En que cara hablar de los problemas

¿Cómo hablamos la mayoría de nosotros sobre el estrés o las experiencias traumáticas con amigos, seres queridos o profesionales? Por regla general, en primera persona: “Recuerdo cómo fue…”, “En ese momento sentí (a)…”, “Nunca lo olvidaré…”. Pero resulta que la elección del pronombre al describir lo que sucedió puede afectar significativamente el curso de la terapia. La arteterapeuta Cathy Malchiodi comparte las últimas investigaciones en esta área.

Quizás la mejor estrategia para reducir el estrés es hablar, escribir y expresarse a través del arte en una perspectiva que no sea en primera persona. En cualquier caso, la psicóloga y arteterapeuta Cathy Malchiodi cree que la elección del pronombre que usamos en los monólogos internos puede afectar significativamente el estado psicológico. Su opinión está respaldada por evidencia científica que brinda a los terapeutas información importante para trabajar con los clientes a través del texto y el arte.

Resulta que hablar contigo mismo desde una posición “desapegada” mejora la regulación emocional. ¿Por qué está pasando esto?

"Yo o usted"?

Hablar en primera persona implica el uso de los pronombres «yo», «mí», «mi», «mí». Los expertos aconsejan sustituirlos por “tú”, “él (a)”, o incluso por tu propio nombre.

Malchiodi da un ejemplo de una conversación interna positiva que ejecuta en su cabeza antes de una actuación para reducir el miedo escénico: “Sigue adelante, Cathy, tendrás éxito. ¡Eres joven!" Esta técnica es conocida desde hace mucho tiempo por atletas y políticos: se usa para aumentar el rendimiento y fortalecer la confianza en uno mismo. Las variaciones de este tipo de monólogo interno pueden ser efectivas en otras situaciones, especialmente aquellas que involucran recuerdos dolorosos o eventos perturbadores.

Manteniendo nuestra distancia

Dos estudios recientes demuestran cómo esta simple estrategia puede ayudar con la autorregulación y la reducción del estrés. El primer experimento, realizado en la Universidad Estatal de Michigan, demostró que la negativa a usar los pronombres «yo», «mi» y similares a menudo conduce al hecho de que las personas comienzan a percibirse a sí mismas como si estuvieran fuera, de manera muy similar a como perciben a los demás. .

Esto les ayuda a separarse de experiencias desagradables, crear cierta distancia psicológica, como resultado de lo cual las emociones disminuyen, en cualquier caso, esto lo confirma la tecnología de escaneo cerebral involucrada en el estudio.

Razonar sobre uno mismo en tercera persona es una forma asequible de trabajar con las propias emociones

Otro experimento se llevó a cabo en el Laboratorio de Emociones y Autocontrol de la Universidad de Michigan. Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, los investigadores examinaron las diferencias en la actividad cerebral de los participantes que reflexionaron sobre sus experiencias. Los sujetos que evitaron las frases en primera persona tenían un área del cerebro menos activa asociada con recuerdos desagradables, lo que indica una mejor regulación emocional.

Así, ambos grupos de investigación llegaron a la conclusión de que hablar de uno mismo en tercera persona es una forma accesible de trabajar con las propias emociones.

Uso en arteterapia

Cathy Malchiodi hace la pregunta: ¿cómo se puede usar esto en la práctica, por ejemplo, en arteterapia? “Cambiar de la narración propia a la narración en tercera persona permite que tanto los niños como los adultos manejen los recuerdos desagradables de manera más segura”, comparte. — Por ejemplo, puedo pedirle a un niño que me muestre su ansiedad a través de un dibujo o una escultura de arcilla. Entonces pregunto: si esta angustia pudiera hablar, ¿qué diría? Animo al niño a mantener una distancia segura de la experiencia y evitar los mensajes «yo».

Del mismo modo, puedo pedirle a un adulto que escriba las cinco palabras que le vienen a la mente después de completar un dibujo o expresarse a través del movimiento. Luego, puede usar estas cinco palabras para componer un poema o una historia que describa su experiencia en tercera persona.

El método no es para todos.

El autor enfatiza que tal historia sobre la experiencia no siempre es la estrategia más efectiva para lograr los objetivos terapéuticos. Cuando hablamos de nosotros mismos en primera persona, muchas veces nos resulta más fácil apropiarnos de ciertas experiencias, percepciones o sentimientos, y esto conduce a un progreso más rápido y tangible en el trabajo con un psicólogo.

Pero cuando el propósito de la sesión es apoyar al cliente y ayudarlo a lidiar con las emociones que surgen del estrés, los recuerdos traumáticos, la pérdida u otros problemas, evitar las declaraciones en «yo» es una buena estrategia, al menos a corto plazo.

“Los especialistas tendrán que profundizar en qué tipo de comunicación se utiliza mejor para la recuperación, la salud emocional y el bienestar general de los pacientes”, concluye la psicóloga.


Sobre el autor: Cathy Malchiodi es psicóloga, terapeuta de arte y autora de terapia de arte.

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