Ayurveda: cebolla y ajo

El ajo y la cebolla son alimentos tamásicos y rajásicos, lo que significa que son de naturaleza cáustica, lo que provoca un aumento de la bilis y el fuego en el cuerpo. La medicina tradicional india aconseja evitar el consumo de cebolla y ajo, que provocan agresividad, desconocimiento, ira, sobreestimulación de los sentidos, junto con letargo, inquietud o aumento del deseo sexual. En Ayurveda, estos dos vegetales no son considerados como alimento, sino como medicina. Por lo tanto, se excluye su adición a la dieta diaria. También cabe señalar que son muy indeseables para personas de constitución pitta y para quienes tienen este dosha en desequilibrio. Los practicantes de meditación budista y taoísta también evitaron el ajo y la cebolla en mayor medida debido a su capacidad para estimular sentimientos de pasión y lujuria. Un estudio privado de la Universidad de Stanford descubrió que el ajo es un veneno que atraviesa la barrera hematoencefálica. Hay una desincronización de las ondas cerebrales, lo que conduce a una reducción significativa en el tiempo de reacción. Un dato interesante: según las memorias de un ingeniero, a los pilotos se les pidió que no comieran ajo al menos 72 horas antes de la salida. Los hindúes devotos a menudo evitan las cebollas y el ajo como ofrendas alimentarias inadecuadas para el Señor Krishna. En el Garuda Purana, el texto sagrado del hinduismo, hay las siguientes líneas: (Garuda Purana 1.96.72) Lo que se traduce como:

Chandrayana es un tipo especial de penitencia entre los hindúes, que consistía en una disminución gradual de la comida que tomaba el penitente en un sorbo diario, en relación con el final del mes. La cantidad de comida ingerida aumenta gradualmente a medida que se alarga el mes. Las propiedades afrodisíacas se han atribuido a las cebollas desde tiempos prehistóricos. Se menciona en muchos textos hindúes clásicos sobre el arte de hacer el amor. Las cebollas se usaban mucho como afrodisíaco en la antigua Grecia, así como en recetas árabes y romanas. En el Bhagavad Gita (17.9) Krishna afirma: 

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