Notas de azĂșcar

De todos los alimentos que comemos hoy, el azĂșcar refinada se considera uno de los mĂĄs peligrosos.


 En 1997, los estadounidenses consumieron 7,3 mil millones de libras de azĂșcar. Los estadounidenses gastaron 23,1 millones de dĂłlares en azĂșcar y chicles. El estadounidense promedio comiĂł 27 libras de azĂșcar y chicle en el mismo año. lo que equivale a unas seis barras de chocolate de tamaño normal a la semana.


El consumo de alimentos procesados ​​(que tienen azĂșcar agregada) les cuesta a los estadounidenses mĂĄs de $54 mil millones al año en pagos de facturas de dentistas, por lo que la industria dental se beneficia enormemente del antojo programado del pĂșblico por alimentos azucarados.


Hoy tenemos una naciĂłn adicta al azĂșcar. En 1915, el consumo promedio de azĂșcar (anual) era de 15 a 20 libras por persona. Hoy en dĂ­a, cada persona consume anualmente una cantidad de azĂșcar igual a su peso, mĂĄs mĂĄs de 20 libras de jarabe de maĂ­z.

Hay una circunstancia que hace que la imagen sea aĂșn mĂĄs terrible: algunas personas no comen dulces en absoluto, y algunas personas comen dulces mucho menos que el peso promedio, y esto significa que Un cierto porcentaje de la poblaciĂłn consume mucha mĂĄs azĂșcar refinada que su peso corporal. El cuerpo humano no puede tolerar una cantidad tan grande de carbohidratos refinados. De hecho, tal abuso conduce al hecho de que se destruyen los Ăłrganos vitales del cuerpo.


 El azĂșcar refinada no contiene fibras, minerales, proteĂ­nas, grasas, enzimas, solo calorĂ­as vacĂ­as.


El azĂșcar refinada es despojada de todos los nutrientes y el cuerpo se ve obligado a agotar sus propias reservas de diversas vitaminas, minerales y enzimas. Si continĂșa comiendo azĂșcar, se desarrolla acidez y, para restablecer el equilibrio, el cuerpo necesita extraer aĂșn mĂĄs minerales de sus profundidades. Si el cuerpo carece de los nutrientes que se utilizan para metabolizar el azĂșcar, no puede deshacerse adecuadamente de las sustancias tĂłxicas.

Estos desechos se acumulan en el cerebro y el sistema nervioso, lo que acelera la muerte celular. El torrente sanguĂ­neo se congestiona con productos de desecho y, como resultado, se presentan sĂ­ntomas de intoxicaciĂłn por carbohidratos.

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