Psicología

La naturaleza es sabia. Por un lado, está en constante cambio, por otro lado, es cíclico. Año tras año, la primavera, el verano, el otoño y el invierno se reemplazan entre sí. Los períodos de nuestra vida también se alternan, activo y pasivo, claro y oscuro, colorido y monocromo. El entrenador Adam Sichinski analiza lo que enseña el ciclo natural y cómo aprender a vivir en armonía con las estaciones del alma.

Los ciclos de vida no siguen necesariamente una cadena natural de primavera a otoño o de invierno a primavera. Pueden cambiar en cualquier orden dependiendo de nuestras decisiones diarias.

Los cuatro ciclos de vida son una metáfora de las estaciones.

La primavera es una época para aprender, buscar nuevas oportunidades y soluciones.

El verano es un momento para celebrar el éxito y lograr objetivos.

El otoño es una época para luchar, cometer errores y superar el estrés.

El invierno es una época para reflexionar, acumular fuerzas y planificar.

Primavera

Este es el momento de encontrar nuevas oportunidades y tomar decisiones rápidas. En la primavera, te abres a la comunicación, ves claramente la dirección de la vida y tratas de usar nuevas habilidades para lograr tus objetivos.

Sus actividades y manifestaciones durante este período:

  • reestructuración de los valores y prioridades personales,
  • conocer gente nueva,
  • formación y autodesarrollo,
  • el establecimiento de metas,
  • pensamiento estratégico, táctico e intuitivo.

Emociones de primavera: amor, confianza, alegría, gratitud, aprobación.

El inicio de la primavera está precedido por:

  • aumento de la autoestima y la confianza en uno mismo,
  • conciencia final de deseos y metas,
  • posición de liderazgo en relación con la propia vida.

Verano

El verano es el momento en el que consigues tus objetivos y los deseos empiezan a hacerse realidad. Estos son momentos de la vida asociados con una sensación de alegría y placer, actividad creativa y fe en el futuro.

Sus actividades y manifestaciones durante este período:

  • trabajo en equipo,
  • viajes,
  • ocio,
  • finalización de lo que se ha iniciado
  • actividades de riesgo
  • expandiendo tu zona de confort
  • actividad activa.

Emociones de verano: pasión, euforia, entusiasmo, coraje, confianza.

En el futuro, puede experimentar fatiga y falta de tiempo, lo que puede interferir con el camino hacia las metas.

El verano de la vida no llega según lo previsto. Esta fase está precedida por:

  • adecuada planificación y preparación,
  • decisiones y elecciones correctas,
  • larga introspección,
  • la capacidad de ver nuevas oportunidades y aprovecharlas.

Otoño

El otoño es una época en la que nos enfrentamos a dificultades y contratiempos. El orden habitual de las cosas se rompe. Sentimos que no podemos controlar nuestras vidas como solíamos hacerlo.

Sus actividades y manifestaciones durante este período:

— intentos de eludir la responsabilidad,

— dudas y vacilaciones,

— el deseo de no salir de la zona de confort,

fantasías poco realistas, pensamientos negativos e ineficientes.

Emociones de otoño: ira, ansiedad, desilusión, frustración, estrés, desánimo.

El otoño llega como resultado de:

  • acciones ineficaces
  • oportunidades perdidas,
  • falta de conocimiento
  • errores de cálculo asociados con el pensamiento ineficiente,
  • patrones de conducta habituales y estereotipados.

Invierno

Tiempo de reflexión, planificación e «hibernación» social. Nos retiramos emocionalmente del mundo. Nos entregamos a pensamientos sobre nuestro destino, nos perdonamos por los errores del pasado y repensamos las experiencias negativas.

Sus actividades y manifestaciones durante este período:

  • el deseo de encontrar la paz interior y el deseo de estar a solas contigo mismo,
  • comunicación con familiares, amigos y seres queridos,
  • llevar un diario, registrar sus propias emociones,
  • enfoque crítico, objetivo y profundo de los acontecimientos de la vida.

Emociones de invierno: miedo, alivio, tristeza, esperanza.

En invierno, o somos pesimistas o miramos al futuro con esperanza, más propensos a la procrastinación y la pasividad.

El invierno llega como resultado:

  • falta de inteligencia emocional
  • eventos tristes: grandes pérdidas y fracasos personales,
  • hábitos y pensamientos ineficientes.

Conclusiones

Pregúntese: ¿qué impacto han tenido los ciclos de vida en mi vida? ¿Qué enseñaron? ¿Qué he aprendido de la vida, de mí mismo y de los que me rodean? ¿Cómo cambiaron mi personalidad?

La duración de cada ciclo es un reflejo de nuestro estado y capacidad de adaptación a las condiciones. Si nos adaptamos con éxito, pasamos rápidamente por fases desagradables. Pero si el invierno o el otoño se prolongan, utilice la situación para el desarrollo personal. La transformación es la esencia de la vida. Es inevitable, inmutable y al mismo tiempo plástica. Los deseos, las necesidades, el comportamiento deben cambiar y desarrollarse.

No debes resistirte y quejarte del destino cuando llueve sin cesar sobre el alma. Trate de aprender de cualquier experiencia. Supongamos que ama la primavera, un período de actividad y despegue, pero incluso los días más sombríos de otoño tienen un encanto. Intenta abrazar la belleza de tu paisaje interior, sin importar el clima. Idealmente, el otoño y el invierno deberían ser períodos de crecimiento interno activo, aunque invisible. La naturaleza, y nosotros somos parte de ella, no tiene mal tiempo.


Sobre el experto: Adam Sichinski es coach, creador de mapas psicológicos para el autodesarrollo de Matrices de CI.

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