Psicología

Los psicólogos han llegado a una conclusión inesperada: a veces es útil pensar en lo malo. Imagina que pronto perderás algo bueno, valioso, algo que aprecias. La pérdida imaginada te ayudará a apreciar lo que tienes y a ser más feliz.

La última pieza, el último capítulo, el último encuentro, el último beso, todo en la vida termina algún día. Decir adiós es triste, pero a menudo es la despedida lo que aporta claridad a nuestra vida y enfatiza lo bueno que hay en ella.

Un grupo de psicólogos dirigido por Christine Leiaus de la Universidad de California realizó un experimento. El estudio duró un mes. Los sujetos, estudiantes de primer año, se dividieron en dos grupos. Un grupo vivió este mes como si fuera el último mes de su vida estudiantil. Llamaron la atención sobre lugares y personas que extrañarían. El segundo grupo fue el grupo de control: los estudiantes vivían como de costumbre.

Antes y después del experimento, los estudiantes completaron cuestionarios que evaluaron su bienestar psicológico y la satisfacción con las necesidades psicológicas básicas: cuán libres, fuertes y cercanos se sentían. Los participantes que imaginaron su partida inminente tenían mayores indicadores de bienestar psicológico. La perspectiva de graduarse de la universidad no los molestó, sino que, por el contrario, enriqueció la vida. Los estudiantes imaginaron que su tiempo era limitado. Esto los animó a vivir el presente y divertirse más.

¿Por qué no usarlo como una estratagema: imaginar el momento en que todo se acaba para ser más felices? Esto es lo que nos da la expectativa de la separación y la pérdida.

Vivimos en el presente

La profesora de psicología de la Universidad de Stanford, Laura Carstensen, desarrolló la teoría de la selectividad socioemocional, que estudia el impacto de la percepción del tiempo en las metas y las relaciones. Al percibir el tiempo como un recurso ilimitado, tendemos a ampliar nuestros conocimientos y contactos. Vamos a clases, asistimos a numerosos eventos, adquirimos nuevas habilidades. Tales acciones son inversiones en el futuro, a menudo asociadas con la superación de dificultades.

Al darse cuenta de la finitud del tiempo, las personas comienzan a buscar sentido a la vida y formas de obtener satisfacción.

Cuando entendemos que el tiempo es limitado, elegimos actividades que traen placer y son importantes para nosotros en este momento: divertirnos con nuestros mejores amigos o disfrutar de nuestra comida favorita. Al darse cuenta de la finitud del tiempo, las personas comienzan a buscar sentido a la vida y formas de obtener satisfacción. La expectativa de pérdida nos empuja a realizar actividades que traen felicidad aquí y ahora.

Nos acercamos a los demás.

Uno de los estudios de Laura Carstensen involucró a 400 californianos. Los sujetos se dividieron en tres grupos: jóvenes, personas de mediana edad y la generación anterior. Se preguntó a los participantes a quién les gustaría conocer durante su media hora libre: un miembro de la familia, un nuevo conocido o el autor de un libro que hayan leído.

El tiempo que pasamos con la familia nos ayuda a sentirnos mejor. Puede que no tenga un elemento de novedad, pero suele ser una experiencia agradable. Conocer a un nuevo conocido o al autor de un libro brinda una oportunidad de crecimiento y desarrollo.

En circunstancias normales, el 65% de los jóvenes eligen reunirse con un autor, y el 65% de las personas mayores eligen pasar tiempo con sus familias. Cuando se les pidió a los participantes que imaginaran mudarse a otra parte del país en un par de semanas, el 80% de los jóvenes decidió reunirse con un familiar. Esto confirma la teoría de Carstensen: la anticipación de una ruptura nos obliga a volver a priorizar.

Dejamos ir el pasado

Según la teoría de Carstensen, nuestra felicidad en el presente compite con los beneficios que podemos recibir en el futuro, por ejemplo, de nuevos conocimientos o conexiones. Pero no debemos olvidarnos de las inversiones realizadas en el pasado.

Tal vez haya tenido la oportunidad de comunicarse con un amigo que hace tiempo que dejó de ser agradable para usted, simplemente porque lo conoce de la escuela. O tal vez dudes en cambiar de profesión porque sientes pena por la educación que recibiste. Entonces, la realización del fin venidero ayuda a poner todo en su lugar.

En 2014, un grupo de científicos dirigido por Jonel Straw realizó una serie de experimentos. Se pidió a los jóvenes que imaginaran que no les quedaba mucho tiempo de vida. Esto hizo que se preocuparan menos por el «costo hundido» de tiempo y dinero. La felicidad en el presente resultó ser más importante para ellos. El grupo de control se configuró de manera diferente: por ejemplo, era más probable que se quedaran en una película mala porque pagaron la entrada.

Considerando el tiempo como un recurso limitado, no queremos desperdiciarlo en tonterías. Los pensamientos sobre futuras pérdidas y separaciones nos ayudan a sintonizarnos con el presente. Por supuesto, los experimentos en cuestión permitieron a los participantes beneficiarse de rupturas imaginarias sin experimentar la amargura de las pérdidas reales. Y, sin embargo, en su lecho de muerte, la mayoría de las personas lamentan haber trabajado demasiado y haberse comunicado muy poco con sus seres queridos.

Así que recuerda: todo lo bueno llega a su fin. Valora lo real.

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