Psicología

A veces, tratando de ocultar el dolor, nos volvemos melancólicos y agresivos. La psicóloga Sarah Bucolt analiza qué hay detrás de tal o cual emoción y por qué no deben ocultarse.

Llamada de alarma. Intentas abrir los ojos, pero los párpados parecen estar llenos de plomo. Pero aquí todavía te levantas, vas a la ventana y miras la calle. Cielo gris. ¿Qué sientes?

Al día siguiente, otra alarma. Abres los ojos y quieres sonreír así, sin motivo alguno. Hoy debe ser un gran día, tienes muchos planes. Saltas de la cama, abres la ventana y vuelves a mirar afuera. El sol brillante brilla. ¿Que sientes ahora?

Clima, luz, olores, sonidos: todo afecta nuestro estado de ánimo.

Trate de llevar un registro de la ropa que usa cuando se despierta deprimido. Lo más probable, cosas de tonos oscuros. Ahora piensa en los días en que eres feliz. Todo toma color, y la ropa también. Rosa, naranja, verde, azul.

Un olor familiar puede transportarte a la infancia, recordándote el pastel que mamá horneó para su cumpleaños. La canción puede recordarte a una persona querida o el tiempo que pasaste con ella. La música es para evocar recuerdos agradables, o viceversa. Nuestras emociones dependen del mundo exterior, pero no deben controlarnos, sino que debemos controlarlas. ¿Cómo hacerlo?

No escondas los sentimientos negativos.

Todas las emociones, incluidas las negativas, son útiles. A veces no quieres que los demás sepan lo que tienes en mente, así que nos escondemos detrás de una máscara. A veces nos engañamos en lo que realmente sentimos. En todo caso, poniéndonos una armadura impenetrable, nos defendemos para que nadie pueda lastimarnos. ¿Es correcto?

Si los amigos y la familia no saben lo que te pasa, no podrán ayudarte. Deben haberte enseñado a no pedir nada, a ser independiente y confiar solo en ti mismo. Por eso, cuando te encuentras en una situación de la que no puedes salir, tienes miedo de pedir ayuda. Pero no está mal dejar que alguien te ayude. Te acerca a amigos y familiares.

Pedir ayuda tiene un significado especial: al hacerlo, le informas a la persona que confías en él, que lo necesitas. Y los seres queridos sienten que te necesitan.

¿Cómo cambiar el estado de ánimo?

Si estás triste, puedes animarte rodeándote de colores y colores vivos. Si está de un humor melancólico, abra las ventanas, ponga música alta, baile o limpie la habitación. Cambia tu actitud ante las circunstancias. Solo depende de nosotros con qué estado de ánimo nos despertamos y pasamos el día.

Aprender a gestionar las emociones no siempre es fácil, pero esta habilidad se convertirá en tu ayudante de por vida. Si comienzas a ser sarcástico en una discusión con un ser querido o un amigo, recuerda que pueden ser conscientes de los sentimientos y emociones que esconden tus palabras. Pregúntese: ¿por qué estoy reaccionando de tal manera que me enoja?

Aprender a comprender a los demás es el signo de una persona sabia. Puedes convertirte en eso si piensas en cómo te sientes tú mismo en un momento particular. Aprende a escucharte a ti mismo, y te será más fácil entender a los demás. Recuerda que la felicidad también se aprende.

Parábola de tristeza y rabia

Un día, la tristeza y la rabia fueron a nadar a un embalse fabuloso. Rage se apresuró, se bañó rápidamente y salió del agua. Pero la rabia es ciega y ve indistintamente lo que sucede, así que a toda prisa se puso un vestido de tristeza.

Tristeza, a su vez, con calma, como siempre, terminó de bañarse y salió lentamente del estanque. En la orilla, descubrió que su ropa no estaba. Pero sobre todo no le gustaba estar desnuda. Así que me puse el vestido que encontré: el vestido de la rabia.

Se dice que desde entonces a menudo se puede ver la ira, ciega y terrible. Sin embargo, vale la pena echar un vistazo más de cerca y es fácil notar que la tristeza se esconde bajo el vestido de la rabia.

Todo el mundo quiere ocultar sus sentimientos a veces. Si una persona se comporta agresivamente, tal vez simplemente se sienta mal. Esté atento a usted mismo y a los demás, y su vida se volverá más plena y brillante.


Sobre la autora: Sara Bucolt es psicóloga.

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