Psicología

¿Qué elegirá la diosa Hécate, la pasión libre o la ley? ¿Vida o inmortalidad? ¿Por qué William Blake retrató a la poderosa diosa tan sola y perdida? Nuestros expertos miran el cuadro y nos cuentan lo que saben y sienten.

El poeta y pintor británico William Blake (1757–1827) pintó Hekate en 1795. Se exhibe en la Tate Gallery de Londres. Los romanos llamaban a Hécate «la diosa de los tres caminos», la gobernante omnipotente de todo lo que ocurre en estos rumbos. Fue representada en forma de tres figuras conectadas por la espalda. Tres de sus cabezas miraban con confianza hacia adelante, cada una en su propia dirección.

En la pintura de William Blake, se representa a Hécate violando el canon: las figuras están separadas unas de otras. Dos están uno frente al otro, y el tercero generalmente mira hacia un lado.

1. Figura central

Maria Revyakina, historiadora del arte: “El misticismo de la obra se destaca por el esquema de colores sombríos, el extraño juego de líneas y la violación de la perspectiva y la composición tradicionales. Solo el personaje principal parece ser una entidad real, y todo lo demás parece vivir su propia vida separada en otro mundo.

Andrey Rossokhin, psicoanalista: “Veo en esta violación del canon un claro rechazo al poder sobre el espacio. Negativa (¿o incapacidad?) para indicar la dirección.

2. Manos y pies masculinos

María Revyakina: “Se llama la atención sobre las manos masculinas y los pies macizos de Hekate: la masculinidad en este caso actúa como un símbolo de fuerza y ​​poder. Detrás de la apariencia femenina soñadora se esconde un gran poder que, aparentemente, asusta a la heroína misma.

Andréi Rossokhin: “La figura principal de Hekate se parece al Demonio Vrubel: la misma pose, la misma bisexualidad, una combinación de hombre y mujer. Pero el Demonio es extremadamente apasionado, listo para moverse, y aquí siento una especie de depresión y una tensión interna enorme. No hay poder en esta figura, su poder parece estar bloqueado.

3. Visión

María Revyakina: «La mirada de Hécate se vuelve hacia adentro, se siente sola y hasta asustada, pero al mismo tiempo arrogante y egoísta. Claramente no está satisfecha con la soledad y el mundo que la rodea, lleno de miedo, pero Hécate entiende que tiene su propia misión que cumplir.

Andréi Rossokhin: «La mano de Hécate descansa sobre el libro (8), esta es definitivamente la Biblia, como si declarara la ley, la moralidad. Pero al mismo tiempo, su rostro está apartado de la Biblia en la dirección opuesta. Lo más probable es que esté mirando a una serpiente que, como una serpiente tentadora (6), quiere seducirla.

4. Cifras detrás de la espalda

María Revyakina: “Las figuras detrás son más como una especie de criaturas sin rostro y sin sexo, el color de su cabello contrasta con el color del cabello de la heroína, que es simbólico. El color de cabello oscuro se asoció con la mente, el misticismo, la comprensión del cosmos, mientras que el color de cabello claro se asoció con la practicidad, la terrenalidad y la frialdad. El choque de dualidad y trinidad en esta imagen no es accidental. Así, el artista nos muestra a Hekate como una entidad solitaria y vulnerable en su inconsistencia y unidad al mismo tiempo.

Andréi Rossokhin: “Las dos figuras desnudas que representan las otras dos hipóstasis de la diosa son Adán y Eva condicionales. Les gustaría encontrarse, unirse en la pasión, pero son separados por Hécate, que no sabe qué hacer. Bajaron la vista, sin atreverse a mirarse el uno al otro. Sus manos se bajan sin poder hacer nada o incluso se retiran detrás de sus espaldas. Los genitales están cerrados. Y al mismo tiempo, la misma Hécate, permítanme recordarles, mira a los ojos del tentador y mantiene su mano sobre la Biblia. Parece estar paralizada, incapaz de elegir una u otra”.

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5. Personajes secundarios

María Revyakina: “En el lado izquierdo de la imagen vemos un búho (5), que en la antigüedad se consideraba un símbolo de sabiduría, pero luego se convirtió en un símbolo de oscuridad y maldad. La serpiente (6) es insidiosa y astuta, pero al mismo tiempo es sabia, inmortal, posee conocimiento. Tanto el búho como la serpiente están tensos. Solo el burro (7), cuya imagen está asociada con el conocimiento del destino, está tranquilo. Parecía resignarse, sometiéndose a Hécate (por la mitología, sabemos que Zeus le dio a Hécate poder sobre el destino). Su paz contrasta con la tensión general.»

Andréi Rossokhin: “Hay un conflicto evidente entre cuerpo y espíritu, pasión y prohibición, paganismo y cristianismo. Hécate, una mujer fálica con una omnipotencia colosal, toma aquí rasgos humanos, comienza a dejarse seducir por la sexualidad, pero no es capaz de elegir ni a favor de su poder divino ni a favor de los goces terrenales. Los ojos de la lechuza (5) tienen el mismo brillo rojizo que los de la serpiente. El búho se parece a un niño pequeño atrapado en fantasías sexuales, cuyos ojos están muy abiertos por la emoción. El dragón (9), que vuela con las alas desplegadas en el fondo, es como un superyó observando. Él vigila a Hekate y está listo para devorarla si decide convertirse en una mujer mortal. Si recupera el poder de la diosa, el dragón volará humildemente.

La voz del inconsciente

Andréi Rossokhin: “Percibo la imagen como el sueño de Blake. Y percibo todas las imágenes como las voces de su inconsciente. Blake veneraba la Biblia, pero al mismo tiempo cantaba sobre el amor, libre de dogmas y prohibiciones. Siempre vivió con este conflicto en el alma, y ​​especialmente a la edad en que pintó el cuadro. Blake no sabe cómo encontrar un equilibrio, cómo combinar la fuerza pagana, la sexualidad, la libertad de sentimientos con la ley y la moral cristianas. Y la imagen refleja este conflicto tanto como sea posible.

Característicamente, la figura más grande aquí es el burro (7). Está siempre presente en los cuadros de la Natividad de Cristo, junto al pesebre donde descansa Jesús, y por eso lo percibo como un símbolo cristiano. Según Blake, Cristo tenía que armonizar el cuerpo y el alma, dar lugar a la sexualidad. Y por eso en su nacimiento vi algo resuelto, gozoso. Pero no hay tal armonía en la imagen. La resolución del conflicto no sucedió ni en la vida del artista, ni después.

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