Herencia de demencia: ¿puedes salvarte?

Si hubo casos de demencia en la familia y una persona heredó una predisposición a ella, esto no significa que uno deba esperar condenadamente hasta que la memoria y el cerebro comiencen a fallar. Los científicos han demostrado una y otra vez que los cambios en el estilo de vida pueden ayudar incluso a aquellos que tienen una "genética deficiente" en este sentido. Lo principal es la voluntad de cuidar tu salud.

Podemos cambiar mucho en nuestras vidas, pero, desafortunadamente, no nuestros propios genes. Todos nacemos con cierta herencia genética. Sin embargo, esto no significa que estemos indefensos.

Tomemos como ejemplo la demencia: incluso si hubiera casos de este trastorno cognitivo en la familia, podemos evitar el mismo destino. “Al tomar ciertas medidas, al hacer cambios en el estilo de vida, podemos retrasar el inicio o retrasar la progresión de la demencia”, dijo el Dr. Andrew Budson, profesor de neurología en el Boston Veterans Health Complex.

¿La edad tiene la culpa?

La demencia es un término general, como enfermedad cardíaca, y en realidad abarca una amplia gama de problemas cognitivos: pérdida de memoria, dificultad para resolver problemas y otras alteraciones del pensamiento. Una de las causas más comunes de demencia es la enfermedad de Alzheimer. La demencia ocurre cuando las células cerebrales están dañadas y tienen dificultad para comunicarse entre sí. Esto, a su vez, puede afectar significativamente la forma en que una persona piensa, siente y se comporta.

Los investigadores todavía están buscando una respuesta definitiva a la pregunta de qué causa la demencia adquirida y quién está en mayor riesgo. Por supuesto, la edad avanzada es un factor común, pero si tiene antecedentes familiares de demencia, significa que tiene un mayor riesgo.

Entonces, ¿qué papel juegan nuestros genes? Durante años, los médicos han preguntado a los pacientes acerca de los familiares de primer grado (padres, hermanos) para determinar los antecedentes familiares de demencia. Pero ahora la lista se ha ampliado para incluir tías, tíos y primos.

Según el Dr. Budson, a los 65 años, la probabilidad de desarrollar demencia entre las personas sin antecedentes familiares es de alrededor del 3 %, pero el riesgo aumenta entre el 6 y el 12 % para quienes tienen una predisposición genética. Por lo general, los primeros síntomas comienzan alrededor de la misma edad que un miembro de la familia con demencia, pero es posible que haya variaciones.

Síntomas de demencia.

Los síntomas de la demencia pueden manifestarse de manera diferente en diferentes personas. Según la Asociación de Alzheimer, los ejemplos generalizados incluyen problemas recurrentes con:

  • memoria a corto plazo: recordar información que se acaba de recibir,
  • planificar y preparar comidas familiares,
  • pagando cuentas,
  • la capacidad de encontrar rápidamente una billetera,
  • recordar planes (visitas al médico, reuniones con otras personas).

Muchos síntomas comienzan gradualmente y empeoran con el tiempo. Al notarlos en usted o en sus seres queridos, es importante consultar a un médico lo antes posible. El diagnóstico temprano puede ayudarlo a aprovechar al máximo los tratamientos disponibles.

Toma control de tu vida

Desafortunadamente, no hay cura para esta enfermedad. No existe una forma 100% garantizada de protegerse de su desarrollo. Pero podemos reducir el riesgo, incluso si hay una predisposición genética. La investigación ha demostrado que ciertos hábitos pueden ayudar.

Estos incluyen ejercicio aeróbico regular, mantener una dieta saludable y limitar significativamente el consumo de alcohol. “Las mismas opciones de estilo de vida que pueden proteger a la persona promedio también pueden ayudar a las personas con mayor riesgo de demencia”, explica el Dr. Budson.

Un estudio reciente de casi 200 personas (edad promedio 000, sin signos de demencia) analizó la asociación entre opciones de estilo de vida saludables, antecedentes familiares y riesgo de demencia. Los investigadores recopilaron información sobre los estilos de vida de los participantes, incluido el ejercicio, la dieta, el tabaquismo y el consumo de alcohol. El riesgo genético se evaluó utilizando información de registros médicos y antecedentes familiares.

Los buenos hábitos pueden ayudar a prevenir la demencia, incluso con una herencia desfavorable

Cada participante recibió una puntuación condicional basada en el estilo de vida y el perfil genético. Las puntuaciones más altas se correlacionaron con factores del estilo de vida y las puntuaciones más bajas se correlacionaron con factores genéticos.

El proyecto duró más de 10 años. Cuando la edad promedio de los participantes era de 74 años, los investigadores encontraron que las personas con una puntuación genética alta (con antecedentes familiares de demencia) tenían un menor riesgo de desarrollarla si también tenían una puntuación alta de estilo de vida saludable. Esto sugiere que los hábitos correctos pueden ayudar a prevenir la demencia, incluso con una herencia desfavorable.

Pero las personas con niveles de vida bajos y puntuaciones genéticas altas tenían más del doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad que las personas que llevaban un estilo de vida saludable y mostraban una puntuación genética baja. Así que aunque no tengamos una predisposición genética, podemos agravar la situación si llevamos un estilo de vida sedentario, comemos una dieta poco saludable, fumamos y/o bebemos demasiado alcohol.

“Este estudio es una gran noticia para las personas con demencia en la familia”, dice el Dr. Budson. “Todo apunta a que hay formas de tomar el control de tu vida”.

Más vale tarde que nunca

Cuanto antes empecemos a hacer cambios en nuestro estilo de vida, mejor. Pero los hechos también muestran que nunca es demasiado tarde para empezar. Además, no hay necesidad de cambiar todo de una vez, agrega el Dr. Budson: "Los cambios en el estilo de vida pueden llevar tiempo, así que comience con un hábito y concéntrese en él, y cuando esté listo, agregue otro".

Aquí hay algunas sugerencias de expertos:

  • Dejar de fumar.
  • Ve al gimnasio, o al menos empieza a caminar unos minutos todos los días, para que con el tiempo puedas dedicar al menos media hora diaria a hacerlo.
  • Reduzca el consumo de alcohol. En los eventos, cambia a bebidas sin alcohol: agua mineral con limón o cerveza sin alcohol.
  • Aumente su consumo de cereales integrales, verduras y frutas, frutos secos, legumbres y pescado azul.
  • Limite su consumo de carnes procesadas y alimentos elaborados con grasas saturadas y azúcares simples.

De acuerdo, seguir las recomendaciones de los médicos no es el precio más alto a pagar por la oportunidad de permanecer cuerdo y disfrutar de la edad de la madurez y la sabiduría.


Sobre el autor: Andrew Budson es profesor de neurociencia en el Boston Veterans Health Complex.

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