Cómo y por qué la gente tenía que volverse pacífica

Los psicólogos evolutivos están seguros de que la capacidad de resolver conflictos de manera pacífica nos ayudó a convertirnos en lo que somos hoy. ¿Por qué es beneficioso para una persona no ser agresiva? Tratamos con expertos.

Cuando vemos las noticias en la televisión, pensamos que vivimos en un mundo donde reinan los conflictos y la violencia. Sin embargo, si nos miramos más de cerca y estudiamos la historia de nuestra especie, resulta que, en comparación con otros primates, somos criaturas bastante pacíficas.

Si nos comparamos con nuestros parientes más cercanos, los monos, podemos ver que en los grupos humanos los mecanismos de cooperación son mucho más complejos, y la empatía y el altruismo son mucho más comunes. Somos más propensos a resolver conflictos sin recurrir a la violencia que los Vástagos.

Los psicólogos evolutivos se han interesado durante mucho tiempo por la pregunta: ¿qué papel ha jugado el deseo de paz en el desarrollo de nuestra sociedad? ¿La capacidad de no pelear con los demás afecta la evolución de nuestra sociedad? Influencias, y cómo, dice el biólogo Nathan Lenz.

Los científicos en todo momento se interesaron por las diferencias entre las personas y sus parientes más cercanos en el mundo de la fauna. Pero, ¿cuáles son las razones que llevaron a una persona razonable a volverse más pacífica que sus antepasados? Los científicos enumeran al menos seis factores que contribuyeron a este proceso. Pero seguro que hay muchos más, porque nuestra especie ha evolucionado desde hace cerca de un millón de años. ¿Quién sabe qué secretos esconde su historia?

Casi todos los académicos están de acuerdo en los seis elementos de la lista, desde los antropólogos hasta los psicólogos sociales, desde los médicos especialistas hasta los sociólogos.

1. Inteligencia, comunicación y lenguaje

No es ningún secreto que muchas especies animales han desarrollado su propio “lenguaje” en un grado u otro. Sonidos, gestos, expresiones faciales: todo esto es utilizado por muchos animales, desde delfines hasta perritos de las praderas, recuerda Lenz. Pero está claro que el lenguaje humano es mucho más complicado.

Algunos animales pueden pedir a sus familiares algo específico e incluso describir lo que está sucediendo, pero esto es extremadamente difícil para ellos. Otra cosa son los lenguajes humanos con sus casos, frases complejas, variedad de tiempos, casos y declinaciones…

Los investigadores creen que la inteligencia, el lenguaje y la convivencia pacífica están íntimamente relacionados. Cuando se trata de primates, el tamaño del cerebro (en comparación con el peso corporal total) se correlaciona con el tamaño del grupo en el que viven. Y este hecho, según los expertos en procesos evolutivos, indica directamente la relación entre las habilidades sociales y las habilidades cognitivas.

Los conflictos en grupos grandes ocurren con más frecuencia que en grupos pequeños. La capacidad de resolverlos pacíficamente requiere una inteligencia social desarrollada, un alto nivel de empatía y habilidades de comunicación más amplias que los métodos violentos.

2. Cooperación competitiva

La competencia y la cooperación pueden parecernos opuestos, pero cuando se trata de grupos, todo cambia. Las personas, como otros representantes del mundo de la fauna, a menudo se unen para resistir a los rivales. En este punto, las actividades antisociales (competencia) se convierten en actividades prosociales (cooperación), explica Nathan Lentz.

La conducta prosocial es aquella que beneficia a otras personas oa toda la sociedad. Para comportarse de esta manera, debe poder aceptar el punto de vista de otra persona, comprender la motivación de los demás y ser capaz de empatizar. También es importante para nosotros equilibrar nuestras necesidades con las necesidades de los demás y dar a los demás tanto como tomamos de ellos.

Subir de nivel todas estas habilidades ha hecho que los grupos individuales tengan más éxito al competir con otras comunidades. Fuimos recompensados ​​por la selección natural: una persona se volvió más prosocial y capaz de establecer conexiones emocionales. Los científicos dicen en broma sobre estos procesos así: «Sobreviven los más amigables».

3. Características culturales adquiridas

Los grupos cuyos miembros pueden cooperar tienen más éxito. Habiendo "entendido" esto, las personas comenzaron a acumular algunos rasgos de comportamiento que luego contribuyeron no solo a la capacidad de establecer la paz, sino también al éxito en la competencia. Y este conjunto de habilidades y conocimientos crece y se transmite de generación en generación. Aquí hay una lista de características culturales de una persona que contribuyeron a una disminución en el número de conflictos dentro de los grupos sociales:

  1. capacidad de aprendizaje social
  2. desarrollo e implementación de reglas de conducta en la sociedad,
  3. División del trabajo,
  4. un sistema de castigos por comportamiento que se desvía de la norma aceptada,
  5. el surgimiento de una reputación que influyó en el éxito reproductivo,
  6. la creación de signos no biológicos (atributos), que indican pertenecer a un grupo en particular,
  7. el surgimiento de «instituciones» informales dentro del grupo que lo benefician.

4. «Domesticación» de las personas

La autodomesticación de los humanos es una idea arraigada en las enseñanzas de Darwin. Pero es solo ahora, cuando comenzamos a interesarnos más profundamente en el lado genético de la domesticación, que podemos apreciar completamente su significado. El significado de esta teoría es que las personas alguna vez se vieron afectadas por los mismos procesos que influyeron en la domesticación de los animales.

Los animales domésticos modernos no son muy similares a sus predecesores salvajes. Las cabras, las gallinas, los perros y los gatos son más dóciles, más tolerantes y menos propensos a la agresión. Y sucedió precisamente porque durante siglos el hombre ha criado a los animales más obedientes, y ha excluido de este proceso a los agresivos.

Quedaron fuera aquellos que mostraron una propensión a la violencia. Pero los dueños del estilo de comportamiento prosocial fueron recompensados.

Si comparamos el nosotros de hoy con nuestros antepasados, resulta que también somos más pacíficos y tolerantes que nuestros bisabuelos primitivos. Esto llevó a los científicos a pensar que el mismo proceso “selectivo” también afectaba a las personas: aquellos que mostraban una tendencia a la violencia quedaban fuera. Pero los dueños del estilo de comportamiento prosocial fueron recompensados.

Biológicamente, esta idea se sustenta en los cambios que podemos observar en los animales domésticos. Sus dientes, cuencas de los ojos y otras partes del hocico son más pequeñas que las de sus antecesores antiguos. También nos parecemos poco a nuestros parientes neandertales.

5. Disminución de los niveles de testosterona

Por supuesto, no podemos medir los niveles de testosterona en fósiles humanos y animales. Pero hay evidencia contradictoria de que los niveles promedio de esta hormona han disminuido constantemente en nuestra especie durante los últimos 300 años. Esta dinámica se reflejó en nuestros rostros: en particular, fue debido a la caída en los niveles de testosterona que se volvieron más redondos. Y nuestras cejas se notan mucho menos que las que "usaban" nuestros antiguos antepasados. Al mismo tiempo, los niveles de testosterona disminuyeron tanto en hombres como en mujeres.

Se sabe que en diferentes especies animales, los niveles elevados de testosterona están asociados con una tendencia a la agresión, la violencia y el dominio. Un nivel más bajo de esta hormona indica un estado más armonioso y tranquilo. Sí, hay matices, y en la imaginación de las personas, la testosterona juega un papel algo exagerado, pero aún así hay una conexión.

Por ejemplo, si estudiamos chimpancés agresivos y pendencieros y sus parientes bonobos, mucho más pacíficos, manejados por mujeres, encontramos que los primeros tienen niveles de testosterona mucho más altos que los segundos.

6. Tolerancia con los extraños

La última característica importante de los humanos que vale la pena mencionar es nuestra capacidad para ser tolerantes y aceptar a los extraños, siempre que los consideremos miembros de nuestra sociedad.

En algún momento, las comunidades humanas se volvieron demasiado grandes y mantener un registro de sus miembros se volvió demasiado intensivo en energía. En cambio, el hombre hizo algo sorprendente e imposible para sus parientes más cercanos: desarrolló una convicción interna de que los extraños no son una amenaza para él y que podemos convivir pacíficamente incluso con aquellos con quienes no tenemos relación.

La violencia siempre ha sido parte de nuestras vidas, pero gradualmente se hizo cada vez menos porque era beneficiosa para nuestra especie.

Y así sucedió que los niveles de empatía y altruismo han crecido dentro de la sociedad humana en el último millón de años. Durante este tiempo también se generalizó el comportamiento prosocial y el deseo de cooperación entre miembros del mismo grupo. Sí, la violencia siempre ha sido parte de nuestras vidas, pero gradualmente se hizo cada vez menos porque era beneficiosa para nuestra especie.

Comprender las causas que llevaron a este declive, tanto social como genético y hormonal, nos ayudará a convertirnos en criaturas más pacíficas, lo que garantizará el éxito a largo plazo de nuestra especie.

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