Los psicólogos han descubierto a qué conduce la renuencia a perdonar una ofensa

Parecería que, dado que te ofendiste, depende de ti decidir si perdonar a una persona o hacer que se disculpe un par de veces más. Pero en realidad, todo es mucho más complicado. Si desea mantener una relación con su ofensor, entonces no puede negarse a perdonarlo, de lo contrario, sus posibilidades de reconciliación serán cero.

A esta conclusión llegaron psicólogos australianos, cuyo artículo fue publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin.. 

Michael Tai de la Universidad de Queensland y sus colegas realizaron cuatro experimentos psicológicos. Durante la primera, se pidió a los participantes que recordaran situaciones en las que ofendieron a alguien y luego se disculparon sinceramente con la víctima. La mitad de los participantes debían describir por escrito cómo se sintieron cuando recibieron el perdón y el resto cuando no lo recibieron.

Resultó que aquellos que no fueron perdonados percibieron la reacción de la víctima como una flagrante violación de las normas sociales. La negativa a «perdonar y olvidar» hizo que los agresores sintieran que perdían el control de la situación.

Como resultado, el ofensor y la víctima intercambiaron roles: el que inicialmente actuó injustamente tuvo la sensación de que la víctima es él, que fue ofendido. En esta situación, las posibilidades de una solución pacífica del conflicto se vuelven mínimas: el delincuente "ofendido" lamenta haber pedido perdón y no quiere aguantar a la víctima.

Los resultados obtenidos se confirmaron en el transcurso de otros tres experimentos. Como señalan los autores, el hecho mismo de una disculpa por parte del agresor devuelve el poder sobre la situación a manos de la víctima, quien puede perdonarlo o guardarle rencor. En este último caso, las relaciones entre las personas pueden destruirse para siempre.

Una fuente: Personalidad y Psicología Social Boletín

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