Reglas de vida en casa: ¿cómo hacerlas cumplir?

Reglas de vida en casa: ¿cómo hacerlas cumplir?

Guardar sus zapatos, ayudar a poner la mesa, hacer los deberes… Los niños viven en un mundo de juegos y sueños, pero las reglas de la vida son tan importantes para ellos como el aire que respiran. Para crecer bien, es necesario tener una pared en la que apoyarse, límites claros y explicados. Pero una vez que se establecen las reglas, queda aplicarlas y hacerlas cumplir.

Establecer reglas basadas en la edad

No es necesario gritar todos los días para que los niños pongan sus cosas en el cesto de la ropa sucia antes de los 4 años. La suciedad para ellos es un concepto todo tuyo. Mejor preguntar por ejemplo que: “antes de bañarte, pon tus calcetines en la canasta gris por favor” y lo haces con él las tres primeras veces.

Entre 3 y 7 años.

Los niños querrán ayudar, adquirir autonomía, responsabilidades. Si los padres se toman el tiempo de demostrar, poco a poco, paso a paso, como demuestra Céline Alvarez, investigadora en desarrollo infantil, los pequeños están atentos y tienen grandes habilidades.

Solo necesitan un adulto paciente que les muestre, les deje hacerlo, les permita cometer errores, empezar de nuevo con calma y amabilidad. Cuanto más se enojen los padres, menos escucharán los niños las reglas.

A los 7 años

Esta edad corresponde al ingreso a la escuela primaria, los niños han adquirido las principales reglas de vida: comer en la mesa con los cubiertos, decir gracias, por favor, lavarse las manos, etc.

Luego, los padres pueden introducir nuevas reglas, como ayudar a poner la mesa, vaciar el lavavajillas, darle las croquetas al gato ... todas estas pequeñas tareas ayudan al niño a ser independiente y despegar con confianza más tarde.

Establezcan las reglas juntos y explíquenlas

Es importante que los niños participen activamente en la elaboración de estas reglas. Por ejemplo, puede tomarse el tiempo para preguntarle qué le gustaría hacer para ayudar, ofreciéndole tres tareas para elegir. Entonces tendrá la sensación de haber tenido la opción y de haber sido escuchado.

Reglas para toda la familia

Cuando las reglas están en su lugar, todos los miembros de la familia deben predicar con el ejemplo. Las reglas deben ser justas para cada integrante, por ejemplo los niños mayores tienen derecho a leer un poco antes de irse a dormir y apagar sus luces en un momento determinado. Los padres explican a los pequeños que necesitan dormir más que los mayores para crecer bien y que deben desconectarse antes que sus hermanos mayores.

Estas reglas pueden brindar una oportunidad para que la familia se reúna alrededor de una mesa y permita que todos digan lo que les gusta y lo que no les gusta hacer. Los padres pueden escucharlo y tenerlo en cuenta. Este tiempo permite dialogar, explicar. Es más fácil aplicar reglas cuando comprende para qué sirven.

Mostrar reglas para todos

Para que todos puedan recordarlas, uno de los niños puede escribir las diferentes reglas de la casa en una hermosa hoja de papel, o dibujarlas y luego mostrarlas. Exactamente como la planificación familiar.

También pueden encontrar su lugar en un hermoso cuaderno dedicado a esto, o en una carpeta en la que se pueden agregar páginas, dibujos, etc.

Dar forma a las reglas de la casa también significa aportar claridad a lo que se espera de ellos y transformar un momento que puede parecer desagradable en algo divertido.

Escribir es también memorizar. Los padres se sorprenderán al descubrir que Enzo, de 9 años, se ha memorizado las 12 reglas de la casa de memoria, a diferencia de su padre, que está luchando por encontrar la sexta. La memorización tiene que pasar por el juego. Es muy divertido confundir a los padres y demostrar sus habilidades.

Reglas pero también consecuencias

Las reglas de la vida no están ahí para lucir bonita. La película Yes Day es una demostración perfecta de esto. Si los padres dicen que sí a todo, sería la jungla. El incumplimiento de las reglas tiene consecuencias. También es necesario determinarlos con la mayor precisión posible, nuevamente, de acuerdo con la edad del niño y sus capacidades.

Guarda tus zapatos, por ejemplo. A los tres años, la atención del niño se ve muy rápidamente perturbada por un evento externo, un ruido, algo que contar, un juego de arrastre… no tiene sentido gritar y castigar.

Los mayores son capaces y han integrado la información. Explicarles en qué utiliza el tiempo que tiene para ordenar (trabajar, cocinar, ayudarles con la tarea) puede ser un buen comienzo.

Luego, con una sonrisa, acuerden juntos una consecuencia si no guarda sus zapatos, sin usar necesariamente las palabras sanciones o castigos. Puede ser una privación: televisión, fútbol con amigos… pero también debe tener la posibilidad de: despejar la mesa, limpiar los muebles, doblar la ropa. Las reglas de la vida se asocian entonces con la acción positiva, y eso se siente bien.

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