Psicología

El filósofo siempre se rebela contra la escandalosidad de nuestro mundo. Si fuéramos absolutamente felices, no habría nada en qué pensar. La filosofía existe sólo porque hay «problemas»: el problema del mal y la injusticia, la existencia escandalosa de la muerte y el sufrimiento. Platón ingresó a la filosofía bajo la influencia de la flagrante sentencia de muerte de su maestro, Sócrates: lo único que pudo hacer fue reaccionar ante este evento.

Esto es lo que les digo a mis alumnos al comienzo del último año escolar: la filosofía es necesaria porque nuestra existencia no está despejada, porque en ella hay luto, amor infeliz, melancolía e indignación por la injusticia. “¿Y si todo está bien conmigo, si no hay problemas?” me preguntan a veces. Entonces les aseguro: «No se preocupen, los problemas pronto aparecerán, y con la ayuda de la filosofía los anticiparemos y los anticiparemos: trataremos de prepararnos para ellos».

También se necesita la filosofía para que podamos vivir mejor: más ricamente, más sabiamente, domesticando el pensamiento de la muerte y acostumbrándonos a ella.

“Filosofar es aprender a morir.” Esta cita, tomada por Montaigne de Sócrates y los estoicos, podría tomarse exclusivamente en un sentido «mortal»: entonces la filosofía sería una meditación sobre el tema de la muerte, no de la vida. Pero también se necesita la filosofía para que podamos vivir mejor: más ricamente, más sabiamente, domesticando el pensamiento de la muerte y acostumbrándonos a ella. La insensata realidad de la violencia terrorista nos recuerda cuán urgente es la tarea de comprender la escandalosidad de la muerte.

Pero si la muerte como tal es ya un escándalo, entonces sobrevienen muertes especialmente escandalosas, más injustas que otras. Ante el mal, debemos, como nunca antes, tratar de pensar, comprender, analizar, distinguir. No mezcles todo con todo. No cedas a tus impulsos.

Pero también debemos darnos cuenta de que no entenderemos todo, que este esfuerzo por comprender no nos librará del mal. Debemos tratar de llegar tan lejos como podamos en nuestro pensamiento, sabiendo que algo en la naturaleza más profunda del mal seguirá resistiendo nuestros esfuerzos. Esto no es fácil: es a esta dificultad, y principalmente a ella, que se dirige el filo del pensamiento filosófico. La filosofía existe sólo en la medida en que hay algo que se le resiste.

El pensamiento se vuelve verdaderamente pensamiento cuando se enfrenta a lo que lo amenaza. Puede ser el mal, pero también puede ser la belleza, la muerte, la estupidez, la existencia de Dios…

El filósofo nos puede dar una ayuda muy especial en tiempos de violencia. En Camus, la rebelión contra la violencia injusta y la realidad del mal es igual en fuerza a la capacidad de admirar la belleza radiante del universo. Y eso es lo que necesitamos hoy.

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