Recupera tu credibilidad a los ojos de un adolescente

Los padres a menudo se quejan de que pierden influencia sobre sus hijos cuando entran en la adolescencia. Los hijos abandonan sus estudios, se encuentran en una compañía dudosa, reaccionan con rudeza ante el más mínimo comentario. ¿Cómo llegar a ellos? ¿Cómo transmitir las normas, principios y valores familiares? Para devolver la patria potestad, es necesario seguir las reglas de la retroalimentación, recuerda la psicóloga Marina Meliá.

Restaurar contacto roto

Si el canal de comunicación se destruye, los cables se rompen y la corriente no fluye, todos nuestros esfuerzos se pierden. ¿Cómo restaurarlo?

1. Llamar la atención

Por extraño que suene, debemos atraer la atención de un adolescente, además, positivo y benévolo. Es importante evocar su sonrisa, una mirada amable, cálida, una respuesta normal a nuestras palabras. Por supuesto, una expresión facial ofendida y reclamos no ayudarán aquí.

Recordemos cómo mirábamos al niño cuando era pequeño, cómo nos regocijábamos con él. Necesitamos volver a ese estado de olvido y dejar que el adolescente sienta lo felices que estamos de tenerlo. Es importante mostrar que lo aceptamos tal como se presenta ante el mundo, sin juzgar ni criticar. No importa cuán independiente se comporte, es importante para él saber que es amado, apreciado, que lo extrañan. Si convencemos al niño de esto, lentamente comenzará a descongelarse.

2. Crea rituales

Cuando el niño era pequeño, le preguntábamos cómo pasaba el día, le leíamos cuentos de hadas, lo besábamos antes de acostarnos. ¿Ahora que? Dejamos de saludarnos regularmente por la mañana, de desearnos buenas noches, de reunirnos los domingos para una cena familiar. En otras palabras, nos olvidamos de los rituales.

La frase de siempre «¡Buenos días!» — aunque frágil, pero el contacto, el punto de partida desde el cual se puede iniciar una conversación. Otro buen ritual son las comidas o cenas de los domingos. No importa cómo se desarrolle nuestra relación, en un día determinado nos reunimos. Esta es una especie de «línea de vida», a la que puedes aferrarte y «sacar», al parecer, una situación desesperada.

3. Vuelva a establecer el contacto físico

Al llegar a la adolescencia, algunos niños se enfadan, exigen que no los toquen en sentido literal, declaran que «no necesitan estas ternuras de ternera». La necesidad de contacto físico de todos es diferente, pero a menudo el niño evita exactamente lo que más necesita. Mientras tanto, tocar es una excelente manera de aliviar la tensión y calmar la situación. Tocar la mano, alborotar el cabello, patear juguetonamente, todo esto nos permite expresar nuestro amor por el niño.

escucha y oye

Para encontrar un lenguaje común con un niño, debemos aprender a escucharlo y escucharlo. Aquí es donde las técnicas de escucha activa son útiles.

1. Escucha silenciosa

Necesitamos aprender a ser «conscientes del silencio». Aunque nos parezca que el niño dice «tonterías», no lo interrumpimos y con toda nuestra apariencia —posturas, expresiones faciales, gestos— dejamos claro que no habla en vano. No interferimos en el razonamiento del niño, por el contrario, creamos un espacio libre para la autoexpresión. No evaluamos, no extorsionamos, no aconsejamos, solo escuchamos. Y no imponemos un tema de conversación más importante, desde nuestro punto de vista. Le damos la oportunidad de hablar de lo que realmente le interesa, le hace dudar, le preocupa, le hace feliz.

2. Reflejo

Una técnica difícil, pero muy eficaz, es hacer eco, reflejar la postura, el habla, los gestos, las expresiones faciales, las entonaciones, las acentuaciones semánticas, las pausas del niño. Como resultado, surge una comunidad psicológica que nos ayuda a atrapar su “ola”, adaptarnos, cambiar a su lenguaje.

Reflejar no es mimetismo ni imitación, sino observación activa, nitidez. El objetivo de reflejar no es congraciarse con el niño, sino comprenderlo mejor.

3. Aclaración de significado

Sentimientos abrumadores e intensos estallan y desorganizan todo el mundo interior de un adolescente. No siempre son claros para él, y es importante ayudarlo a expresarlos. Para hacer esto, puede usar una paráfrasis: expresamos sus pensamientos y él tiene la oportunidad de escucharse a sí mismo desde el exterior y, por lo tanto, darse cuenta y evaluar su propia posición.

A medida que crece la confianza del adolescente en nuestro deseo sincero de escucharlo, la barrera entre nosotros se derrumba gradualmente. Comienza a confiarnos sus sentimientos y pensamientos.

Reglas de retroalimentación

Cuando trabaje con padres, los animo a seguir algunas reglas para una retroalimentación efectiva. Le permiten expresar su comentario de tal manera que logre el resultado deseado y, al mismo tiempo, no estropee, sino que incluso mejore las relaciones con el niño.

1. Concéntrate en lo que importa

Queremos que el niño sea bueno en todo. Por lo tanto, cuando expresamos insatisfacción, los comentarios sobre calificaciones, color de cabello, jeans rotos, amigos, preferencias musicales vuelan a la misma caldera. Ya no es posible separar el trigo de la paja.

Debemos intentar durante la conversación centrarnos en uno solo, el tema más importante ahora. Por ejemplo, un niño tomó dinero para un tutor de inglés, pero no fue a clase, engañando a sus padres. Esta es una ofensa grave, y estamos hablando de eso: esta es la regla de la comunicación efectiva.

2. Señale acciones específicas

Si un niño ha hecho algo, a nuestro juicio, inaceptable, no vale decir que no entiende nada, que no sabe cómo, que no está adaptado, que es inadecuado, que tiene un carácter estúpido. Nuestras palabras deben evaluar un acto específico, una acción, y no una persona. Es importante hablar de manera concisa y directa, sin exagerar ni subestimar.

3. Considere la posibilidad de cambio

Muchas veces nos molestamos en un niño por algo que, en principio, no puede cambiar. Digamos que el hijo es muy tímido. Nos ofende que se pierda en el contexto de niños más activos, y comenzamos a jalarlo, "animarlo" con comentarios con la esperanza de que esto lo "encienda". Exigimos estar «a la cabeza en un caballo gallardo» en aquellas áreas en las que es claramente débil. Los niños muchas veces no cumplen con nuestras expectativas, pero por regla general, el problema no está en los niños, sino en las propias expectativas. Trate de evaluar la situación con seriedad, cambie su actitud y aprenda a ver las fortalezas del niño.

4. Habla por ti mismo

Muchos padres, por temor a arruinar la relación con su hijo, intentan hacer un comentario “indirectamente”: “El profesor piensa que te portaste mal cuando te fuiste solo de la excursión sin avisar a nadie”. Debemos hablar por nuestra cuenta, expresar nuestra propia opinión, usando el pronombre «yo», — así demostramos que no es alguien, pero estamos insatisfechos: «Me fastidió que no avisaste a nadie».

5. Elige un momento para chatear

No pierda el tiempo, debe responder al factor molesto lo más rápido posible. Cuando le decimos a nuestra hija: “Hace dos semanas me quitaste la blusa, la ensuciaste y la dejaste”, nos miramos vengativos. Ella ya no lo recuerda. La conversación debe comenzar de inmediato o no comenzar en absoluto.

No hay nadie que dispare contra los malentendidos y las dificultades en las relaciones, pero podemos dar «vitaminas» con regularidad: hacer algo todos los días, acercándonos el uno al otro. Si somos capaces de escuchar al niño y entablar una conversación adecuadamente, nuestra comunicación no se convertirá en un conflicto. Por el contrario, será una interacción productiva, cuyo propósito es trabajar juntos para mejorar la situación y fortalecer las relaciones.

Fuente: Libro de Marina Melia “¡Suelta al niño! Reglas simples de padres sabios” (Eksmo, 2019).

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