Beso para la salud: tres datos para San Valentín

Besar no solo es agradable, sino también útil: los científicos llegaron a esta conclusión después de realizar experimentos exclusivamente científicos. En el Día de San Valentín, el biopsicólogo Sebastian Ocklenburg comenta sobre los hallazgos de la investigación y comparte datos interesantes sobre los besos.

El día de San Valentín es el momento perfecto para hablar de besos. El romance es romance, pero ¿qué piensan los científicos de este tipo de contacto? El biopsicólogo Sebastian Ocklenburg cree que la ciencia recién comienza a explorar seriamente este tema. Sin embargo, los científicos ya han logrado descubrir varias características interesantes.

1. La mayoría de nosotros giramos la cabeza hacia la derecha para recibir un beso.

¿Alguna vez has prestado atención a la dirección en la que giras la cabeza cuando besas? Resulta que cada uno de nosotros tiene una opción preferida y rara vez damos la vuelta.

En 2003, los psicólogos observaron a parejas besándose en lugares públicos: en aeropuertos internacionales, en las principales estaciones de tren, playas y parques de Estados Unidos, Alemania y Turquía. Resultó que el 64,5% de las parejas giraron la cabeza hacia la derecha y el 35,5% hacia la izquierda.

La experta recuerda que muchos recién nacidos muestran una tendencia a girar la cabeza hacia la derecha cuando son colocados sobre el estómago de su madre, por lo que este hábito muy probablemente viene desde la niñez.

2. La música afecta cómo el cerebro percibe un beso

La escena del beso con hermosa música se ha convertido en un clásico del género en el cine mundial por una razón. Resulta que en la vida real, la música “decide”. La mayoría sabe por experiencia cómo la canción "correcta" puede crear un momento romántico, y la "incorrecta" puede arruinarlo todo.

Un estudio reciente de la Universidad de Berlín mostró que la música puede influir en cómo el cerebro “procesa” un beso. El cerebro de cada participante fue escaneado en un escáner de resonancia magnética mientras veía escenas de besos de comedias románticas. Al mismo tiempo, algunos de los participantes pusieron una melodía triste, algunos, una alegre, el resto sin música.

Resultó que al ver escenas sin música, solo se activaron las áreas del cerebro responsables de la percepción visual (corteza occipital) y el procesamiento de emociones (amígdala y corteza prefrontal). Al escuchar música alegre, se produjo una estimulación adicional: también se activaron los lóbulos frontales. Las emociones se integraron y se vivieron más vívidamente.

Además, tanto la música alegre como la triste cambiaron la forma en que las regiones del cerebro interactuaban entre sí, lo que resultó en diferentes experiencias emocionales para los participantes. “Entonces, si te estás preparando para besar a alguien en el Día de San Valentín, cuida la banda sonora con anticipación”, aconseja Sebastian Ocklenburg.

3. Más besos, menos estrés

Un estudio de 2009 de la Universidad de Arizona comparó dos grupos de parejas en términos de niveles de estrés, satisfacción en la relación y estado de salud. En un grupo, se instruyó a las parejas para que se besaran con más frecuencia durante seis semanas. El otro grupo no recibió tales instrucciones. Seis semanas después, los científicos evaluaron a los participantes en el experimento mediante pruebas psicológicas y también tomaron su sangre para analizarla.

Las parejas que se besaban con más frecuencia dijeron que ahora estaban más satisfechas con su relación y experimentaban menos estrés. Y no solo mejoró su sentimiento subjetivo: resultó que tenían niveles más bajos de colesterol total, lo que indica los beneficios para la salud de besar.

La ciencia confirma que no solo son agradables, sino también útiles, lo que significa que no debes olvidarte de ellos, incluso si el período del ramo de dulces ya ha terminado y la relación ha pasado a un nuevo nivel. Y definitivamente para los besos con los que amamos, no solo el 14 de febrero, sino todos los demás días del año.


Sobre el experto: Sebastian Ocklenburg es biopsicólogo.

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