Psicología

Sintiéndonos inspirados, podemos trabajar durante horas sin parar. Si el trabajo no continúa, entonces nos distraemos y organizamos un respiro. Ambas opciones son ineficaces. Somos más productivos cuando planificamos los descansos con anticipación, en lugar de tomarlos espontáneamente. Sobre esto — el escritor Oliver Burkeman.

Mis lectores habituales ya adivinan que ahora ensillaré mi patín favorito: insto incansablemente a todos a planificar sus vidas. En mi opinión, este enfoque se justifica casi siempre. Pero la espontaneidad, por la que algunos abogan tan apasionadamente, está claramente sobrestimada. Me parece que es mejor evitar a aquellos que se esfuerzan por ser una «persona verdaderamente espontánea». Obviamente destruirán todo lo que planeasteis juntos.

Insisto en esto, aunque en mi vida actual está el más virtuoso destructor de planes: un bebé de seis meses. Después de todo, el objetivo del plan no es en absoluto apegarse a él fanáticamente. Es necesario para que, habiendo completado una cosa, no se pierda pensando en qué hacer a continuación.

Los beneficios de la planificación son especialmente evidentes cuando ocurren eventos impredecibles que requieren su atención. Una vez que la tormenta amaine, probablemente estará demasiado confundido para elegir sabiamente su próximo curso de acción. Y aquí es donde su plan será útil. ¿Recuerdas la pegadiza expresión latina carpe diem, «vive el momento»? Lo reemplazaría con carpe horarium, «en vivo según lo programado».

Mi punto está probado por un estudio reciente realizado en la Escuela de Negocios de Columbia. Se pidió a dos grupos de participantes que completaran dos tareas creativas en un tiempo determinado. En el primer grupo, los participantes podían cambiar de una tarea a otra cuando lo desearan, en el segundo, en intervalos estrictamente definidos. Como resultado, el segundo grupo se desempeñó mejor en todos los aspectos.

¿Cómo se puede explicar esto? Según los autores, aquí está la cosa. Puede ser difícil para todos nosotros captar el momento en que se produce la fijación cognitiva en nuestra actividad mental, es decir, perdemos la capacidad de pensar fuera de la caja y salirnos de los caminos trillados. Por lo general, no lo notamos de inmediato.

Cuando estás trabajando en tareas que requieren creatividad, programar descansos conscientemente te ayudará a mantener la vista fresca.

"Los participantes que no cumplieron con el cronograma de cambiar de una tarea a otra tenían más probabilidades de repetirse, sus 'nuevas' ideas eran muy similares a las que se les ocurrieron al principio", señalan los autores del estudio. Conclusión: si no se toma un descanso del trabajo porque se siente abrumado, tenga en cuenta que el sentimiento puede ser falso.

Tenga en cuenta que en este experimento, un descanso no significó detener el trabajo, sino cambiar a otra tarea. Es decir, un cambio de actividad parece ser tan efectivo como el descanso, lo principal es que todo vaya según lo previsto.

¿Qué conclusiones prácticas se pueden sacar de esto? Cuando estás trabajando en tareas que requieren creatividad, programar descansos conscientemente te ayudará a mantener una perspectiva fresca. Lo mejor es organizar descansos a intervalos regulares.

Para estar seguro, puede configurar un temporizador. Cuando escuche la señal, cambie inmediatamente a otro negocio: revise sus cuentas, revise su buzón de correo, limpie su escritorio. Entonces vuelve al trabajo. Y no te saltes el almuerzo. Sin descansos regulares, comenzará a resbalar. Compruébelo usted mismo: ¿será capaz de encontrar algo cualitativamente nuevo en este modo?

Lo más importante es deshacerse de la culpa de interrumpir el trabajo. Especialmente cuando te sientes estancado y no puedes avanzar. Tomar un descanso es en realidad lo mejor que se puede hacer en esta situación.

Estos estudios pueden interpretarse de manera aún más amplia. Al estar dentro de la situación, es difícil evaluar adecuadamente su condición y tomar decisiones acertadas. Cuando nos enojamos por un problema menor, como que alguien intente saltarse la fila en algún lugar, no nos damos cuenta de que nuestra reacción es desproporcionada con respecto a lo que sucedió.

Cuando nos sentimos solos, a menudo nos encerramos aún más en nosotros mismos cuando deberíamos movernos en la dirección opuesta. Cuando nos falta motivación, no vemos que la mejor manera de conseguirla no es procrastinar, sino finalmente hacer lo que estamos evitando. Los ejemplos siguen.

El secreto no es obedecer ciegamente tus pensamientos y sentimientos momentáneos, sino aprender a anticiparte a ellos. Aquí es donde entra en juego la planificación: nos obliga a hacer lo que tenemos que hacer, lo queramos ahora o no. Y solo por esa razón, apegarse a un horario es una buena idea.

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