Toda la verdad sobre la quinua

Los consumidores éticos deben ser conscientes de que los bolivianos pobres ya no pueden darse el lujo de cultivar granos debido a la creciente demanda de quinua en el oeste. Por otro lado, la quinua puede perjudicar a los agricultores bolivianos, pero comer carne nos perjudica a todos.

No hace mucho tiempo, la quinua era solo un producto peruano desconocido que solo se podía comprar en tiendas especializadas. La quínoa ha sido acogida favorablemente por los nutricionistas por su bajo contenido en grasas y su riqueza en aminoácidos. A los gourmets les gustó su sabor amargo y su apariencia exótica.

Los veganos han reconocido a la quinoa como un excelente sustituto de la carne. La quínoa tiene un alto contenido de proteínas (14 % -18 %), así como de esos molestos pero esenciales aminoácidos esenciales para una buena salud que pueden ser difíciles de alcanzar para los vegetarianos que optan por no consumir suplementos nutricionales.

Las ventas se dispararon. En consecuencia, el precio ha subido tres veces desde 2006, han aparecido nuevas variedades: negra, roja y real.

Pero hay una verdad incómoda para los que guardamos una bolsita de quinua en la despensa. La popularidad de la quinua en países como EE. UU. ha elevado los precios hasta el punto en que las personas más pobres de Perú y Bolivia, para quienes la quinua era un alimento básico, ya no pueden permitirse el lujo de comerla. La comida chatarra importada es más barata. En Lima, la quinua ahora es más cara que el pollo. Fuera de las ciudades, la tierra alguna vez se usó para cultivar una variedad de cultivos, pero debido a la demanda extranjera, la quinua ha suplantado a todo lo demás y se ha convertido en un monocultivo.

De hecho, el comercio de quinua es otro ejemplo preocupante del aumento de la pobreza. Esto empieza a parecer una advertencia sobre cómo la orientación hacia la exportación puede dañar la seguridad alimentaria de un país. Una historia similar acompañó la entrada al mercado mundial de los espárragos.

¿Resultado? En la árida región de Ica, hogar de la producción de espárragos peruanos, las exportaciones han agotado los recursos hídricos de los que dependen los lugareños. Los trabajadores trabajan duro por centavos y no pueden alimentar a sus hijos, mientras que los exportadores y los supermercados extranjeros sacan provecho de las ganancias. Tal es el pedigrí de la apariencia de todos estos grupos de sustancias útiles en los estantes de los supermercados.

La soya, un producto vegano favorito que está siendo promocionado como una alternativa láctea, es otro factor que está causando la destrucción del medio ambiente.

La producción de soja es actualmente una de las dos principales causas de deforestación en América del Sur, siendo la ganadería la otra. Se han talado vastas extensiones de bosques y pastizales para dar cabida a enormes plantaciones de soja. Para aclarar: el 97% de la soja producida, según un informe de la ONU de 2006, se utiliza para alimentar animales.

Hace tres años, en Europa, en aras de la experimentación, sembraron quinua. El experimento fracasó y no se repitió. Pero el intento, al menos, es el reconocimiento de la necesidad de mejorar nuestra propia seguridad alimentaria reduciendo la dependencia de productos importados. Es preferible comer productos locales. A través de la lente de la seguridad alimentaria, la obsesión actual de los estadounidenses con la quinua parece cada vez más irrelevante.  

 

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