Señales ocultas en la comunicación: cómo verlas y descifrarlas

A veces decimos una cosa, pero pensamos exactamente lo contrario, lo que afecta negativamente la comunicación con otras personas. ¿Cómo aprender a comprender mejor a los interlocutores y recibir información adicional de ellos? Intenta reducir la velocidad y entrar en el estado de «contacto viscoso».

En la comunicación cotidiana, a menudo reaccionamos a las palabras del interlocutor demasiado rápido, automáticamente, y esto genera conflictos innecesarios. Quiero compartir mi metáfora, que ayuda a evitar tal automatismo.

Una de las tareas resueltas en psicoterapia es entender cómo funciona la comunicación del cliente. Tanto externo, con otras personas y, en particular, con el terapeuta, como interno, cuando hay un diálogo entre diferentes subpersonalidades. Es más conveniente desmontarlo a bajas velocidades, disminuyendo la velocidad. Tener tiempo y notar algunos fenómenos, y comprenderlos, y elegir la mejor manera de responder.

Llamo a esta desaceleración «contacto viscoso». En física, la viscosidad es creada por la resistencia del espacio: partículas de materia o un campo evitan que un cuerpo se mueva demasiado rápido. En contacto, tal resistencia asegura una atención activa.

Al concentrar la atención en el otro, parecemos frenar los impulsos que emanan de él: palabras, gestos, acciones...

Un papel especial lo juegan las preguntas dirigidas no a lo que me dice el interlocutor (¿qué idea está tratando de transmitir?), sino a cómo sucede esto (¿en qué tono habla? ¿Cómo se sienta, respira, gesticula?) .

Entonces puedo hacer varias cosas a la vez. Primero, reacciono menos al contenido, lo que me permite ralentizar mis reacciones automáticas. En segundo lugar, obtengo información adicional, generalmente oculta. Por ejemplo, en una sesión escucho: «No me gustas mucho». La reacción natural habitual para mí sería la defensa, e incluso un ataque de represalia: "Bueno, si no te gusto, entonces adiós".

Pero volviendo mi atención a cómo se dijo la frase aguda, con qué tono, gestos y postura se acompañó, disminuyo la velocidad y pospongo mi propia respuesta. Al mismo tiempo, puedo notar: una persona verbalmente intenta romper relaciones conmigo, pero se sienta con confianza y comodidad en una silla, obviamente sin la intención de irse.

¿Y entonces qué es? ¿Cómo explicar tal comportamiento? ¿Puede el propio cliente explicarlo?

De la contradicción descubierta puede surgir un diálogo más constructivo y una nueva línea en la terapia.

También me pregunto qué me está pasando: ¿cómo me influye el interlocutor? ¿Sus palabras me irritan o evocan simpatía? ¿Quiero alejarme de él o acercarme? ¿A qué se parece nuestra comunicación: lucha o baile, comercio o cooperación?

Con el tiempo, los clientes también aprenden a manejar la atención haciendo la pregunta: "¿Qué está pasando y cómo está pasando?" Poco a poco, disminuyen la velocidad y comienzan a vivir vidas más atentas y, como resultado, más ricas. Después de todo, como dijo un maestro budista, si vivimos desatentos, morimos entre sueños.

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