Falso positivo: ¿por qué es dañino?

El optimismo ahora está de moda: se nos anima a «mirar la vida con una sonrisa» y «buscar lo bueno en todo». ¿Es tan útil?, dice la psicoterapeuta Whitney Goodman.

Los pensamientos pueden cambiar vidas. La fe en lo mejor ayuda a luchar por más y no perder la esperanza. Los estudios muestran que los optimistas experimentan menos estrés todos los días y son menos propensos a la depresión. Además, se sienten mejor que aquellos que ven la vida en colores oscuros.

Pero, ¿es el optimismo realmente la clave para una vida feliz y sin problemas?

En general, se acepta que lo positivo es una panacea para cualquier problema. Incluso se aconseja a los pacientes con cáncer que miren el mundo con optimismo, argumentando que esta es una parte extremadamente importante, si no indispensable, del éxito del tratamiento. En realidad no lo es. El optimismo no garantiza que viviremos felices para siempre. Los pensamientos positivos pueden afectar la salud, pero este no es el único factor importante, y la capacidad de ver lo bueno en todo no es una salvación de las situaciones desagradables: solo hace que sea más fácil experimentarlas.

¿Qué sucede cuando la positividad deja de funcionar repentinamente y nos encontramos con problemas? ¿Cuando otros nos aconsejan mirar todo más fácil, pero parece imposible?

Estos consejos nos hacen preguntarnos por qué no tenemos éxito: por qué no podemos mirar el mundo de manera diferente, apreciar más lo que hacen por nosotros, sonreír más a menudo. Parece que todo el mundo sabe el secreto que se olvidaron de dedicarnos, y por eso nada funciona. Empezamos a sentirnos aislados, solos e incomprendidos, escribe Whitney Goodman.

Si negamos a los seres queridos el derecho a expresar sus verdaderos sentimientos, el optimismo se vuelve tóxico.

Al no dejar lugar para las emociones reales detrás de una perspectiva positiva del mundo, nos estamos conduciendo a nosotros mismos a una trampa. Si no hay oportunidad de vivir las emociones, entonces no hay crecimiento personal, y sin esto, cualquier cosa positiva es solo un pretexto.

Si nos negamos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos el derecho a expresar los verdaderos sentimientos, el optimismo se vuelve tóxico. Decimos: "Míralo desde el otro lado, podría ser peor", con la esperanza de que el interlocutor se sienta mejor con ese apoyo. Tenemos buenas intenciones. Y tal vez la verdad podría ser mucho peor. Pero tales declaraciones devalúan los sentimientos de una persona y la privan del derecho a las emociones negativas.

El pensamiento positivo tiene muchos beneficios, pero a veces es mejor mirar el mundo a través de lentes color de rosa. Entonces seremos capaces de ver tanto lo bueno como lo malo en lo que está sucediendo, lo que significa que podemos resolver la situación y vivirla.

En la sociedad de una persona que se siente mal, muchas veces es difícil para nosotros. Es aún más difícil no intentar hacer nada. Nos sentimos impotentes y queremos hacer las cosas bien. Esta impotencia nos hace decir banalidades que irritan a todos, por ejemplo:

  • «Míralo desde el otro lado»;
  • “La gente empeora y te quejas”;
  • «Sonríe, todo está bien»;
  • «Solo mira el mundo de manera más positiva».

Puede parecernos que estas frases ayudarán de alguna manera, pero este no es el caso. Si estuviéramos en el lugar del interlocutor, ciertamente nosotros mismos experimentaríamos irritación. Y, sin embargo, repetimos estos tópicos una y otra vez.

Es difícil ver lo mal que está un ser querido. Y, sin embargo, estar ahí es lo mejor que puedes hacer por él y por ti. Reconocer que lo que está sucediendo puede ser un problema. Quizá más adelante sea una experiencia útil, pero ahora duele.

Trate de no negarse a sí mismo y al interlocutor el derecho a las emociones negativas. Lo mejor que puedes hacer por los demás es escuchar y mostrar comprensión. Aquí hay algunas palabras que podrían ayudar:

  • «Dime cómo te sientes ahora»;
  • "Entiendo";
  • «Dime, te escucho atentamente»;
  • «Me imagino cómo es»;
  • “Entiendo que esto es muy difícil para ti”;
  • "Quiero ayudar";
  • "Te creo".

Repita las palabras de su compañero de conversación para demostrar que está escuchando. Utilice el lenguaje corporal para mostrar interés: mire atentamente al interlocutor, muévase hacia él cuando hable. Habla menos y escucha más.

La lección de la situación solo se puede aprender después de aceptar y experimentar las emociones. Solo después de eso llega el momento de una actitud positiva.

Tanto los pesimistas como los optimistas necesitan tiempo para hacer frente a una situación difícil y sobrevivir a lo que está pasando.

Muy a menudo, aquellos que miran el mundo positivamente pueden encontrar sentido incluso en situaciones difíciles y desagradables. Pueden aceptarlos sin culparse a sí mismos ni a sus seres queridos. La flexibilidad de pensamiento es el sello distintivo de estas personas.

Los pesimistas a menudo se culpan a sí mismos y a sus seres queridos cuando sucede algo malo. Son críticos duros, a menudo les resulta difícil reconocer incluso sus logros objetivos. Pero tanto los pesimistas como los optimistas necesitan tiempo para hacer frente a una situación difícil y sobrevivir a lo que está sucediendo.

Trate de recordar lo siguiente:

  • Está bien si no puedes enamorarte de ti mismo de inmediato.
  • Es normal si no sales a mirar el mundo de manera más positiva.
  • Está bien tomarse un tiempo para perdonarse a sí mismo y lidiar con la situación traumática.
  • Está bien si sientes que no mejorará ahora.
  • Es normal si piensas que lo que está pasando es una gran injusticia.
  • Amarte a ti mismo no es un proceso de una sola vez, puede tomar tiempo.
  • Solo porque pienses que todo está mal ahora, no significa que siempre será así.
  • Algunas cosas simplemente suceden. No hay nada de malo en experimentar emociones negativas debido a esto. No tienes que sentirte bien todo el tiempo.

Mirar el mundo con optimismo es, por supuesto, maravilloso. Pero no se prive a usted ni a sus seres queridos del derecho a las emociones negativas. La positividad real, no tóxica, es una forma de sobrellevar y aprender de las adversidades, en lugar de ignorarlas y devaluar el dolor que experimentamos en situaciones difíciles.


Sobre el autor: Whitney Goodman es psicoterapeuta, especialista en familia y matrimonio.

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