Psicología

El amor nos hace vulnerables. Abriéndonos a un ser querido, le dejamos pasar todas las defensas, para que pueda lastimarnos como nadie más. Cuanto más difícil es sobrellevar las experiencias que entregan los seres queridos. Ofrecemos un ejercicio para tales casos.

En cualquier relación significativa, ya sea de amistad, amor o familia, suceden experiencias dolorosas. Por desgracia, las emociones «buenas» y «malas» siempre van de la mano. Tarde o temprano, la persona con la que nos comunicamos empieza a desilusionarnos, a enfadarnos, a resentirnos al menos en algo. ¿Qué pasa con las experiencias dolorosas? ¿Emborracharse con ellos? ¿Lucha? ¿Dejar que nos gobiernen?

El psicólogo australiano Ras Harris, autor de Cómo mejorar las relaciones. De los mitos a la realidad” y creador del método original de flexibilidad psicológica, ofrece una alternativa: la técnica del “Nombre” desarrollada por él, que se basa en la aceptación de los propios sentimientos y la conciencia.

Paso 1: Aviso

En realidad, cuanto más fuertes son las emociones, más difícil es lidiar con ellas. Primero, nuestras reacciones a ellos se convierten en un hábito y dejamos de notarlos. En segundo lugar, cuando experimentamos emociones fuertes, nuestra mente es incapaz de reconocerlas.

Aquí es donde la respiración consciente resulta útil.

  • Primero, vacíe el aire de sus pulmones exhalando lo más que pueda. Luego deje que el aire los llene nuevamente, comenzando desde abajo y moviéndose hacia arriba.
  • Observe cómo el aire llena y sale de sus pulmones. Es bueno que te digas simultáneamente mientras respiras: “Dejo ir mis pensamientos y emociones”, “Esta historia ya no me afecta”.
  • Difundir la conciencia de la respiración al cuerpo. e intenta identificar el lugar donde sientes las emociones más fuertes. La mayoría de las veces es la frente, los pómulos, el cuello, la garganta, los hombros, el pecho y el abdomen.
  • Observe dónde comienzan las emociones y dónde terminan. ¿Dónde están los límites de tu emoción? ¿Está en la superficie o en el interior? ¿Está estacionario o está cambiando su ubicación? ¿Qué temperatura es? ¿Tiene puntos calientes o fríos? Tome tantos detalles como pueda, como si fuera un científico inquisitivo que nunca antes se había encontrado con un fenómeno así.

Paso 2: Reconocer

El siguiente paso es reconocer abiertamente la presencia de estas emociones. Dígase a sí mismo: «Esto es ira» o «Esto es disgusto». No digas «estoy enojado» o «me disgusta» porque en este caso te identificas con la emoción que estás experimentando, reforzándola.

Trata de darte cuenta de que no eres tus emociones, así como no eres tus pensamientos.

Las emociones y los pensamientos van y vienen, se mueven a través de ti como nubes flotando en el cielo. ¡Ellos no son tú! Di: “Aquí estoy yo, aquí está mi ira”, observa cómo esto te permite alejarte un poco de esa emoción. Una forma aún más sencilla es nombrar las emociones en una sola palabra: “ira”, “culpa”, “miedo”, “tristeza”.

El reconocimiento es un paso importante hacia la aceptación. Significa que estás regresando al mundo real. Mientras reconoces tus emociones, no hagas juicios ni juzgues. Con las palabras «¡Lo que siento es terrible!» te obligarás a evitar la emoción en lugar de aceptarla.

Paso 3: Crear espacio

Cuando experimentamos emociones dolorosas, nuestra atención se estrecha y, en lugar de dar espacio a nuestras experiencias, tratamos de llevarlas más adentro o alejarlas de nosotros. Es como encerrar a un caballo asustado en un pequeño establo, donde comenzará a destruir todo a su alrededor.

Pero si la dejas salir al campo, donde puede correr libremente, pronto gastará su energía y se calmará sin causar ningún daño. Si damos suficiente espacio a las emociones, su energía se agota sin causarnos muchos problemas.

  • Tomar una respiración profunda. Imagina que el aire inhalado llega a la emoción que estás experimentando y la envuelve, y entonces se abre cierto espacio libre en tu interior, en el que pueden caber experiencias dolorosas.
  • Vea si puede dejar que sus emociones negativas se apoderen de ese espacio. No te tiene que gustar lo que son. Simplemente permite que estén en este espacio. Este no es un truco inteligente para deshacerse de las emociones negativas, sino simplemente una forma de aceptarlas. Será más fácil completar este paso si te dices algo como, "Me estoy abriendo", o "Aquí hay espacio libre", o si dices una frase más larga como, "No me gusta esta emoción, pero tengo espacio". para ello."
  • Seguir respirando conscientemente, envolviendo tus emociones con aire inhalado y abriéndolas gradualmente, creando cada vez más espacio para ellas.

Puedes hacer este paso todo el tiempo que quieras, un minuto o 20 minutos. Sin embargo, con práctica, puedes hacerlo en 10 segundos.

Paso 4: aumentar la conciencia

Tenemos que ir hacia el mundo que nos rodea, para hacer contacto con él. Mientras dábamos los primeros pasos, dirigimos el foco de atención a las emociones. Ahora toca mirar a lo que nos rodea. Sea consciente de todo lo que puede ver, oír, tocar, saborear.

Mira alrededor. ¿Dónde estás? ¿Qué haces, con quién? ¿Qué ves, oyes, tocas? Ábrete al mundo. Pregúntese: “¿Qué está en línea con mis valores que me gustaría hacer en este momento?”

Y si hay algo que podrías hacer ahora mismo, sin dejarlo para más adelante, ¡hazlo!

Ras Harris recomienda hacer esta técnica de 5 a 10 veces al día, aunque sea muy brevemente, por ejemplo, durante 30 segundos, un minuto. Y si tiene tiempo y humor para trabajar, puede dedicarle de 5 a 15 minutos. Habiendo acumulado suficiente experiencia, podrá aplicarla justo en medio de un conflicto, sin importar cuán ofensivas sean las palabras de su pareja.

Por supuesto, a veces los conflictos te atraerán tanto que no habrá tiempo para ninguna práctica. Pero nada te impide hacerlo después de una pelea. Este es un enfoque mucho más saludable que atesorar tu resentimiento y retraerte en ti mismo, repasando interminablemente en tu cabeza todo lo desagradable que tu pareja dijo o hizo.

Deje un comentario