¡Mi hijo hace trampa a menudo!

Lo desciframos con Sabine Duflo, psicóloga clínica y terapeuta familiar, autora de “Cuando las pantallas se vuelven neurotóxicas: protejamos el cerebro de nuestros hijos”, ed. Marabout.

En clase, los niños se acostumbraron a copiar de su vecino CE1. En los deportes o durante los juegos de mesa familiares, acumula puntos imaginarios y cambia las reglas del juego a su favor. “No es de extrañar que estos niños estén entrando en la edad de la razón y quieran ganar y ser los mejores. ¡A menudo, esta es la solución más fácil que pueden encontrar para asegurar la victoria! », Tranquiliza a Sabine Duflo.

Tratamos de entender su motivo

“Todo niño tiene una propensión más o menos fuerte a hacer trampa, es natural”, explica la psicóloga. Para comprender sus motivaciones, lo observamos para comprender el contexto que lo impulsa a actuar de esta manera. Quizás no pueda soportar perder. Quizás también que aún no es consciente de tener que respetar las limitaciones. ¿O que ya tiene temperamento para querer doblar o romper las reglas? Si juega de mala fe solo en presencia de la misma persona, seguramente se sentirá inferior a ella. Pero si el engaño es permanente, evoca un carácter posesivo. ¡Luego busca eliminar competidores y depredadores potenciales! A veces es doloroso, el fracaso conduce a escenas de pánico, ira e incluso violencia. “De manera más general, esta actitud expresa un sentimiento de inseguridad ligado a una falta de autoestima o, por el contrario, a un exceso de confianza, que afortunadamente es posible reequilibrar para que no se produzca este defecto. 'agrava', comenta el experto.

¡un libro para pensar en hacer trampa!

Muy bien ilustrado, los niños de 6 a 8 años leerán este libro a su propio ritmo para desarrollar su pensamiento crítico sobre las trampas, las mentiras y las limitaciones:

«¿Es grave si hago trampa? " de Marianne Doubrère y Sylvain Chanteloube, 48 páginas, Fleurus éditions, 9,50 € en librerías (4,99 € en versión digital) en fleuruseditions.com

Reencuadramos sin dramatizar

Es bueno “replantear las trampas para que sepan que las reglas deben ser respetadas por el bien de todos”, aconseja Sabine Duflo. En casa, podemos imitarlo en el papel del niño frustrado para reflejarle la imagen de lo que siente cuando pierde en el juego. También podemos recordarle quién es la autoridad y, sin descanso, defender con convicción sus posiciones. Pasa por palabras y gestos confiados que le mostrarán lo que es justo e injusto, “el enfrentamiento y las reprimendas solo sirven para reforzar su malestar o, por el contrario, ese sentimiento de omnipotencia”, apunta el profesional. También podemos mostrarle el ejemplo: perder en un juego de mesa no es un drama. Lo haremos mejor la próxima vez, ¡y será aún más emocionante! Hasta el día en que el niño tal vez cite al propio Coubertin: “¡Lo importante es participar! "

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