Psicología

La distracción de los familiares mayores puede ser simplemente un signo de la edad, o puede indicar los primeros signos de una enfermedad. ¿Cómo saber si la situación es grave? Narrado por el neurólogo Andrew Budson.

Con los padres, los abuelos, muchos de nosotros, incluso viviendo en la misma ciudad, nos vemos principalmente en vacaciones. Habiéndonos conocido después de una larga separación, a veces nos sorprendemos al darnos cuenta de lo inexorable que es el tiempo. Y junto con otros signos de envejecimiento de los familiares, podemos notar su distracción.

¿Es solo un fenómeno relacionado con la edad o un signo de la enfermedad de Alzheimer? ¿O tal vez otro trastorno de la memoria? A veces observamos con ansiedad sus olvidos y pensamos: ¿es hora de ir al médico?

Andrew Budson, profesor de neurología en la Universidad de Boston y profesor de la Escuela de Medicina de Harvard, explica los complejos procesos del cerebro de una manera accesible y comprensible. Preparó una «hoja de trucos» para aquellos que están preocupados por los cambios de memoria en los familiares ancianos.

Envejecimiento normal del cerebro

La memoria, como explica el Dr. Budson, es como un sistema de registro. El empleado trae información del mundo exterior, la almacena en un archivador y luego la recupera cuando es necesario. Nuestros lóbulos frontales funcionan como un empleado y el hipocampo funciona como un archivador.

En la vejez, los lóbulos frontales ya no funcionan tan bien como en la juventud. Aunque ninguno de los científicos discute este hecho, existen diferentes teorías sobre las causas de esto. Esto puede deberse a la acumulación de pequeños trazos en la sustancia blanca y las vías hacia y desde los lóbulos frontales. O es que con la edad se produce una destrucción de neuronas en el propio córtex frontal. O tal vez es un cambio fisiológico natural.

Sea cual sea la razón, cuando los lóbulos frontales envejecen, el «empleado» trabaja menos que cuando era joven.

¿Cuáles son los cambios generales en el envejecimiento normal?

  1. Para recordar información, una persona necesita repetirla.
  2. Puede llevar más tiempo absorber la información.
  3. Es posible que necesite una pista para recuperar información.

Es importante tener en cuenta que en el envejecimiento normal, si la información ya se ha recibido y asimilado, se puede recuperar; es solo que ahora puede llevar tiempo e indicaciones.

Alarmas:

En la enfermedad de Alzheimer y algunos otros trastornos, el hipocampo, el archivador, se daña y finalmente se destruye. “Imagine que abre un cajón con documentos y encuentra un gran agujero en el fondo”, explica el Dr. Budson. “Ahora imagina el trabajo de un empleado maravilloso y eficiente que extrae información del mundo exterior y la pone en esta caja… para que desaparezca en este agujero para siempre.

En este caso, la información no se puede extraer incluso si se repitió durante el estudio, incluso si hubo indicaciones y tiempo suficiente para recordar. Cuando surge esta situación, lo llamamos olvido rápido”.

El olvido rápido siempre es anormal, señala. Esta es una señal de que algo anda mal con la memoria. Es importante entender que esto no es necesariamente una manifestación de la enfermedad de Alzheimer. Las causas pueden ser muchas, incluidas algunas bastante simples, como un efecto secundario de un medicamento, una deficiencia de vitaminas o un trastorno de la tiroides. Pero en cualquier caso, merece nuestra atención.

El olvido rápido va acompañado de una serie de manifestaciones. Entonces, el paciente

  1. Repite sus preguntas e historias.
  2. Olvídate de las reuniones importantes.
  3. Deja artículos potencialmente peligrosos o valiosos desatendidos.
  4. Pierde cosas más a menudo.

Hay otros signos a tener en cuenta, ya que pueden indicar un problema:

  1. Hubo dificultades con la planificación y la organización.
  2. Surgieron dificultades con la selección de palabras simples.
  3. Una persona puede perderse incluso en rutas familiares.

Situaciones específicas

Para mayor claridad, el Dr. Budson ofrece considerar algunos ejemplos de situaciones en las que nuestros parientes mayores pueden encontrarse.

Mamá fue a comprar comestibles, pero olvidó por qué salió. No compró nada y regresó sin recordar por qué fue. Esta puede ser una manifestación normal relacionada con la edad: si la madre se distrajo, se reunió con un amigo, habló y olvidó exactamente lo que necesitaba comprar. Pero si no recordaba por qué se fue y regresó sin comprar, esto ya es motivo de preocupación.

El abuelo necesita repetir las instrucciones tres veces para que las recuerde. La repetición de información es útil para recordarla a cualquier edad. Sin embargo, una vez aprendido, el olvido rápido es una señal de advertencia.

El tío no puede recordar el nombre del café hasta que se lo recordemos. La dificultad para recordar los nombres y lugares de las personas puede ser normal y se vuelve más común a medida que envejecemos. Sin embargo, habiendo escuchado el nombre de nosotros, una persona debe reconocerlo.

La abuela hace la misma pregunta varias veces por hora. Esta repetición es una llamada de atención. Anteriormente, mi tía podía llevar un registro de sus cosas, pero ahora todas las mañanas durante 20 minutos está buscando una cosa u otra. Un aumento de este fenómeno puede ser un signo de olvido rápido y también merece nuestra atención.

El padre ya no puede completar tareas sencillas de reparación del hogar como solía hacerlo. Debido a problemas con el pensamiento y la memoria, ya no es capaz de realizar las actividades cotidianas que realizó con calma a lo largo de su vida adulta. Esto también puede indicar un problema.

A veces es un receso entre reuniones con familiares que ayuda a mirar lo que está pasando con una mirada fresca y evaluar la dinámica. Hacer diagnósticos es tarea de los médicos, pero las personas cercanas y cariñosas son capaces de estar atentas y notar cuando un anciano necesita ayuda y es hora de acudir a un especialista.


Sobre el autor: Andrew Budson es profesor de neurología en la Universidad de Boston e instructor en la Escuela de Medicina de Harvard.

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