Vida después de la vida

La religión hindú es vasta y multifacética. Sus adherentes adoran muchas manifestaciones de Dios y celebran una gran cantidad de tradiciones diferentes. La religión más antigua que ha sobrevivido hasta nuestros días contiene el principio del samsara, una cadena de nacimientos y muertes: la reencarnación. Cada uno de nosotros acumula karma a lo largo de la vida, que no está controlado por los Dioses, sino que se acumula y transmite a través de vidas posteriores.

Mientras que el “buen” karma le permite a una persona alcanzar una casta superior en una vida futura, el objetivo final de cualquier hindú es salir del samsara, es decir, la liberación del ciclo de nacimiento y muerte. Moksha es el final de los cuatro objetivos principales del hinduismo. Los tres primeros – – se refieren a valores terrenales, como el placer, el bienestar y la virtud.

Por irónico que parezca, para lograr moksha, es necesario... no quererlo en absoluto. La liberación llega cuando uno abandona todos los deseos y persecuciones. Según el hinduismo, surge cuando una persona acepta: el alma humana es como un Brahman, el alma universal o Dios. Habiendo dejado el ciclo de renacimiento, el alma ya no está sujeta al dolor y sufrimiento de la existencia terrenal, por la que ha pasado una y otra vez.

La creencia en la reencarnación también está presente en otras dos religiones de la India: el jainismo y el sijismo. Curiosamente, los jainistas ven el karma como una sustancia física real, en contraste con la ideología hindú de la ley kármica. El sijismo también habla de reencarnación. Al igual que el hindú, la ley del karma determina la calidad de vida de un sij. Para que un sij emerja del ciclo de renacimiento, debe alcanzar el pleno conocimiento y volverse uno con Dios.

El hinduismo habla de la existencia de diferentes tipos de cielo e infierno. La plantilla del primero es un paraíso bañado por el sol en el que viven dioses, criaturas divinas, almas inmortales libres de la vida terrenal, así como una gran cantidad de almas liberadas que fueron enviadas al cielo por la gracia de Dios o como resultado. de su karma positivo. El infierno es un mundo oscuro y demoníaco lleno del diablo y los demonios que controlan el caos del mundo, destruyendo el orden en el mundo. Las almas entran en el infierno según sus obras, pero no se quedan allí para siempre.

Hoy en día, la idea de la reencarnación es aceptada por muchas personas en todo el mundo, independientemente de su afiliación religiosa. Varios factores influyen en esto. Uno de ellos: una gran cantidad de evidencia a favor de la existencia de vidas pasadas en forma de experiencia personal y recuerdo detallado de recuerdos.

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