de él

El estado de codependencia no nos lo da el nacimiento, como la forma de los ojos. Tales relaciones impiden desarrollar y seguir el propio camino, y no el que impone otra persona, aunque sea cercano y amado. Tarde o temprano, esto comenzará a ser una carga para uno de ustedes o para ambos, lo que destruirá gradualmente la relación. Si encuentra la fuerza y ​​el coraje para reconocer los rasgos codependientes, este es el primer y más importante paso para comenzar a hacer cambios.


Sobre el experto: Sharon Martin es psicoterapeuta.

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