Psicología

El ritmo de vida, el trabajo, el flujo de noticias e información, la publicidad que nos anima a comprar más rápido. Todo esto no contribuye a la paz y la relajación. Pero incluso en un vagón de metro lleno de gente, puedes encontrar una isla de paz. El psicoterapeuta y columnista de psicología Christophe André explica cómo hacerlo.

Psicologías: ¿Qué es la serenidad?

Cristóbal André: Es una felicidad tranquila, que todo lo abarca. La serenidad es una emoción agradable, aunque no tan intensa como la alegría. Nos sumerge en un estado de paz interior y armonía con el mundo exterior. Experimentamos la paz, pero no nos replegamos en nosotros mismos. Sentimos confianza, conexión con el mundo, acuerdo con él. Sentimos que pertenecemos.

¿Cómo lograr la serenidad?

CA: A veces aparece debido al entorno. Por ejemplo, cuando subimos a la cima de una montaña y contemplamos el paisaje, o cuando admiramos la puesta de sol… A veces la situación es completamente desfavorable para esto, pero sin embargo logramos este estado, solo “desde adentro”: por ejemplo, en un vagón de metro abarrotado de repente nos invade la calma. Muy a menudo, este sentimiento fugaz surge cuando la vida afloja un poco su control y nosotros mismos aceptamos la situación tal como es. Para sentir serenidad, necesitas abrirte al momento presente. Es difícil si nuestros pensamientos van en círculos, si estamos inmersos en los negocios o distraídos. En cualquier caso, la serenidad, como todas las emociones positivas, no se puede sentir todo el tiempo. Pero ese tampoco es el objetivo. Queremos estar serenos más a menudo, prolongar este sentimiento y disfrutarlo.

¿Y para ello tendremos que irnos al skete, convertirnos en ermitaños, romper con el mundo?

christoph andré

CA: La serenidad sugiere cierta libertad del mundo. Dejamos de esforzarnos por la acción, la posesión y el control, pero nos mantenemos receptivos a lo que nos rodea. No se trata de replegarse en tu propia «torre», sino de relacionarte con el mundo. Es el resultado de una presencia intensa y sin prejuicios sobre lo que es nuestra vida en este momento. Es más fácil alcanzar la serenidad cuando nos rodea un mundo hermoso, y no cuando el mundo nos es hostil. Y, sin embargo, se pueden encontrar momentos de serenidad en el ajetreo y el bullicio diarios. Quien se da un tiempo para detenerse y analizar lo que le pasa, para ahondar en lo que está viviendo, tarde o temprano alcanzará la serenidad.

La serenidad se asocia a menudo con la meditación. ¿Es esta la única manera?

CA: También hay oración, reflexión sobre el sentido de la vida, conciencia plena. A veces basta fusionarse con un ambiente tranquilo, detenerse, dejar de perseguir resultados, sean los que sean, suspender los deseos. Y, por supuesto, meditar. Hay dos formas principales de meditar. El primero implica enfocar, estrechar la atención. Necesitas concentrarte completamente en una cosa: en tu propia respiración, en un mantra, en una oración, en la llama de una vela… Y eliminar de la conciencia todo lo que no pertenezca al objeto de meditación. La segunda forma es abrir tu atención, tratar de estar presente en todo: en tu propia respiración, sensaciones corporales, sonidos a tu alrededor, en todos los sentimientos y pensamientos. Esto es conciencia total: en lugar de estrechar mi enfoque, hago un esfuerzo por abrir mi mente a todo lo que me rodea en cada momento.

El problema de las emociones fuertes es que nos convertimos en sus cautivos, nos identificamos con ellas y nos devoran.

¿Qué pasa con las emociones negativas?

CA: Someter las emociones negativas es una condición previa necesaria para la serenidad. En St. Anne's, mostramos a los pacientes cómo pueden calmar sus sentimientos centrándose en el momento presente. También les invitamos a cambiar su actitud frente a las emociones dolorosas, no a tratar de controlarlas, sino simplemente a aceptarlas y así neutralizar su impacto. A menudo, el problema de las emociones fuertes es que nos convertimos en sus cautivos, nos identificamos con ellas y nos devoran. Entonces les decimos a los pacientes: “Permita que sus emociones estén en su mente, pero no deje que ocupen todo su espacio mental. Abre tanto la mente como el cuerpo al mundo exterior, y la influencia de estas emociones se disolverá en la mente más abierta y espaciosa.

¿Tiene sentido buscar la paz en el mundo moderno con sus constantes crisis?

CA: Creo que si no cuidamos nuestro equilibrio interior, entonces no solo sufriremos más, sino que nos volveremos más sugestionables, más impulsivos. Mientras que, cuidando nuestro mundo interior, nos volvemos más completos, justos, respetamos a los demás, los escuchamos. Estamos más tranquilos y confiados. Somos más libres. Además, la serenidad nos permite mantener un desapego interior, sin importar las batallas que tengamos que librar. Todos los grandes líderes, como Nelson Mandela, Gandhi, Martin Luther King, han tratado de ir más allá de sus reacciones inmediatas; vieron el panorama general, sabían que la violencia engendra violencia, agresión, sufrimiento. La serenidad preserva nuestra capacidad de resentir y resentir, pero de una forma más eficaz y adecuada.

Pero, ¿es más importante para la felicidad ceder que resistir y actuar?

CA: ¡Puedes pensar que uno contradice al otro! Creo que es como inhalar y exhalar. Hay momentos en los que es importante resistir, actuar, luchar y otros momentos en los que necesitas relajarte, aceptar la situación, solo observar tus emociones. Esto no significa darse por vencido, rendirse o someterse. En la aceptación, si se entiende correctamente, hay dos fases: aceptar la realidad y observarla, y luego actuar para cambiarla. Nuestra tarea es «responder» a lo que está pasando en nuestra mente y en nuestro corazón, y no «reaccionar» como exigen las emociones. Aunque la sociedad nos llama a reaccionar, a decidir de inmediato, como los vendedores que gritan: “¡Si no compras esto ahora, este producto se acabará esta noche o mañana!”. Nuestro mundo está tratando de atraparnos, obligándonos a pensar cada vez que el asunto es urgente. La serenidad se trata de dejar ir la falsa urgencia. La serenidad no es un escape de la realidad, sino un instrumento de sabiduría y conciencia.

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