Psicología

Las relaciones sanas se basan en la confianza. Pero admite, a veces todavía engañas a tu pareja o no dices toda la verdad. ¿Mentir daña las relaciones?

Hay momentos en los que parece imposible decir la verdad sin pelear, lastimarse o arrinconarse. Los socios a veces se engañan entre sí: subestiman o exageran algo, halagan y guardan silencio. Pero, ¿las mentiras siempre son dañinas?

Mentiras en nombre de los buenos modales

A veces, para cumplir con las reglas de la comunicación, hay que decir verdades a medias. Si un cónyuge pregunta: "¿Cómo estuvo tu día?", es probable que no esté realmente listo para escuchar las quejas sobre los colegas y el jefe. Su pregunta es una manifestación de cortesía, a la que ambos socios están acostumbrados. Cuando dices: «Está bien», eso es una mentira igualmente inofensiva. Tú también sigues las reglas no escritas de la comunicación.

Sería mucho peor decirse constantemente todo lo que se les ocurre. Un esposo podría describirle a su esposa lo buena que es una secretaria joven, pero es más inteligente guardarse ese razonamiento para uno mismo. Algunos de nuestros pensamientos pueden ser inapropiados, innecesarios o desagradables. A veces quieres decir la verdad, pero sopesamos los pros y los contras antes de hacerlo.

¿Honestidad o amabilidad?

Normalmente actuamos según la situación y decimos lo que nos parece oportuno en un momento determinado. Puede, por ejemplo, llamar la atención de un transeúnte o un colega: "Su botón está desabrochado", o puede permanecer en silencio.

Pero no tires frases francas como «No soporto la foto de tus padres que me enmarcaste y me regalaste por mi cumpleaños».

Hay situaciones en las que es inconveniente decir la verdad, pero es necesario, y hay que elegir las palabras, la entonación y el tiempo. La misma pregunta puede responderse con la misma honestidad, pero de diferentes maneras.

Pregunta: «¿Por qué estás en contra de mis reuniones con amigos?»

Respuesta incorrecta: “Debido a que todos son idiotas, y no tienes absolutamente ningún control sobre ti mismo, puedes beber y hacer algo”.

Respuesta adecuada: “Me preocupa que puedas beber. Hay tantos hombres solteros por aquí, y tú eres tan atractivo.

Pregunta: «¿Te casarías conmigo?»

Respuesta incorrecta: «El matrimonio no es para mí.»

Respuesta adecuada: «Me gusta cómo se está desarrollando nuestra relación, pero aún no estoy lista para tal responsabilidad».

P: «¿Me veo gorda con estos pantalones cortos de jersey verde brillante?»

Respuesta incorrecta: «Solo te ves gorda por tu gordura, no por tu ropa.»

Respuesta adecuada: «Creo que los jeans te sientan mejor».

Detrás de las palabras se encuentra el motivo

Hay muchas maneras de ser honesto y amable al mismo tiempo. Cuando no sabes qué decir o tienes miedo de decir la verdad, lo mejor es pedir un tiempo para pensarlo.

Por ejemplo, te tomó por sorpresa la pregunta “¿Me amas?”. No engañe a una persona ni intente trasladar la conversación a otro tema. Cuando se trata de algo importante, es mejor ser franco.

La honestidad en una relación es necesaria, pero no obligatoria, como decirle a tu pareja que huele raro cuando haces el amor.

Por otro lado, piénsalo: ¿qué sucede cuando intentas ocultar algo deliberadamente? ¿Tienes miedo de que si dices la verdad, pase algo malo? ¿Quieres castigar a alguien? ¿No puede ser delicado? ¿Estás tratando de protegerte a ti o a tu pareja?

Si descubre los motivos de su deshonestidad, su relación se beneficiará de ello.


Sobre el autor: Jason Whiting es terapeuta familiar y profesor de psicología.

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