Las pruebas de vida son nuestras principales maestras

Por mucho que lo deseemos, las dificultades y desafíos que nos depara el destino son inevitables. Hoy nos regocijamos por un ascenso en el trabajo, una velada agradable con gente cercana, un viaje apasionante, mañana nos enfrentamos a una prueba que parecía venir de la nada. Pero así es la vida y todo en ella pasa por algo, incluso los acontecimientos que no estaban previstos en nuestros planes, se convierten en una experiencia invaluable.

Suena bien, pero cuando la vida realmente presenta un desafío inquietante, una percepción positiva de lo que está sucediendo es lo último que viene a la mente. Después de un tiempo, una persona todavía vuelve en sí, y es entonces cuando llega el momento de entender para qué era y qué me enseñó.

1. No puedes controlar la vida, pero puedes controlarte a ti mismo.

Hay circunstancias que están fuera de nuestro control: nacer en una familia disfuncional, perder a un padre a una edad temprana, un accidente imprevisto, una enfermedad grave. Viviendo tales dificultades, nos enfrentamos a una elección bastante específica: derrumbarnos y convertirnos en víctimas de las circunstancias, o aceptar la situación como una oportunidad de crecimiento (quizás, en algunas situaciones, espiritual). La rendición parece ser la más fácil, pero es el camino de la debilidad y la vulnerabilidad. Tal persona sucumbe fácilmente a las adicciones, especialmente al alcohol oa las drogas, en las que busca alivio del sufrimiento. Atrae a personas con problemas similares, rodeándose de vibraciones de infelicidad y dolor. La inestabilidad emocional conduce posteriormente a la depresión. Al darse cuenta de que usted es el dueño de sus emociones y condiciones externas, comienza a cambiar la situación en la dirección más beneficiosa para usted en la medida de lo posible en la situación actual. Los retos y las dificultades se convierten en un trampolín que te hace una persona fuerte y te abre nuevas oportunidades. Esta es la mentalidad de un ganador que nunca deja de mejorarse a sí mismo y al mundo que lo rodea y siempre cree en lo mejor.

2. En realidad eres una persona muy fuerte.

El poder de la mente es increíblemente grande. Al desarrollar la fe en la capacidad de hacer frente a cualquier dificultad y desafío del destino, formamos en nosotros mismos el poder, la fuerza de voluntad y el núcleo, que se convierten en nuestros activos más valiosos.

3. Eres tu propio peor enemigo y tu mejor amigo.

A veces nos odiamos a nosotros mismos. Odiamos que nos permitamos pisar el mismo rastrillo una y otra vez. Por no poder ser más disciplinados y hacer las cosas bien. Por errores del pasado. Simplemente, a veces, no podemos perdonarnos a nosotros mismos y seguimos pensando en ello una y otra vez. Después de pasar por esa lucha, nos damos cuenta de que podemos convertirnos en nuestro propio enemigo, seguir culpándonos y torturándonos, o podemos hacernos amigos, perdonarnos y seguir adelante. Para sanar mentalmente, es importante aceptar las circunstancias, soltar los errores, permitirte seguir adelante.

4. Entiendes quiénes son tus amigos

Mucha gente estará encantada con nosotros cuando todo salga bien. Sin embargo, los desafíos de la vida pueden mostrarnos quién es un verdadero amigo y quién no es “ni amigo ni enemigo, sino así”. Es en tiempos difíciles que tenemos aquellos que están dispuestos a invertir su tiempo y energía para mejorar nuestras vidas. En esos momentos, tenemos una oportunidad única de comprender qué personas son de suma importancia y merecen ser apreciadas.

5. Te das cuenta de lo que es realmente importante en la vida

Una situación de vida de “emergencia”, como una prueba de fuego, a nivel subconsciente, nos hace darnos cuenta de lo que es importante para nosotros. Viviendo en trébol, estable y parejo, muchas veces nos olvidamos de lo que siempre debe ser una prioridad. Por ejemplo, atención a la salud (cuán a menudo esto es lo último en lo que pensamos hasta que nos encontramos con una enfermedad), actitud cariñosa y cortés hacia los seres queridos (por regla general, permitimos más irritación y agresión hacia los seres queridos que las personas poco conocidas) . ). Las dificultades del destino son capaces de poner este desorden en su lugar y guiar los pensamientos por el camino correcto.

Y finalmente, . Los desafíos siempre nos llevan dolorosamente a cambios (a veces drásticos), que muchas veces afectan nuestras vidas de mejor manera.

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