¿Por qué un niño tiene pesadillas, psicólogo, psicoterapeuta

Puede parecerle que todo esto es una tontería, nada terrible y solo caprichos, pero para un niño, los miedos nocturnos son muy serios.

Si un niño a menudo ve pesadillas, se despierta y corre a llorar, no se ría de lo que soñó. Piense por qué está sucediendo esto. Cuál podría ser el problema, explica nuestra experta: psiquiatra, psicoterapeuta Aina Gromova.

“La principal causa de los malos sueños es el aumento de la ansiedad. Cuando un niño está constantemente preocupado y deprimido, los miedos no desaparecen ni siquiera de noche, porque el cerebro sigue funcionando. Toman la forma de una pesadilla. Sus héroes son a menudo monstruos y villanos de cuentos de hadas y dibujos animados. Un niño puede ver algo aterrador en la pantalla y dormir tranquilo la noche siguiente, pero si la película causó una impresión, provocó una respuesta emocional, los personajes, la trama se plasmará en un mal sueño en un día e incluso después de una semana. ”Dice el doctor.

Muy a menudo, las pesadillas perturban al niño durante períodos de crisis de edad o cambios serios en la vida, especialmente a la edad de 5-8 años, cuando el niño está socializando activamente.

Búsqueda

El niño sueña que alguien desconocido lo está persiguiendo: un monstruo de una caricatura o una persona. Los intentos de superar el miedo, de esconderse de él, a veces van acompañados de sueños con tal trama. Las razones de las pesadillas en un niño impresionable son a menudo discordias familiares, escándalos que provocan un estrés severo.

Cayendo de grandes alturas

Fisiológicamente, un sueño está asociado con un mal funcionamiento del aparato vestibular. Si todo es normal con la salud, lo más probable es que el niño esté preocupado por los cambios en la vida, preocupado por lo que le sucederá en el futuro.

Ataque

Continuación de la trama con la persecución. El niño está preocupado por situaciones en las que no puede influir. Le parece que los problemas están destruyendo la forma de vida habitual.

Si un bebé se acerca a ti en medio de la noche quejándose de otra pesadilla, pregúntale qué soñó, qué exactamente lo asustó. No se ría, no diga que es estúpido tener miedo. Ponte de su lado: "Si yo fuera tú, yo también estaría asustado". Hágale saber al niño que no hay nada que temer, explíquele que siempre lo protegerá. Luego dirija su atención a algo bueno, recuérdele sus planes para mañana o dé su juguete favorito en sus manos. Asegúrese de que se haya calmado y se vaya a la cama. No vale la pena quedarse en una cama: el bebé debe tener su propio espacio personal, tú debes tener el tuyo.

No son solo las pesadillas las que indican un aumento de la ansiedad. Puede ser difícil para un niño establecer contacto con otras personas y, a menudo, comienzan la enuresis, la tartamudez y los problemas de conducta. ¿Notaste los síntomas? Analiza tu comportamiento. El niño absorbe todo como una esponja, lee las emociones de los demás. No pelees con el bebé, no te quejes de tu cónyuge y no lo uses como medio de manipulación. Establezca una relación de confianza, infunda la confianza de que puede acudir a usted con un problema y ayudará, en lugar de burlarse o maldecir.

Una rutina diaria clara también es importante: unas horas antes de acostarse, no puede usar su tableta y teléfono. En Internet, redes sociales, juegos, hay muchos símbolos visuales, información que el cerebro se ve obligado a procesar. Esto provoca fatiga y alteraciones del sueño.

Pase la última hora antes de acostarse en un ambiente relajado. No debería ver películas, pueden agitar a su bebé. Leer un libro o escuchar música, organizar tratamientos de agua. Es mejor rechazar los cuentos sobre Baba Yaga y otros villanos.

Piensa y observa un cierto ritual antes de quedarte dormido. Acuerde que todos los miembros de la familia lo seguirán si coloca al bebé uno por uno.

Antes de acostarse, el bebé necesita sensaciones táctiles, es importante que reciba cariño, que se sienta caliente. Abrázale, lee la historia, acaricia su mano.

Enséñele a su hijo a relajarse. Acuéstense juntos en una cama o alfombra y digan: "Imagina que eres un oso de peluche". Pida imaginar cómo se relajan sus piernas, brazos y cabeza a su vez. Unos minutos son suficientes para que el niño en edad preescolar se sienta más tranquilo.

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