Psicología

Hoy, un robot asistente es, por supuesto, exótico. Pero ni siquiera tendremos tiempo de mirar hacia atrás, ya que se convertirán en un atributo banal de nuestra vida cotidiana. El ámbito de su posible aplicación es amplio: robots amas de casa, robots tutores, robots niñeras. Pero son capaces de más. Los robots pueden convertirse en nosotros... amigos.

Un robot es un amigo del hombre. Así que pronto hablarán de estas máquinas. No solo los tratamos como si estuvieran vivos, sino que también sentimos su «apoyo» imaginario. Por supuesto, solo nos parece que estamos estableciendo un contacto emocional con el robot. Pero el efecto positivo de la comunicación imaginaria es bastante real.

Psicólogo social Gurit E. Birnbaum del Centro de Israel1, y sus colegas de los Estados Unidos realizaron dos estudios interesantes. Los participantes tenían que compartir una historia personal (primero negativa, luego positiva) con un pequeño robot de escritorio.2. "Comunicándose" con un grupo de participantes, el robot respondió a la historia con movimientos (asintiendo en respuesta a las palabras de una persona), así como señales en la pantalla que expresaban simpatía y apoyo (por ejemplo, "Sí, tuviste un ¡dificultades!").

La segunda mitad de los participantes tuvo que comunicarse con un robot «que no respondía»: parecía «vivo» y «escuchando», pero al mismo tiempo permanecía inmóvil y sus respuestas de texto eran formales («Por favor, cuéntame más»).

Reaccionamos ante los robots "amables" y "simpatizantes" de la misma manera que ante las personas amables y comprensivas.

Según los resultados del experimento, resultó que los participantes que se comunicaron con el robot «receptivo»:

a) lo recibió positivamente;

b) no le importaría tenerlo cerca en una situación estresante (por ejemplo, durante una visita al dentista);

c) su lenguaje corporal (inclinarse hacia el robot, sonreír, hacer contacto visual) mostró una clara simpatía y calidez. El efecto es interesante, considerando que el robot ni siquiera era humanoide.

A continuación, los participantes tenían que realizar una tarea asociada con un mayor estrés: presentarse a un socio potencial. El primer grupo tuvo una autopresentación mucho más fácil. Después de comunicarse con un robot «responsivo», su autoestima aumentó y creyeron que bien podían contar con el interés recíproco de una posible pareja.

En otras palabras, reaccionamos ante los robots "amables" y "simpatizantes" de la misma manera que ante las personas amables y comprensivas, y expresamos simpatía por ellos, como por las personas. Además, la comunicación con un robot de este tipo ayuda a sentirse más seguro y atractivo (el mismo efecto produce la comunicación con una persona comprensiva que se toma en serio nuestros problemas). Y esto abre otra área de aplicación para los robots: al menos podrán actuar como nuestros “compañeros” y “confidentes” y brindarnos apoyo psicológico.


1 Centro Interdisciplinario Herzliya (Israel), www.portal.idc.ac.il/en.

2 G. Birnbaum «Lo que los robots pueden enseñarnos sobre la intimidad: los efectos tranquilizadores de la capacidad de respuesta de los robots a la divulgación humana», Computers in Human Behavior, mayo de 2016.

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