Psicología

Los celos son como una espada de doble filo, dice el profesor de psicología Clifford Lazarus. En pequeñas cantidades, este sentimiento protege nuestra unión. Pero tan pronto como se le permite florecer, gradualmente mata la relación. ¿Cómo lidiar con un exceso de celos?

Detrás de cualquier sentimiento que escondamos los celos, no importa cómo los expresemos, detrás siempre hay un miedo a la desaparición de un ser querido, una pérdida de confianza en uno mismo y una soledad creciente.

“La trágica ironía de los celos es que, con el tiempo, alimenta fantasías que a menudo están desconectadas de la realidad”, dice el terapeuta cognitivo Clifford Lazarus. — El celoso habla de sus sospechas a su pareja, lo niega todo, y los intentos de defenderse de las palabras ofensivas comienzan a ser considerados por el acusador como confirmación de sus suposiciones. Sin embargo, la transición del interlocutor a una posición defensiva es solo una respuesta natural a la presión y al ataque emocional de una persona celosa.

Si tales conversaciones se repiten y el socio “acusado” tiene que informar una y otra vez dónde estuvo y con quién se reunió, esto lo devasta y lo aleja gradualmente del socio “fiscal”.

Al final, corremos el riesgo de perder a un ser querido de ninguna manera por su interés romántico en un tercero: simplemente no puede soportar la atmósfera de desconfianza constante, la obligación de calmar los celos y cuidar su bienestar emocional.

Antídoto para los celos

Si, cuando estás celoso de tu pareja, comienzas a hacerte preguntas, puedes ser más constructivo con tus sentimientos.

Pregúntate: ¿qué es lo que me da celos en este momento? ¿Qué tengo realmente miedo de perder? ¿Qué estoy tratando de mantener? ¿Qué en una relación me impide sentir confianza?

Escuchándote a ti mismo, puedes escuchar lo siguiente: "No soy lo suficientemente bueno (bueno) para él", "Si esta persona me deja, no puedo hacer frente", "No encontraré a nadie y seré dejado solo. Analizar estas preguntas y respuestas ayudará a reducir el nivel de amenaza percibida, disolviendo así los sentimientos de celos.

A menudo, los celos son alimentados por nuestros miedos subconscientes que nada tienen que ver con las intenciones de la pareja, por lo que la siguiente etapa es una actitud crítica ante lo que nos parece una evidencia de la infidelidad de un ser querido. La capacidad de evaluar con seriedad lo que se convirtió en el verdadero desencadenante de la ansiedad es el paso más importante para resolver el problema.

Parece que un ser querido es la fuente de nuestros sentimientos, pero solo nosotros mismos somos responsables de la manifestación de nuestros celos.

Comuníquese con su pareja con respeto y confianza. Nuestras acciones afectan nuestros pensamientos y sentimientos. Al mostrar desconfianza hacia una pareja, comenzamos a experimentar cada vez más ansiedad y celos. Por el contrario, cuando nos abrimos a un ser querido y nos volvemos hacia él con amor, nos sentimos mejor.

Evita el pronombre «tú» y trata de decir «yo» con la mayor frecuencia posible. En lugar de decir: «No deberías haber hecho esto» o «Me hiciste sentir mal», construye la frase de otra manera: «La pasé muy mal cuando sucedió».

Su evaluación de la situación puede ser fundamentalmente diferente de cómo la ve su pareja. Trate de ser objetivo, incluso si a veces tiene ganas de arremeter contra él con acusaciones. Parece que un ser querido es la fuente de nuestros sentimientos, pero solo nosotros mismos somos responsables de la manifestación de nuestros celos. Intenta escuchar más en lugar de provocar a tu pareja con un sinfín de excusas.

Trate de ponerse en la posición del compañero y simpatizar con él. Él te ama, pero se convierte en rehén de tus sentimientos elevados y experiencias internas, y no es fácil para él soportar tus interrogatorios una y otra vez. Al final, si la pareja se da cuenta de que es incapaz de aliviar sus sentimientos de celos, comenzará a hacerse preguntas dolorosas: ¿hacia dónde se dirigirá su relación y qué hacer a continuación?

Así es como los celos, nacidos quizás solo de la imaginación, pueden acarrear las consecuencias que más temíamos.


Sobre el autor: Clifford Lazarus es profesor de psicología.

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