¿La felicidad se tiene que ganar?

¿Es el sentimiento de felicidad nuestro derecho natural o una recompensa por las buenas obras y el trabajo duro? ¿Sonrisa de la Fortuna o recompensa por el sufrimiento soportado? ¿Cuál es el mérito de alguien que está profundamente satisfecho con la vida, la familia, el trabajo y está feliz con cada nuevo día? ¿Fue a su meta durante años o simplemente “nació con una camiseta”?

La capacidad de ser feliz depende en un 50% de las características innatas: tipo de personalidad, temperamento, estructura cerebral: estos son los resultados de una serie de estudios. Y esto hace que muchos de nosotros desde la infancia nos sintamos felices/infelices, sin importar lo que nos pase.

“Y, sin embargo, nuestras acciones, qué actividades elegimos, qué objetivos buscamos, cómo nos comunicamos con las personas, influyen en la visión del mundo mucho más de lo que parece”, dice la psicóloga Tamara Gordeeva. — Nuestra personalidad no se establece, se forma en el proceso de interacción con el mundo. Puedes decir “No tengo suficientes dopaminas” y estar triste por eso. Pero si empezamos a actuar, la situación cambia. En primer lugar, lo que nos hace felices es la actividad significativa y creativa, especialmente relacionada con ayudar a otras personas y dirigida, por muy fuerte que suene, a cambiar el mundo para mejor.

Hay muchas estrategias de comportamiento que nos ayudan a sentirnos más satisfechos con la vida. Estos incluyen practicar la gratitud, usar sus fortalezas y apreciar las experiencias positivas. De los más significativos: la capacidad de mantener relaciones cálidas basadas en el respeto y la aceptación, y en la comunicación para elegir formas activas y constructivas de responder. Significa empatizar y regocijarse, aclarar, hacer preguntas, involucrarse de lleno en la situación.

Si tus metas están más en la categoría de “ser” que de “tener”, entonces la felicidad se acercará

Otro camino a la felicidad pasa por la capacidad de cooperar con el mundo, manteniendo la calma, sin entrar en pánico y sin miedo a las dificultades. “El principio clave es el interés por la vida, que nos distrae de las preocupaciones y ansiedades excesivas”, señala Tamara Gordeeva. “Cuando somos egocéntricos y no prestamos atención a los demás, es más probable que nos sintamos miserables”.

Es más fácil para alguien que es equilibrado, abierto y benévolo por naturaleza o por educación familiar seguir estas estrategias. Otros tienen que trabajar en su visión del mundo y las relaciones con los demás: renunciar conscientemente a los deseos desmesurados, comenzar buenos hábitos, por ejemplo, recordar por la noche tres buenos eventos que sucedieron durante el día. Y entonces la vida traerá más satisfacción.

Otra pregunta es qué tan justificado es ese objetivo para ser feliz. “Cuanto más luchamos por la felicidad, más nos alejamos de ella”, explica la psicóloga. “Es mejor elegir metas basadas en tus valores”. Si tus metas están más en la categoría de “ser” que de “tener”, relacionadas con el crecimiento personal, el desarrollo de competencias o las relaciones con los demás, entonces la felicidad estará más cerca.

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