Cómo salvar a los isleños del calentamiento global

La conversación sobre el hundimiento de las islas ha existido durante mucho tiempo como una forma de describir los riesgos futuros que enfrentan los pequeños estados insulares. Pero la realidad es que hoy en día estas amenazas ya empiezan a ser plausibles. Muchos pequeños estados insulares han decidido reintroducir políticas de reasentamiento y migración que antes eran impopulares debido al cambio climático.

Tal es la historia de Christmas Island o Kiribati, ubicada en medio del Océano Pacífico, el atolón de coral más grande del mundo. Una mirada más cercana a la historia de esta isla arroja luz sobre los problemas que enfrentan las personas que viven en lugares similares en todo el mundo y sobre la insuficiencia de la política internacional actual.

Kiribati tiene un oscuro pasado de colonialismo británico y pruebas nucleares. Se independizaron del Reino Unido el 12 de julio de 1979, cuando se creó la República de Kiribati para gobernar un grupo de 33 islas ubicadas a ambos lados del ecuador en la zona. Ahora aparece otra amenaza en el horizonte.

Elevada a no más de dos metros sobre el nivel del mar en su punto más alto, Kiribati es una de las islas habitadas más sensibles al clima del planeta. Está ubicado en el centro del mundo, pero la mayoría de las personas no pueden identificarlo con precisión en el mapa y saben poco sobre la rica cultura y tradiciones de este pueblo.

Esta cultura puede desaparecer. Una de cada siete migraciones a Kiribati, ya sea entre islas o internacionalmente, está impulsada por el cambio ambiental. Y un informe de la ONU de 2016 mostró que la mitad de los hogares ya se han visto afectados por el aumento del nivel del mar en Kiribati. El aumento del nivel del mar también crea problemas con el almacenamiento de desechos nucleares en los pequeños estados insulares, remanentes de un pasado colonial.

Las personas desplazadas se convierten en refugiados como resultado del cambio climático: personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a los efectos de eventos climáticos severos y regresar a la vida normal en otro lugar, perdiendo su cultura, comunidad y poder de decisión.

Este problema solo empeorará. El aumento de las tormentas y los fenómenos meteorológicos ha desplazado a una media de 24,1 millones de personas al año en todo el mundo desde 2008, y el Banco Mundial estima que para 143 2050 millones de personas más serán desplazadas en solo tres regiones: África subsahariana, Asia meridional y America latina.

En el caso de Kiribati, se han puesto en marcha varios mecanismos para ayudar a los habitantes de las islas. Por ejemplo, el Gobierno de Kiribati está implementando el programa Migración con Dignidad para crear una fuerza laboral capacitada que pueda encontrar buenos trabajos en el extranjero. El gobierno también compró 2014 acres de tierra en Fiji en 6 para tratar de garantizar la seguridad alimentaria a medida que cambia el medio ambiente.

Nueva Zelanda también organizó una lotería anual de oportunidades llamada "Pacto electoral del Pacífico". Esta lotería está diseñada para ayudar a 75 ciudadanos de Kiribati a establecerse en Nueva Zelanda por año. Sin embargo, se informa que las cuotas no se están cumpliendo. Es comprensible que la gente no quiera dejar sus hogares, familias y vidas.

Mientras tanto, el Banco Mundial y la ONU argumentan que Australia y Nueva Zelanda deberían mejorar la movilidad de los trabajadores temporales y permitir la migración abierta para los ciudadanos de Kiribati a la luz de los impactos del cambio climático. Sin embargo, el trabajo estacional a menudo no ofrece grandes perspectivas de una vida mejor.

Si bien la política internacional bien intencionada se ha centrado en gran medida en el reasentamiento en lugar de brindar capacidad de adaptación y apoyo a largo plazo, estas opciones aún no brindan una verdadera autodeterminación para el pueblo de Kiribati. Tienden a mercantilizar a las personas recortando su reubicación en los planes de empleo.

También significa que proyectos locales útiles como un nuevo aeropuerto, un programa de vivienda permanente y una nueva estrategia de turismo marino pronto pueden volverse redundantes. Para garantizar que la migración no se convierta en una necesidad, se necesitan estrategias realistas y asequibles para la restauración y conservación de la tierra en la isla.

Fomentar la migración de la población es, por supuesto, la opción de menor costo. Pero no debemos caer en la trampa de pensar que esa es la única salida. No necesitamos dejar que esta isla se hunda.

Este no es solo un problema humano: dejar esta isla en el mar eventualmente conducirá a la extinción global de especies de aves que no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra, como la curruca de Bokikokiko. Otros pequeños estados insulares amenazados por el aumento del nivel del mar también albergan especies en peligro de extinción.

La asistencia internacional puede resolver muchos problemas futuros y salvar este increíble y hermoso lugar para las personas, los animales no humanos y las plantas, pero la falta de apoyo de los países ricos dificulta que los habitantes de los pequeños estados insulares consideren tales opciones. Se han creado islas artificiales en Dubái, ¿por qué no? Hay muchas otras opciones, como el refuerzo de bancos y las tecnologías de recuperación de tierras. Tales opciones podrían proteger la patria de Kiribati y al mismo tiempo aumentar la resiliencia de estos lugares, si la asistencia internacional fuera más rápida y consistente de los países que causaron esta crisis climática.

En el momento en que se redactó la Convención de las Naciones Unidas sobre los Refugiados de 1951, no existía una definición internacionalmente aceptada de “refugiado climático”. Esto crea una brecha de protección, ya que la degradación ambiental no califica como “persecución”. Esto es a pesar del hecho de que el cambio climático es impulsado en gran medida por las acciones de los países industrializados y su negligencia para hacer frente a sus duros efectos.

La Cumbre de Acción Climática de la ONU del 23 de septiembre de 2019 puede comenzar a abordar algunos de estos problemas. Pero para los millones de personas que viven en lugares amenazados por el cambio climático, el problema es la justicia ambiental y climática. Esta pregunta no debe ser solo sobre si se están abordando las amenazas del cambio climático, sino también por qué aquellos que quieren seguir viviendo en pequeños estados insulares a menudo carecen de los recursos o la autonomía para abordar el cambio climático y otros desafíos globales.

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